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La Izquierda Diario
29 de marzo de 2023 Twitter Faceboock

Tucumán
Condenaron a los policías que mataron e intentaron desaparecer a Luis Espinoza
Juan Lobo | @CanisLupus1917

Familiares quedaron disconformes con el fallo que condenó a a prisión perpetua a cuatro policías por el asesinato del peón rural y que también incluyó penas menores a otros cinco policías y absolvió a dos civiles que fueron parte del encubrimiento.

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A casi tres años del asesinato e intento de desaparición del trabajador rural Luis Espinoza, finalmente se desarrolló el juicio donde fueron condenados 9 de los 11 imputados. La reacción de la familia fue de decepción, dado que esperaban penas más duras para el conjunto de los acusados.

El tribunal conformado por los jueces federales Carlos Jiménez Montilla, Enrique Lilljedahl, Juan Carlos Reynaga y Abelardo Jorge Basbús, condenó -en un fallo dividido- a prisión perpetua a José Morales (autor del disparó que terminó con la vida de Luis), al subcomisario Montenegro (quién dirigió todo el operativo y el posterior plan de encubrimiento) y al agente Gonzales Rojas y al cabo Zelaya (condenados por ser partícipes necesarios del homicidio agravado de Luis y de la privación ilegal de la libertad y vejaciones sobre Juan Espinoza, sobreviviente y testigo del hecho. Al resto de los imputades les cabieron penas menores: 12 años a la cabo primero Gonzales, como partícipe secundaria del homicidio; 7 años para el sargento Salinas, por encubrimiento y la detención ilegal de Juan; y a Romano, Paz y Ardiles 5 años, sólo por el encubrimiento del asesinato de Espinoza. Villavicencio y Gonzalo González (ambos civiles) fueron absueltos.

La muerte y posterior desaparición de Luis Espinoza (ocultaron su cuerpo durante 8 días) debe enmarcarce en el empoderamiento que tuvieron las fuerzas represivas en todo el país durante la cuarentena por la pandemia de COVID. Sólo en 2020 fueron asesinadas 92 personas por gatillo fácil, desapariciones, muertes en comisarías. En Tucumán hubo miles de detenciones, con prácticas aberrantes como amontonar jóvenes en predios deportivos, obligados a hacer ejercicio sólo por andar en la calle durante la cuarentena. Y otros casos más graves como el de Luis Espinoza, Ceferino Nadal o Facundo Castro. En su momento desde el gobierno provincial, tanto Jaldo como Manzur cerraron filas (ya comenzaban los primeros coletazos de su interna) para defender a la institución policíal y tomándolo como un hecho aislado.

Como parte de este reforzamiento al aparato represivo, una agenda que ahora toma con entusiasmo todo el arco político tradicional y la ultraderecha, en esos meses el estado tucumano gasto millones de dólares en comprar armas y pertrechos al genocida Estado israelí para la policía local. Una de esas armas -una Jericó 9mm- fue la que le quitó la vida al trabajador rural Espinoza. En el juicio se demostró el accionar criminal y brutal de los policías que mataron por la espalda a una persona desarmada y golpearon, vejaron y secuestraron a su hermano para intentar consumar su plan de desaparecer el cuerpo de Luis. No esperaron que todo el pueblo de Melcho y alrededores dieran vuelta cada palmo del monte y hasta del río buscándolo sin descanso durante 8 días, sin dormir ni comer, mientras ellos negaban información, diciendo que Luis estaba "en Santiago, o en Las Termas".

La herencia de la dictadura

Un testimonio clave en el juicio fue el de Romano, qué rompió el relato cuidado de los 11 acusados, señalando al Comisario como autor intelectual del plan macabro para hacer desaparecer a Luis. Lo llevaron en el auto de Montenegro a la comisaria donde lo desnudaron, quemaron sus ropas, amarraron su cuerpo con cables, lo pusieron en una bolsa y lo llevaron -los cuatro condenados a perpetua- a 100 km de distancia, pasando la frontera con Catamarca donde lo arrojaron a un barranco. En su camino siguieron negando noticias a los familiares y amigos de Luis, mientras llevaban su cuerpo en el baúl. "¿Sabés los que hicimos desaparecer aquí? Vos pensás que va aparecer este?", fueron las palabras del subcomisario Montenegro, sobrino de un represor condenado y apodado "El Villano" por sus propios colegas de la Policía de Tucumán.

