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La Izquierda Diario
26 de marzo de 2023 Twitter Faceboock

Armas de la Crítica
[Francia] Comités de acción por la huelga general: ¡las masas en lucha necesitan una organización!
Juan Chingo

La jornada del 23 de marzo confirmó el momento prerrevolucionario.

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Tras la aprobación de la contrarreforma de las pensiones por el 49,3, la determinación de la parte más activa del mundo obrero, la que está en lucha y tiene en sus manos el futuro del país, ha pegado un salto. La jornada potente y masiva del 23 de marzo confirma y amplifica el momento prerrevolucionario abierto después del golpe antidemocrático utilizado por el gobierno de Macron/Borne.

La Intersindical no ha sido superada aún, pero se ve confrontada a otro tipo de movimiento respecto de las ocho primeras jornadas de acción, un movimiento de masas que tiene dificultades para controlar y canalizar. La lucha de las masas está compuesta de tres elementos:

a) La conjunción entre la radicalización y la masividad y el desarrollo de la espontaneidad

En todos las movilizaciones se notaba una nueva determinación, una «atmósfera de “Chalecos Amarillos”» como describen en Matignon, formada por trabajadores en colera que comienzan a separarse en la acción de las manifestaciones calmas y pacificas que plantea la Intersindical. Nuestro corresponsal en la ciudad obrera de El Havre, Arthur Nicola, da testimonio de este cambio de aire de los manifestantes:

Mientras se encendían fuegos con basura antes del comienzo de la manifestación, ésta se dividió rápidamente en dos, con la comitiva intersindical local por un lado y una marcha de manifestantes por otro, compuesta en particular por huelguistas de la Unión Local (UL) de Harfleur y de otros sectores de la ciudad. Frédéric Bichot, cosecretario de la UL, explicó a nuestro micrófono: «hoy, siguiendo un recorrido bien ordenado y diseñado para no molestar a nadie, vemos que ya no se ajusta a la realidad de la lucha, hoy entramos en una lucha más dura».

Como dice otro manifestante de Le Havre: «Se siente bien manifestarse de verdad».

b) La entrada de la juventud

La juventud universitaria y liceísta que hasta el momento no había logrado entrar a fondo en la lucha, después del 49.3 comienza a entrar más masivamente en la batalla escandalizada por la brutalidad antidemocrática del presidente. Esto se pudo ver durante las manifestaciones nocturnas en París, pero también en Estrasburgo, Rennes o Nantes, por citar sólo algunas ciudades. También fue visible durante los días previos en las multitudinarias asambleas generales que se celebraron en varias universidades, como en Le Mirail en Toulouse, Paris 1, Montaigne en Burdeos o la Paul Valery en Montpellier. El jueves 23 de marzo, según las organizaciones universitarias y liceístas, 500.000 jóvenes se manifestaron, 150.000 de ellos en París. También fueron de la partida universidades poco acostumbradas a movilizarse como Assas de París, varias escuelas de ingeniería como Agro Paris Tech e INSA Toulouse y nuevos liceos.

Varios factores se conjugan para explicar este salto. Los estudiantes vivieron mal el confinamiento durante la pandemia y el largo cierre de facultades decretado por el gobierno. A la lista de agravios se añaden las promesas incumplidas relativas a la reforma de la asignación de becas, que no benefician a una gran parte de los estudiantes en dificultad, debido a la falta de fondos. La negativa del parlamento de mantener los almuerzos universitarios a un euro ya había caído como un balde agua fría en el marco de una creciente precariedad y pobreza estudiantil. Entre los aún más jóvenes, la posible reforma del servicio nacional universal (SNU) preocupa mucho a los estudiantes de bachillerato, muy presentes en la marcha de París. En este marco la decisión de Macron de imponerse por la fuerza después de manifestaciones masivas cayó como una bofetada, un verdadero desprecio. Como dice un estudiante de Paris 1 citado por Le Monde: «Si el Gobierno se ve obligado a hacer esto y no respeta la expresión democrática de los franceses en la calle, ¿qué futuro político nos espera a los jóvenes?»

