La reforma laboral de 2019 plantea diversos aspectos que, aunque discursivamente se presenten como progresivos, permiten la intromisión del Estado y sus instituciones en los sindicatos. Uno de ellos es el proceso de legitimación del artículo décimo primero de la Ley Federal del Trabajo (LFT) y del Protocolo de Legitimación.
Las trampas de la legitimación y la reforma laboral
En la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), las trabajadoras y los trabajadores están comenzando a hacer una experiencia con la legitimación, que implica que el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) será sometido a votación de todes les trabajadores. Al respecto hay tres hipótesis que son relevantes, la primera que gane el sí, la segunda una abstención y la tercera que la mayoría de la base trabajadora vote por el no.
En el caso de que haya una abstención, como ocurrió con el AAPAUNAM, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) ha establecido que se reponga la legitimación. Esto, sin embargo, favorece al sindicato blanco, contra el que docentes de asignatura que padecen una completa precarización se han unido, para rechazar su CCT y que su titularidad esté en manos de una organización totalmente propatronal.
En el tercer caso, cuando se vota por el no, termina el CCT y el sindicato pierde la titularidad, es decir, la capacidad de negociarlo. Al respecto, la LFT en el artículo undécimo, establece una supuesta continuidad de derechos, pero en el caso de trabajadores del SUTUACM, ya han comenzado a experimentar las trampas de la reforma, sobre todo, que legalmente no hay claridad sobre la conservación de prestaciones y condiciones de trabajo y sólo agrega que éstas “deberán ser iguales o superiores a las establecidas en la Ley”, sin determinar que su contenido sea igual.
Además, sin una organización sindical independiente de la patronal y los partidos del régimen, no hay quién garantice la lucha por la conservación del CCT. En un contexto político complejo, en el que las patronales han mermado derechos, también llegan a ganar sectores acordes a éstas, con una política que vaya minando al interior.
En la UACM, en la pasada negociación, la rectora Tania Rodríguez, cercana a Claudia Sheinbaum y al Morena, tuvo una persistente negativa de resolución; aunque se llegó a conquistar el aumento en prestaciones y al salario, esto resulta insuficiente en un contexto de aumento de la inflación. Un sector que no se delimita de la rectoría y la presente administración está levantando una política contra la legitimación del actual contrato, pero obviamente sin una perspectiva que permita enfrentar a las autoridades.
En cuanto al contrato colectivo de trabajo, sin un mecanismo que lo garantice (pues de por sí se viola el CCT), cuando se queda sin efecto no hay ninguno. Pero la pregunta central, es más que ver estos riesgos, ¿cómo cada trabajadora y trabajador toma en sus manos la defensa de su CCT?, ¿cómo continuamos la lucha en una perspectiva de lograr mejores condiciones de trabajo y de estudio?
Este proceso trastoca el rumbo del sindicato, pues aborda las posibilidades de que se mantenga la actual dirección o se sustituya por otra que surja, incluso propatronal. Al respecto, no da tiempo para que las y los trabajadores se organicen para la defensa de sus derechos, desde la base, en unidad y de manera democrática, por ejemplo, para la preparación de las asambleas, de una campaña de difusión y la afiliación de aquellos trabajadores que han sido excluidos del CCT y de la basificación, pues el proceso es muy acotado. Además, aísla a los trabajadorxs en su gremio, sin que les den posibilidad de discutir la cuestión sindical desde una problemática profunda, desde el ataque a la educación pública y los derechos laborales, el tope salarial, la ofensiva contra los CCT’s, la reducción de prestaciones, esquemas de precarización laboral, entre otras problemáticas.
Todo esto revela el propósito real de la reforma del gobierno actual, a la que prácticamente ningún partido del régimen se opuso. Además, nos advierte del papel de instituciones como la STPS, que al igual que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, pueden jugar un rol en favor de la patronal, pues sus titulares son elegidos por el gobierno del Morena.
Y entonces ¿cómo puede defenderse un CCT?
La existencia de trabajadores de primera y de segunda, de sindicalizados y precarizados como las y los docentes de asignatura, es expresión de una división de los trabajadores, la cual es una política de las autoridades y que levantan aquellos que están a su servicio, que tiene como objetivo debilitar a los trabajadores. Por ello, proponemos la unidad de las y los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados. Un punto esencial es que las experiencias que se van adquiriendo con la reforma laboral puedan transmitirse.
Pues no basta con conservar derechos, que es el argumento al que nos quieren rebajar las autoridades laborales, sino que es importante revertir esta consigna y usarla a nuestro favor, conquistar más derechos laborales plenos y que el proceso de legitimación sea un paso para alcanzar mejores condiciones laborales.
Es por eso que insistimos en la necesidad de la afiliación masiva de las y los trabajadores de asignatura, mediante una campaña pública llevada a cabo desde la base, y que cada trabajador lleve a cabo iniciativas que sumen. Lo anterior, con la finalidad de que puedan participar como trabajadores en este proceso de legitimación, pero a la vez, esto implica que el sindicato tome la bandera de su lucha como propia. De esta forma se engrandecería y fortalecería el sindicato, estando en condiciones de ir por más. Aunque habría que tomar en cuenta que el SUTUACM está a contrarreloj para lograrlo, pues el 18 de abril es la fecha del próximo estallamiento a huelga y tienen como límite el 1ro. de mayo de este año para realizar la legitimación.
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