Llamativamente, el testimonio de Romano aún no está subido en el canal de YouTube del Poder Judicial donde transmitieron el debate. Desde La Izquierda Diario estuvimos presentes el día que apareció el cuerpo de Luis y en su velorio, donde cientos prometieron no descansar hasta tener justicia y también repitieron hasta el cansancio que está no es la primera vez que actúan de esa forma. "La Policía me golpeó mucho, terminé todo morado. No es la primera vez que la Policía desaparece gente acá, están acostumbrados a esto", dijo Juan Espinoza durante el juicio. En esta entrevista de esa noche donde recuperaron su cuerpo, un compadre de Luis sintetiza toda la bronca de un pueblo contra la impune Policía del gatillo fácil.

Un ejemplo de esa impunidad y protección desde arriba: dos de los condenados a perpetua -Gerardo González Rojas y Claudio Zelaya- fueron autores de una golpiza a un joven en Monteagudo y también son autores de la muerte de Alan Andrada también tras una golpiza, hechos por los que fueron trasladados a la comisaria de Melcho, donde terminan matando a Luis Espinoza. "Con un solo ejemplo yo te voy a decir cómo es Tucumán, para que vos te hagas una idea. Dos de los 10 policías que mataron a este muchacho Luis, golpearon a mi hijo Alan en 2018 y después a Luis Basualdo el año pasado. Como seguían sueltos, ahora mataron a Luis. Así es la cosa por acá". relató Patricia, la mamá de Alan a la revista Crítica.

En esa impunidad con que mataron e intentaron desaparecer a Luis es donde encontramos el fundamento de la bronca de los familiares por la condena, 8 días buscando a Luis mientras todo ese grupo de policías estaban ocultando la verdad y ahora los ven con penas menores: "No entendemos al tribunal. Esperábamos algo más. Que den una sentencia justa a los 11 que estuvieron. Todos sabían y participaron. Les preguntamos por mi hermano y si no íbamos a la prensa, el cuerpo se perdía. ¿Ahora son inocentes?. Es una burla", sentenció Juan, víctima y sobreviviente. Su madre tuvo que ser atendida y estalló en reproches contra los asesinos ni bien terminó de leerse la sentencia: "No había gente, le querían poner un arma a mi hijo. Que vayan todos a una cárcel común. Andar en la calle para cobrar un salario en Monteagudo no es razón para desaparecer a una persona. Los policías están acostumbrados a hacer esto".

"Estamos muy disconformes con la sentencia que le han dado a los policías involucrados en la causa de mi hermano. Todos fueron responsables y les dieron muy poco. Todos cargaron su cuerpo. A los que le dieron cinco años, estarán dos años en prisión y después saldrán", afirmó Claudia, hermana de Luis.

Cínicamente, desde la defensa de los policías criticaron que la querella haya hecho comparaciones de los uniformados con los crímenes de lesa humanidad y la policía de la década del ´70. Este aberrante crimen se inscribe en toda la cadena de casos de gatillo fácil en la provincia, siempre perpretados con la impunidad de saber que tendrán la impunidad de la Justicia y la protección del Gobierno, cómo lo demostraron con creces tanto Manzur como Jaldo. Y como vimos últimamente con los vergonzantes fallos de la Corte Suprema de la Provincia, donde anularon perpetuas contra los asesinos de Reyes Pérez y Facundo Ferreira, casos que conmovieron a la provincia y tuvieron -como en el de Luis- trascendencia nacional. Seguramente la defensa de los policías van apelar el fallo, aferrándose -como en el caso de Facundito- a los argumentos del magistrado que votó en disidencia (el Juez Basbús, que sólo condenó al autor del disparo y dió penas menores y absoluciones al resto) También hay que recordar el silencio cómplice del Gobierno Nacional en esos días, el propio Alberto Fernández visitó nuestra provincia durante esos días en que Luis estaba aún desaparecido, sin mencionar ni una palabra acerca del caso.

Seguir peleando contra la represión y el gatillo fácil

Esta condena sólo fue posible por la lucha de los familiares y amigos de Luis, acompañados por víctimas de gatillo fácil y organizaciones de derechos humanos y partidos de izquierda, que estuvieron afuera acompañando los alegatos y la sentencia.

El Gobierno y las instituciones del Estado protegen e incentivan estás prácticas criminales porque los necesita para ante todo controlar e infundir el temor, ya que ante esta convulsionada situación económica y social, necesitaran de la represión de estos asesinos para continuar con un plan de ajuste aún más duro del que estamos padeciendo. Esta perspectiva también la sostienen desde la oposición derechista personajes como Patricia Bullrich, Javier Milei y Bussi, que no pierden oportunidad en pedir más represión. La lucha contra la represión y el gatillo fácil no puede ser sólo patrimonio de los familiares y organizaciones, debemos hacer una gran campaña en universidades, escuelas y lugares de trabajo, para luchar no sólo contra la impunidad de los asesinos de uniforme; sino por pelear por la perspectiva de voltear el sistema capitalista que los sostiene y los necesita para mantenernos en una miseria planificada al servicio de unos pocos.

 
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