c) Huelga simultánea de varios sectores estratégicos

Desde el 7 de marzo se desarrollan huelgas reconducibles en varios sectores estratégicos. Este es el caso de los trabajadores de la energía y del gas, el refinamiento del petróleo, las terminales petroleras que reciben y almacenan el crudo en los puertos, de forma seguida la huelga de los portuarios, los trabajadores ferroviarios aunque en menor medida que los demás sectores y la huelga de los recolectores de basura. Esta huelga se transformó en el principal símbolo de la lucha pues desde hace semanas se acumula basura en las calles de París (que a su vez ha facilitado la quema de basureros y los innumerables focos de fuego en las protestas) y los recolectores de basura y los que limpian las cloacas se han convertido en verdaderos héroes de este conflicto social. Pero también hay que añadir a los recolectores de basura de varias otras ciudades que están, o han estado, también en lucha como en Nantes, Saint-Brieuc o incluso Antibes y Poitiers.

Como ya escribimos, estas huelgas pegaron un salto luego del 49.3 con la paralización total de la refinería de Total de Normandía, la más grande de Francia, y la huelga salvaje del mantenimiento de trenes del centro Chatillon, que está afectando el funcionamiento de los trenes de alta velocidad (TGV) en todo el ramal oeste de la Francia. Aunque varios de estos sectores estratégicos son los sectores de vanguardia habituales de otros grandes movimientos de contestación, Es la primera vez que sus huelgas son casi simultáneas, lo que amplifica el efecto del movimiento, al contrario que en 2019, cuando estas huelgas no estaban coordinadas, o en 2016 o 2010. En ese entonces, solo uno o dos de estos sectores estaban realmente movilizados.

Ligado a la crisis política abierta después del 49.3 que ya describimos la semana pasada, la presencia de estos tres elementos unidos en la calle contra Macron explican la actual fortaleza y dinámica del movimiento. Aunque el nivel de violencia no alcanza a los chalecos amarillos, quizá nunca desde 1968 un movimiento social había llegado tan lejos en su nivel de confrontación con el poder.

Por qué es necesario una mayor organización de los sectores en lucha para vencer

La fortaleza y dinámica de la actual lucha le da moral y fuerza a la vanguardia del movimiento creyendo que es posible que Macron ceda y retire su reforma, como fue el caso del Jacques Chirac en 2006, después incluso de que la ley del Contrato de Primer Empleo había sido no solo votada sino también promulgada por el presidente de entonces. Sin embargo, hoy, a diferencia del 2006, la situación es completamente distinta. La fuerte movilización liderada por la juventud de aquella época, aunque era muy radicalizada en los métodos de lucha, tenía un carácter más antineoliberal que anticapitalista. En tanto que el régimen de la V República, aunque venía de sufrir los primeros cimbronazos de la crisis orgánica —como el arribo de Jean Marie Le Pen al ballotage en 2002 y sobre todo la victoria del NO en el plebiscito sobre el Tratado Constitucional Europeo en 2005 o la revuelta de las banlieues en el mismo año—, era más fuerte que el actual. Por último, el bipartidismo derecha-izquierda aún funcionaba, por lo que una victoria social podía ser aún absorbida dentro del marco institucional del mismo, como fue el caso frente al adelantamiento de las elecciones por Chirac y la victoria de la Izquierda Plural, hegemonizada por el PS.

Hoy en día Macron no puede ceder. Si cede —como le demandan desde las fuerzas sindicales hasta Francia Insumisa— en el marco de la debilidad de su presidencia y de la fuerte crisis del régimen de la V República y sus crecientes polarizaciones a izquierda y derecha, se abriría una situación prerrevolucionaria. Agarrados por sorpresa, sobre una movilización espontánea y explosiva pero que no cuestionaba la relación salarial, asustados por el nivel de violencia en sus barrios de lujo y los sitios del poder, los grandes patrones presionaron a Macron para que cediera parcialmente, en la medida también que ese retroceso del poder no sería aprovechado en lo inmediato por el movimiento obrero por la política hostil de las direcciones sindicales a los Chalecos Amarillos.

