Este martes fue la audiencia de alegatos de las defensas en el juicio a Américo Balbuena, exagente de la Policía Federal, junto a Alfonso Ustares y Alejandro Sánchez, dos de sus jefes, por haber infiltrado la Agencia Walsh haciéndose pasar por periodista para realizar espionaje político a organizaciones sociales, gremiales y políticas entre el 2002 y el 2013.
La querella en el juicio está llevada adelante por los abogados Matías Aufieri, Liliana Mazea, Myriam Bregman y Carlos Platkowsky del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH).
La estrategia de las defensas volvió a insistir en la presentación de nulidades al juicio, por haberse violado el secreto que rige para los agentes de inteligencia, intentando incluso no se validen las pericias informáticas realizadas en la causa.
Jorge Álvarez Berlanda, abogado defensor de Balbuena y Sánchez, en su alegato dijo que “no ha podido probar delito alguno” y que "la información no es mala palabra, todos sacamos información" para restarle importancia a las consecuencias que tuvo la participación de Balbuena durante once años en la Agencia Walsh mientras revestía en la Policía Federal. La declaración de once testigos en el juicio, referentes de la defensa de los derechos humanos como Carlos Lordkipanidse y María del Carmen Verdú, dirigentes políticos de partidos de izquierda como Christian Castillo (PTS) y Vilma Ripoll (MST), y gremiales como el delegado del Subte Claudio Dellecarborana, testificaron lo contrario en las audiencias previas.
"La vida de Balbuena transcurría en muchos carriles que él transitaba, todos al mismo tiempo, no tenía una dedicación exclusiva a la Agencia Rodolfo Walsh como han pretendido expresar acá", alegó Álvarez Berlanda, junto al argumento de que su categoría como oficial “cuadro B” correspondía a tareas administrativas, pero reafirmando el horario discontinuo de sus actividades como agente.
Asimismo dijo que no corresponden las fechas cuando Balbuena decidió estudiar periodismo con la intención de infiltrar la Agencia Walsh, ya que aún no se había formado. Esta decisión, según el defensor, fue por “vocación por la carrera” y una manera de “mantenerse activo” pensando en el momento de su retiro, por lo que el ingreso a la Agencia para “realizar una pasantía no rentada”.
Respecto a la responsabilidad de Sánchez como su ex jefe en la División Análisis, dijo que negó promover que Balbuena trabaje en la Agencia Walsh ni haber recibido información ya que “los caminos no se cruzaban”. Gran parte de estos argumentos fueron refutados en el transcurso del juicio, con los testimonios de víctimas de la infiltración y los alegatos de la querella y la fiscalía realizados el miércoles 22 de marzo, que adelantaron a este medio evalúan la posibilidad de hacer uso de las réplicas en la próxima y final audiencia del juicio, este viernes por la tarde.
En la audiencia del próximo 31 el juez Daniel Rafecas tendrá la palabra final cuando dicte sentencia, luego de escuchar las réplicas de fiscalía y querella, y las “últimas palabras” de los acusados. Como había dicho ya Matías Aufieri, abogado de la querella junto a Liliana Mazea, a este medio: “Es bastante inusual, habiendo tantos casos de espionaje y cada vez se conocen más, que hayamos podido sentar a algunos de ellos, los responsables que están identificados. En este caso logramos que se esté juzgando a dos de sus jefes, lo cual da cuenta del accionar institucional por décadas. Esto ya es un hecho de enorme importancia, después de diez años de batallar en tribunales y en las calles para que Balbuena y sus jefes sean juzgados”.
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