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Mientras el gobierno se acomoda para continuar una agenda de concesiones a los grandes empresarios, anunciando que se avecina una recuperación económica, lo cierto es que dicha “recuperación” está lejos de sentirse en los bolsillos de la clase trabajadora. El salario perdido durante la crisis no será recuperado aún en los pronósticos más optimistas. Esto no hace sino profundizar la miseria que genera el modelo neoliberal chileno contra el que nos levantamos durante la rebelión del 2019.

Pero como no pueden tapar el sol con un dedo, los grandes empresarios saben que el descontento con las actuales condiciones de vida en el país se sigue acumulando y si el sistema político no es capaz de procesarlo nuevamente sus intereses serán puestos en jaque. Esa es la importancia que tiene para ellos el proceso constituyente, primero bajo la forma del Acuerdo por la Paz y ahora con la forma, más escandalosamente antidemocrática del fraude constituyente del “Acuerdo por Chile”.

Los empresarios y los partidos neoliberales cierran filas en defensa de dicho modelo buscando criminalizar y censurar toda crítica a los 30 años. El actual gobierno de Boric se hace el “desmemoriado”, convirtiendo sus promesa de campaña de “acabar con el neoliberalismo” en papel mojado. Mientras, se profundizan las concesiones a los grandes empresarios y a los negocios de las trasnacionales con nuestros recursos naturales, depredando el medioambiente y saqueando nuestras riqueza, como se vio con la aprobación del TPP11. La reforma tributaria fue rechazada por presión de los grandes gremios, y ahora el gobierno de Gabriel Boric se prepara para negociar con la derecha una reforma aún más restringida y consensuada con los dueños de Chile.

Como Partido de Trabajadores Revolucionarios, rechazamos este fraude constituyente, llamando activamente a anular el voto en las elecciones del 7 de mayo, en donde se eligen los 50 consejeros que negociarán la nueva Constitución con los “expertos” como Hernán Larraín, defensor de Colonia Dignidad, o personajes de los 30 años como Andrés Zaldívar. Dicho diagnóstico lo hemos puesto a disposición de todas las organizaciones de izquierda, revolucionarias, anticapitalistas y organizaciones de trabajadores con el propósito de definir un plan de acción común entre todos quienes somos críticos y proponemos enfrentar este fraude constituyente, impulsando una declaración de firmas con este propósito.

Pero si solo nos quedamos en el debate respecto de cómo expresar nuestro voto en los próximos comicios no pasaremos de ser comentaristas electorales, es necesario movilizarnos contra este fraude.

El triunfo del rechazo ha sido utilizado por la propaganda burguesa para extender una sensación de desmoralización y desmovilización que cotidianamente lleva a la clase trabajadora, al movimiento de mujeres, a los estudiantes y a los pueblos originarios a resignarse con las actuales condiciones de miseria y a desconfiar de toda organización colectiva. A este pesimismo y desmoralización contribuye la burocracia sindical , estudiantil y de las organizaciones sociales controladas por el Partido Comunista y el Frente Amplio quienes no solo han asumido la agenda de la derecha en muchos puntos, sino que abiertamente coaccionan todo intento de movilización llamándonos a resignarnos a sostener un gobierno que en nada ha avanzando en función de acabar con la herencia pinochetista.

Por lo mismo, las organizaciones que nos llamamos revolucionarias, anticapitalistas y socialistas, así como también las organizaciones de trabajadores, tenemos una tarea importante en combatir la desmovilización. La campaña contra el fraude constituyente debemos convertirla en una campaña activa levantando brigadas y comisiones de agitación en todos los barrios, espacios de trabajo y estudio, buscando nuclear a todos quienes son críticos del actual escenario político y volver a reponer la confianza de la batalla contra la herencia pinochetista y el modelo neoliberal.

Este trabajo político creemos que es indisociable de la tarea de arrancar a los sindicatos, al movimiento estudiantil, de mujeres y organizaciones sociales del control de la burocracia reformista para terminar con la correa de contención que dichas organizaciones crean para evitar que las calles choquen contra el modelo imperante.

No basta con quedarnos cómodamente con la ilusión de que la desafección al proceso constituyente lleve pasivamente, a un escenario en que el voto nulo “puede ganar”. Tampoco contentarnos con tener una “posición correcta” y limitarnos a anular y abstenernos. Creemos que debe ser una campaña activa, pero que apueste por reactivar la movilización social, de la clase trabajadora y las organizaciones populares y no se quede en la protesta testimonial. La posibilidad de que el descontento se convierta en acción depende de la lucha política que libramos contra la dirigencias y los partidos reformistas y que nuestra política fortalezca el camino de la movilización.

Hay pasos concretos en esa dirección que son indispensables. Para fortalecer esta perspectiva es que como llamamos al conjunto de organizaciones que hoy se plantean como críticas al fraude constituyente, que hagamos carne nuestro diagnóstico y nos la juguemos en conjunto para efectuar una acción de movilización unitaria, convocando a una marcha contra el fraude constituyente que sirva de punto de apoyo para reponer la perspectiva de la movilización como forma de enfrentar al régimen neoliberal y nos de un aliciente en la batalla por recuperar las organizaciones de masas para que sean herramientas útiles al servicio de esta lucha.

Todos quienes adherimos a la declaración contra el fraude, que incluye cientos de adhesiones y decenas de organizaciones, debiésemos acordar una fecha de movilización y comenzar la preparación de una marcha. Además de difundir la convocatoria, es indispensable que la fecha se discuta y se vote en las asambleas sindicales, estudiantiles y las reuniones de las distintas organizaciones sociales y territoriales.