En la situación actual más explosiva tanto por la crisis de los de arriba, como por la potencia y el carácter objetivamente —y crecientemente en la subjetividad a nivel de la vanguardia amplia— anticapitalista de la movilización de los de abajo, un retroceso mismo parcial de Macron solo puede alentar el desarrollo de la movilización revolucionaria del movimiento de masas. Al mismo tiempo, incluso un compromiso parcial como el que busca la Intersindical —que ayer pidió a través de Laurent Berger una pausa, abandonando la exigencia de retirar la reforma— es inadmisible debido a la intransigencia neoliberal reforzada después de 2008. [1]

Esta intransigencia patronal se ve reforzada por la perspectiva de nuevas crisis financieras —como puso de relieve la quiebra del Silicon Valley Bank en Estados Unidos— y el encarecimiento de la deuda soberana debido a la subida de los intereses. La burguesía francesa intentará cargar estas crisis sobre los hombros del proletariado, como demuestra la actual reforma y como exigen los sectores más bonapartistas del régimen. En estas condiciones nacionales e internacionales, aceptar una retirada parcial sentaría un precedente preocupante para el régimen.

Todo lo anterior subraya que hoy lograr el retiro de la reforma pasa ineludiblemente por la derrota de Macron. Este combate contra la figura central de la V República, que concentra todos los elementos más reaccionarios, implica un nivel de lucha muy superior al actual, un salto en la generalización de la huelga al conjunto de los trabajadores, en otras palabras, la concretización de la huelga general política. El mérito de la revuelta de los Chalecos Amarillos es haber planteado esta cuestión detrás de la consigna de “Macron, dimisión” y dirigiendo sus manifestaciones contra el Palacio de Elíseo, pero debido a la ausencia de los sectores centrales del movimiento obrero era incapaz de resolverla. Las fuerzas profundas y extendidas del movimiento actual, no solo en las diferentes capas del proletariado sino ahora también en la juventud, comienzan a crear la disposición de fuerzas para resolver la cuestión, a condición de pegar un salto en la organización de las masas en lucha. Esta debilidad sigue siendo el talón de Aquiles del movimiento actual.

Un problema urgente a resolver: la organización de los sectores en lucha

Los comités de acción por la huelga general son una poderosa herramienta para organizar a las masas en lucha. Los mismos tienen por tarea la de unificar la lucha defensiva de las masas trabajadoras, al tiempo que dar a las masas la conciencia de su propia fuerza para pasar a la ofensiva contra Macron y el Estado capitalista. En lo inmediato esto pasa por organizar las siguientes tareas del movimiento:

a) Sostener los piquetes de huelga

El hecho de que la huelga aún no se generalice convierte en una tarea de primer orden que las avanzadas del movimiento hacia la huelga general se mantengan en pie. Este elemento no solo es importante por la relación de fuerzas y la posibilidad de paralizar la economía, sino para levantar la moral del conjunto del movimiento. Como dice una activista docente de Montpellier: «El hecho de que haya sectores en huelga con bloqueos nos motiva, creemos en ello». Es precisamente por estos diferentes motivos, que el gobierno ha acelerado la requisición de las refinerías. En un golpe certero, al otro día de la jornada de acción del jueves, ha logrado desalojar la TIRU de Ivry, el mayor incinerador de basura de Europa y bastión central de la huelga de recolectores de basura.

A través de las redes sociales, de las relaciones intersindicales y entre activistas en los bastiones de la lucha como a El Havre, Fos sur Mer en Marsella, o Saint Nazaire cerca de Nantes centenares de activistas obreros, sindicalistas, estudiantes y activistas solidarios vienen poniendo el cuerpo a las amenazas de las fuerzas del orden con resultados dispares. Pero fuerzas para parar estas provocaciones no faltan: en vez de cientos deberíamos ser miles y hacer retroceder a las fuerzas del orden.

