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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

Perú
A 4 meses de las protestas y la crisis política en Perú: Las causas profundas que impiden volver a la normalidad
Daniel Vargas | Antofagasta, Chile

En esta nota tomamos algunos elementos de la estructura social del Perú y del régimen fujimorista de la Constitución del 93, los fundamentos o bases de la movilización social, sus fuerzas motrices y contradicciones, finalmente desarrollamos la importancia que tiene la lucha en el Perú para la lucha social latinoamericana de cara al ciclo de lucha de clases en desarrollo.

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La república del Perú se construye sobre una gran fractura social profunda

Perú es un país con más de 32 millones de habitantes, un tercio de esto concentrado en los 24 distritos de la ciudad de la capital Lima. Es el 4to en el PIB latinoamericano, basado especialmente en la explotación y exportación de minerales (como el cobre o el oro) y de productos agroindustriales, es decir que el modelo económico está basado en el saqueo de recursos naturales y en la explotación de millones de asalariados que viven en la pobreza, por lo que también es fundamental la logística de los puertos y aeropuertos.

Siendo el cuarto país con mayor PIB de Latinoamérica, el Perú vive en la pobreza: 70% al 80% de la población tiene contrato en negro, flexible, no tiene contrato, es cuenta propista o trabaja al día.

Este modelo se construyó sobre una fractura social propia del capitalismo peruano desarrollado genialmente por el marxista José Carlos Mariategui en los años 20, en sus “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”, en donde éste describe cómo el Perú se inscribe en el mundo capitalista no como un país aislado sino engarzado en la política mundial, el desarrollo de la clase capitalista peruana, el problema de la tierra y los indígenas (que se relaciona con el carácter agrícola de Perú).

Esta fractura social también dice relación con el fuerte centralismo Limeño, que concentra la principal actividad política del país, las instituciones, servicios básicos esenciales, mientras que en las provincias, tal como en el Perú de hace 100 años descrito por Mariátegui, reina la pobreza y la precariedad.

Lima, capital del Virreinato y de la República, concentra en ella los centros financieros, la historia, la cultura, los museos, etc., pero contrasta con la pobreza, donde millones de limeños viven al día, se mueven en carros miserables atestados de gente, mucha gente vive del comercio ambulante, está lleno de farmacias y boticas porque la gente prefiere automedicarse que ir al hospital, la educación se cae literalmente a pedazos, el estado desaparece cuando empiezan las lluvias y los derrumbes (o huaycos), el trabajo es ultra flexible, precario y mal pagado, el machismo es brutal, el racismo también se cuela especialmente en las capas medias y altas limeñas que odian a los indígenas llamándoles indios o serranos. Es decir, que hay un aparente progreso que se sostiene sobre un modelo hecho para el extractivismo, basado en la explotación de los trabajadores y el saqueo de los recursos naturales de las provincias del interior, expoliando a los sectores más pobres de la población.

El pueblo peruano tiene un gran componente indígena y campesino indígena, Lima está compuesta por millones de peruanos trabajadores/as migrantes cuyas familias vienen del interior, una identidad racializada sobre la que ha recaído siglos de opresión y explotación.

Adicionalmente quisiéramos señalar el peso de la clase obrera peruana, particularmente el sector minero, principalmente en el sur del Perú, como así mismo la importancia del puerto del Callao, uno de los más importantes del continente. Además de la importante inversión que viene realizando la burguesía para elevar los índices de ganancia de estos sectores. Así mismo destaca la importancia de la agro industria y la exportación agropecuaria. Cosas que grafican el modelo extractivista del capitalismo peruano.

El régimen fujimorista del 93

El año 1992 el presidente Alberto Fujimori realiza un auto-golpe de estado con el respaldo de las FFAA, disolviendo el congreso, interviniendo el Poder Judicial, la magistratura, el Tribunal Constitucional, el Ministerio Público y la Contraloría General. Además de persecucion, represión y secuestro de opositores, esto fundando en la “guerra contra el terrorismo” contra la izquierda armada, especialmente contra Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, el primero una escisión del Partido Comunista Peruano, y, el segundo, como un rejunte de organizaciones filo-guevaristas y provenientes del APRA. Especialmente Sendero Luminoso, con una estrategia Maoista, definen al Perú no como un país capitalista, sino semi feudal, motivo por el cual estiman que la clase obrera y los sectores populares deben formar una alianza con la burguesía nacional y los terratenientes para enfrentar el imperialismo y el feudalismo, generar un régimen burgués y no que se aboque a las tareas de la revolución social socialista, es decir sin superar el cuadro programático impuesto por la burguesía nacional. En definitiva eran enemigos de que las masas conquisten independencia de clase y de dotarlas de un programa y una estrategia revolucionaria, dejándolas a merced de la represión estatal y de la demagogia “populista” de Alan García.

