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24 de marzo de 2023 Twitter Faceboock

Reforma jubilatoria
Francia: fuerte respuesta contra el decreto de Macron y la política impotente de las direcciones burocráticas
Paul Morao

Escenario complicado para Macron el jueves 23 de marzo: no sólo la movilización sigue siendo masiva, batiendo nuevos récords, sino que se radicaliza con tendencias a desbordarse por todas partes y la entrada en escena de la juventud. Es posible ganar, pero será necesario una coordinación en la base para construir una estrategia alternativa a la intersindical y responder a los problemas candentes del movimiento.

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Si el discurso que dio Macron este último miércoles fue un increíble ejercicio de negación de la realidad, la jornada de este último jueves habrá devuelto (quizás) a una parte del Gobierno a la realidad. Esperaba que la radicalización sólo afectara a franjas minoritarias del movimiento, que buscaban asimilar a "facciosos", y que la aprobación de la reforma por el decreto llamado 49-3 (por el artículo antidemocrático de la constitución que lleva ese número), acabara por desmoralizar a los millones de trabajadores en huelga y en las calles desde el 19 de enero. La imagen al final del día fue exactamente la contraria.

Tres millones y medio de manifestantes en el país, según la CGT, tantos o más que la masiva movilización del pasado 7 de marzo, manifestaciones récord en muchas ciudades. París (800.000) a Burdeos (110.000), pasando por Toulon (10.000), Bayona (24.000) o Bourgoin-Jallieu (8.000). La movilización sigue siendo masiva, e incluso crece en muchas ciudades. Por encima de todo, en todas partes las marchas estuvieron marcados por tendencias al desbordamiento, con salidas de las rutas intersindicales que desembocaron en bloqueos de autopistas o manifestaciones que escapaban a lo estrictamente reglado por las centrales obreras, en ciudades tan diferentes como Chambéry, Metz, Lyon, Le Havre o Guéret.

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Un elemento central de esta dinámica es el refuerzo cualitativo de la presencia de los jóvenes. Mientras la huelga renovable se mantiene en diferentes sectores estratégicos -de la petroquímica a la energía, pasando por el principal operador de caminos de Francia (SNCF) y los recolectores de residuos- y la movilización ha repuntado en trabajadores de la empresa pública de transportes (la RATP), las asambleas universitarias se hacen cada vez más masivas al igual que las marchas juveniles. En Toulouse, el miércoles, fueron más de mil en una interfacultades, así como en la Asamblea de Tolbiac o en la de la universidad Paul Valéry el jueves. Por todas partes, nuevos institutos y establecimientos se movilizan, a veces de forma inédita. Una tendencia a la masificación que se reflejó en las movilizaciones de jóvenes por toda Francia.

Se hace así realidad un escenario negro para el gobierno: lejos de desarrollarse al margen del movimiento de masas, como algunos analistas quieren hacer creer de forma interesada, la radicalidad y la espontaneidad se desarrollan en el corazón de la movilización, entre millones de trabajadores y jóvenes, a partir de su experiencia con la política de la intersindical y como reacción a un poder autoritario, cuyo 49-3 parecía ser la mayor provocación.

La huelga salvaje de Châtillon, el cierre de la refinería de Normandía o la multiplicación de manifestaciones espontáneas tras esta ofensiva, ya dieron testimonio de estos profundos cambios subjetivos. Hoy se demuestra que esas tendencias existen a gran escala, mientras que el 79% de los trabajadores y el 62% de la población consideran que el movimiento debe endurecerse para vencer.

La intersindical mantiene una estrategia institucional totalmente impotente para responder a los retos de la situación y vencer.

Su política, expresada en su último comunicado, de "dirigirse" al Consejo Constitucional o de proponer una salida a través de un "referéndum de iniciativa compartida" es un callejón sin salida para endurecer la relación de fuerzas y parece cada vez más desfasada respecto al estado de ánimo de la calle y de los sectores en huelga. Lo mismo ocurre con el llamamiento a una simple jornada interprofesional adicional el 28 de marzo, sin ninguna mención a la generalización de la huelga, la represión o las requisiciones a los huelguistas petroquímicos de Fos-sur-Mer y Gonfreville-l’Orcher. (Las requisiciones son un arma legal del estado francés para obligar a trabajadores a romper una huelga bajo amenaza de seis meses de prisión y 10.000 euros de multa. -N. de T.)

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Más que nunca es posible vencer a un Poder Ejecutivo debilitado, pero para ello es necesaria una estrategia radicalmente diferente, capaz de responder a las tareas del orden del día. Sin embargo, es necesario seguir exigiendo a la intersindical un cambio de marcha, no es posible esperar, y debemos afrontar todos los retos de la situación.

En primer lugar, tenemos que apoyar a los sectores que están en huelga y prolongarlas. Uno de los puntos fuertes del movimiento es que se desarrolla en el marco de potentes huelgas renovables, que ya están provocando desabastecimientos en gasolineras y aeropuertos y perturbando la actividad económica. Hay que continuarlas y amplificarlas, implicando a todos los sectores del mundo del trabajo y movilizando masivamente a los jóvenes para que las apoyen. Esto implica empezar por fin a discutir un pliego de reivindicaciones a la altura de nuestras necesidades.

Al mismo tiempo, frente a las políticas represivas del gobierno, es urgente organizar la solidaridad. Contra las requisas, tenemos que ser cientos de miles junto a los refinadores, los recolectores de residuos y los trabajadores de la energía, uniéndonos, por ejemplo, a los piquetes de las refinerías de Normandía o Fos-sur-Mer, o a los bloqueos de los recolectores parisinos. Frente a la represión policial, debemos garantizar la solidaridad en las marchas y frente a las comisarías, para que ningún manifestante, joven o trabajador, se sienta intimidado por la violencia estatal desatada en los últimos días.

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Todas estas tareas implican la organización en la base, entre trabajadores, sindicalizados o no, de diferentes sectores y los jóvenes. Y esta es la principal debilidad en este momento: los marcos de organización fuera de las asambleas universitarias y de empresa son todavía demasiado limitados. Para hacer frente a todos los retos que se plantean, será decisivo resolver esta cuestión. En esto insistieron los numerosos trabajadores reunidos el martes por la noche en la Red de Huelga General. En un llamamiento publicado el miércoles, pidieron la creación de comités de acción de huelga general en todas partes, para reunir a todos los que quieren construir la huelga general y derrotar a Macron.

Una perspectiva central, de la que depende la posibilidad de construir otra estrategia para triunfar. Estas tareas deben convertirse en una prioridad del movimiento.

 
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