Tomemos el ejemplo de El Havre. El 23 de marzo se movilizaron 50.000 en sus calles, en una manifestación altamente combativa como describimos antes. Si la CGT de la refinería, del puerto o las uniones locales hicieran un llamado a elegir por fábrica, por oficina, lugar de trabajo o estudio a representantes a un comité de acción de la ciudad por la huelga general, seguramente se multiplicarían los miles de combatientes para sostener los piquetes todo el día, es decir, destacamentos de combate de trabajadores y estudiantes severamente disciplinados para impedir que quiebren las huelgas.

b) Generalizar la huelga al conjunto de la clase

Hemos mostrado la fortaleza y las posiciones estratégicas que están en estos momentos en huelga ilimitada. Aunque son considerables y mayores que en cualquier otro movimiento social de las últimas décadas, para generalizar la huelga y vencer es necesaria la entrada de otros sectores estratégicos que por el momento se mantuvieron al margen y sobre todo de la masa proletaria actual, constituida por millones de trabajadores precarios o con sueldos bajos. Muchos de estos sectores se manifiestan en las jornadas de acción llamadas por la Intersindical o apoyan el movimiento y piden que se endurezca, como demuestran las encuestas desde el 7 de marzo.

Pero ante la ausencia de una huelga reconducible en estos sectores, la política de la intersindical es limitar el repertorio de acciones a manifestaciones cada vez más impotentes ante la violencia de la burguesía y su Estado en crisis, explicando que estos trabajadores no pueden hacer demasiados días de huelga y sacrificar sus bajos salarios. Nada más lejos de la realidad. Los trabajadores están dispuestos a hacer enormes sacrificios si ven un programa y unas perspectivas que les permitan cambiar cualitativamente sus miserables condiciones de vida y de trabajo. Esto es lo que muestra uno de los héroes de este movimiento social, un recolector de residuos de Ivry cuando declara en su octavo día de huelga: «Gano 2.000 euros netos trabajando de noche, y ni siquiera puedo arreglármelas con eso. Lloraré a final de mes y los meses siguientes. No hicimos un fondo de huelga para no manchar el movimiento. Hacemos huelga por convicción.»

Es esta convicción y determinación de hierro que la Intersindical no logra inculpar en la mayoría de la población activa que abrumadoramente rechaza la reforma. Negándose a politizar la lucha y ampliar el pliego de reivindicaciones a todas las demandas más sentidas por los sectores más explotados de nuestra clase —como los bajos salarios, la inflación y la escala móvil de salarios, las condiciones de trabajo y multitud de reclamos que hoy se discuten en el país— la Intersindical boicotea conscientemente la entrada de los sectores más explosivos de nuestra clase. Es que esto afirmaría una dinámica revolucionaria de la lucha que la Intersindical quiere evitar por todos los medios, temiendo ser sobrepasada por las masas en lucha. Pero estos sectores profundos del proletariado no entrarán con toda su fuerza en la lucha si nadie les da una perspectiva de victoria, los llama con un programa ofensivo y una determinación de hierro para lograrlo. Los comités de acción, al lado de los sindicatos y UL combativos, o de las Interpros cuando tengan una existencia real —aunque estas se han desarrollado de manera más débil con respecto a 2010—, unificando a los principales sectores que están en la lucha tendrían la autoridad de hacer este llamado.

c) Tomar la lucha en nuestras manos

Durante toda la primera fase de este movimiento, la Intersindical despojó de su poder de decisión a los trabajadores: las asambleas en los lugares de trabajo. Fijando una sola reivindicación limitada y un calendario de acciones decididas por arriba, la Intersindical pasivizó la iniciativa del movimiento de masas. Tras el 49.3, la espontaneidad de las masas en lucha se ha despertado. Es la hora que la lucha sea dirigida por sus verdaderos protagonistas. Los comités de acción son el único medio de arrebatarle a la burocracia el control del movimiento, quebrar su resistencia a elevar la lucha al terreno político lo que desarma a las masas en su lucha contra el Estado capitalista y el régimen reaccionario de la V República, y reforzar la moral y la heroicidad de los combatientes extirpando de su conciencia la docilidad y pasividad que inculpan los jefes sindicales, en especial el más arrastrado de ellos, Laurent Berger.