Adicionalmente, estas dos organizaciones se caracterizaron por su lógica guerrillera y estructura de partido ejército, cuya hostilidad hacia el movimiento obrero implicaba realizar ataques y atentados cobardes en contra de comunidades ejecutando a dirigentes sociales, sindicales y políticos de izquierda que no fuesen adeptos a su concepción y estrategia. Con su política de “guerra revolucionaria del campo a la ciudad” y su estrategia de “revolución democrática” basada en la concepción stalinista de revolución por etapas y de frente popular, que no es otra cosa más que reformismo armado, fueron así la pata izquierda del reformismo parlamentario instalado en el poder. Una posición que se opone a la realidad, toda vez que ha quedado demostrado que en la época imperialista las burguesías nacionales de los países atrasados son incapaces de resolver las tareas democráticas y de liberación nacional, lo que hace que sea el proletariado, las clases obreras urbanas, el llamado a la toma del poder frente a las masas campesinas y populares para resolver íntegra y efectivamente las tareas inconclusas.

Así, Fujimori impuso el golpe y la dictadura sosteniéndose sobre el desprestigio que reinaba sobre las instituciones, siendo recepcionado, incluso, con simpatía por parte de la población.

El año 1993 Fujimori impone una nueva constitución, sentando las bases para iniciativas neoliberales, reformas estructurales que priorizaron los intereses de las grandes transnacionales, contribuyendo al saqueo nacional y a la liquidación de los derechos sociales, echando por tierra la Constitución de 1979, un subproducto de la lucha de clases en el Perú cuyo principal impulso lo tuvo en la huelga general de 1977.

No por nada, los últimos 30 años de políticas neoliberales disparan la desigualdad, con pequeños sectores que acumularon mucha riqueza (basada principalmente en la extracción minera y en la agroexportación) profundamente vinculados al capital imperialista (siendo los principales socios económicos de Perú China y EEUU).

Esto mientras el grueso de la población, los trabajadores, viven en la pobreza; en este marco se levanta un régimen que se construye en base al trabajo precario e informal, uno de los más altos de América Latina, trabajadores sin derechos, sin contrato, sin vacaciones, sin previsión, sin derecho a la salud, etc.

Es curioso que en la Constitución Fujimorista existan fórmulas jurídicas que describen al Gobierno como una república democrática, independiente, soberana y social. El texto constitucional contiene diversas disposiciones sobre los derechos políticos y sociales, pero tiene un apartado especial para el “régimen económico”, en donde “solo autorizado por ley el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial”, facilita la libre competencia, y destaca que la “iniciativa privada es libre”; del mismo modo hay una protección especial al derecho de propiedad como inviolable; o la protección a los contratos-ley que amarran al Estado a las grandes transnacionales y que no pueden ser modificados como son los contratos-leyes con la Minera Cerro Verde que le entrega invariabilidad tributaria y derecho de explotación de la mina hasta el 2028.

El estallido de la crisis y sus fundamentos

Por un lado, hemos descrito elementos del Perú para entender cómo se llegó a esta situación, pero vale la pena explicar sobre cómo se desarrolló la actual crisis política y social.

Este levantamiento popular, que tuvo uno de sus puntos más altos a fines de enero de este año, superando, según los propios peruanos, a las protestas de masas de la “Marcha de los Cuatro Suyos” el año 2000 que marcó el fin del gobierno de Fujimori, siendo, por tanto, un fenómeno inédito y de mucha profundidad en el Perú.

Previo a la explosión de las protestas de fines del 2022 el Perú venía atravesado por una importante crisis política que tenía a diversos ex presidentes procesados, presos o muertos y con los últimos mandatos presidenciales sin concluir. Esto da cuenta de una crisis más profunda que podríamos llamar orgánica, que dice relación con un problema profundo de la representación democrático burguesa en donde la clase dominante pierde su capacidad de dirigir la sociedad, es un régimen profundamente deslegitimado, con instituciones podridas, sin confianza en el parlamento, en la presidencia, en los tribunales.