Los tres elementos unidos convierten a los comités de acción por la huelga general en una herramienta indispensable para ganar. O dicho de otra manera, la condición de la victoria del proletariado es la superación de la dirección actual. La unidad de la Intersindical presentada, incluso por muchos sindicalistas de base, como la clave de la victoria no solo al comienzo del movimiento sino al día de hoy es una insensatez, un crimen frente al impasse cada vez más explícito de la estrategia de las cúpulas de las federaciones. A este camino de la derrota, hay que oponer la generalización de los comités de acción por la huelga general.

En su último plenario nacional la Red por la Huelga General ha hecho un llamado a las masas en lucha a organizarse .

En su último encuentro nacional, que reunió a un gran número de sectores, la Red por la Huelga General lanzó un llamamiento a la organización a los sectores en lucha, a los sindicatos combativos y a las coordinaciones interprofesionales que puedan existir::

Pero para pasar a la ofensiva y ganar, las manifestaciones espontáneas e incluso los bloqueos no serán suficientes. Sólo la extensión de la huelga renovable a un máximo de sectores, ayudada por acciones de solidaridad exterior, que conduzcan a una gran parálisis de la economía, puede hacer retroceder al gobierno. Sin embargo, la Intersindical está enredada en una estrategia de jornadas de acción aisladas que ya ha mostrado sus límites y su ineficacia.

Por eso es hora de que tomemos las riendas de la situación. Tenemos que coordinar nuestras huelgas e ir a por todos los que todavía no están en huelga con una verdadera política de huelga de marcha, tenemos que constituir una vasta red de solidaridad capaz de hacer frente a la represión que está cayendo sobre nuestros piquetes y sobre los militantes del movimiento. Para ello, y puesto que del otro lado están muy bien organizados, tenemos que organizarnos también nosotros. En asambleas generales en nuestros centros de trabajo y de estudio, pero también en interprofesionales con el objetivo declarado de impulsar la generalización de la huelga en todas partes. Este sigue siendo el punto más débil del movimiento y es urgente ponerle remedio.

Por eso proponemos a todos los sectores en huelga, a los sindicatos y federaciones en lucha, a las asambleas generales interprofesionales allí donde existan, a la juventud movilizada, así como a todos aquellos que quieran contribuir a esta perspectiva, lanzar en todas partes y desde ahora comités de acción unificados para la huelga general que se coordinen entre sí a escala de todo el país. Es la única manera de evitar que se disipe en una multitud de luchas aisladas bajo los golpes de la represión y de transformar la cólera que hierve actualmente en una victoria que todos necesitamos.

Para demostrar que no se trata sólo de un discurso o de una declaración de buenas intenciones, una importante delegación de la red se movilizó desde la región parisina para prestar apoyo concreto a las refinerías de Le Havre amenazadas de requisa, reuniéndose en el lugar con numerosos miembros locales de la red. Como decía Trotsky frente a un movimiento más avanzado que el actual, como fue la huelga con ocupación de fábricas de 1936, pero que conservan toda la validez para el actual momento de la lucha de clases: “La organización que no encuentre apoyo en el movimiento huelguístico actual, que no sepa ligarse estrechamente a los obreros en lucha, es indigna del nombre de organización revolucionaria”. Esta es la guía que nos orienta desde Révolution Permanente, orgullosos de poder aportar y ser útiles a la organización y el avance en la conciencia de una parte de los trabajadores en lucha.

 
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