Pedro Castillo llega al poder el año 2021, producto de una alianza electoral entre los partidos reformistas y neo reformistas Perú Libre, Juntos por el Perú y Nuevo Perú, que impulsaron la campaña de este profesor rural de provincias, siendo electo principalmente por las provincias pobres, sin muy buenos resultados en Lima.

Sin embargo, Castillo, por su parte, durante todo su mandato no hizo más que continuar con el recetario neoliberal, asegurando continuidad y respeto al régimen del 93, renegando de la Asamblea Constituyente, que inclusive fue parte de su campaña electoral, desmoralizando y desmovilizando a la base social que le dió su apoyo electoral y que confiaba en que Castillo iba a remediar la condición de precariedad que viven los sectores rurales y pobres del país y que incluso le dió sostenibilidad al no salir a las calles a exigir el cumplimiento de sus promesas de campaña.

Desde el primer día de gobierno la derecha buscó sabotear a Castillo, buscando declarar la vacancia a sus ministros y al propio Castillo. Y es que los dueños del país, los capitalistas, la derecha, la prensa, etc., no podían soportar que un maestro, un provinciano, un indígena, gobernara el país, siendo que Castillo, de todas formas, no era en ningún caso un gobierno obrero ni popular, sino que un gobierno abiertamente burgués que desde el primer momento buscó dar garantías a los poderes reales de que no habrían transformaciones profundas en el Perú.

Volviendo al 7 de diciembre, Castillo, atemorizado con la posible vacancia, realiza un acto bonapartista, con un famoso discurso en el que anuncia la disolución del Congreso y el poder judicial, el cual fue una maniobra desastrosa que no contó con el apoyo del Ejército ni policial y que concluyó con el Congreso, incluyendo a la izquierda reformista aliada de Castillo, votando la vacancia y proclamando a Dina Boluarte como presidenta, a quien, incluso previamente, se le habrían levantado una serie de investigaciones judiciales que le impedían asumir, en su caso como presidenta.

Acto seguido, detienen a Castillo que iba camino a la embajada Mexicana, y sin antejuicio, sin juicio previo, es procesado y detenido preventivamente sin existir hechos concretos de sublevación, alzamiento en armas, etc., que son los delitos bajo los cuales se le acusó y que sirvieron como excusa para detenerlo.

Esta movilización detona con la caída de Pedro Castillo producto del golpe parlamentario del 7 de diciembre del 2022, el cual fue el último capítulo de una serie de ataques y sabotaje por parte del fujimorismo, la derecha y los sectores patronales que partieron con el triunfo de Castillo, clamando, incluso, fraude electoral y desconociendo la victoria de Castillo.

Tres días después, con la derecha envalentonada y eufórica por su triunfo, empiezan las movilizaciones en el interior del país, cuestionando el golpe parlamentario, empezando a crecer en masividad y en combatividad cada vez mayor, con enfrentamientos con la policía, toma de aeropuertos, bloqueos de carretera, quema de edificios públicos, etc., especialmente en las provincias del sur del país, en contra de la vacancia de Castillo.

En Lima, contrario a lo que pasaba en provincias, la izquierda reformista y las burocracias sindicales reconocieron al gobierno de Boluarte, inclusive llamaron a confiar en ella, en darle tiempo, que había que escucharla porque había evitado el golpe, porque era mujer, etc. Cosa que permitió a Boluarte desconocer las movilizaciones y arremeter con represión usando al ejército y estableciendo el estado de excepción en el sur del país cobrando los primeros muertos y heridos de las protestas.

La vacancia de Castillo fue vista como una traición por amplios sectores populares, especialmente los campesinos de provincia, que veían en Castillo un igual, un profesor rural, campesino, provinciano e indígena.

Boluarte, como cabeza visible de esta traición, llegó al poder de la mano de Castillo, eran de la misma coalición electoral, sino que inclusive porque ésta había jurado públicamente que en caso de realizarse la vacancia de Castillo ella renunciaría.

Este sentimiento de “traición” es aún más profundo. Por un lado porque Dina se sostiene sobre lo más rancio y conservador de la política peruana, el fujimorismo, de modo tal que en la población se genera la sensación de que les han robado la elección del 2021, la gente percibe a Castillo como uno de los suyos, atizando el descontento social y la movilización.

Sin embargo, esto es especialmente marcado en las provincias, específicamente en el sur del Perú, Puno, Cuzco, Moquegua, Madre de Dios, Ayacucho, Apurimac, Arequipa, Huancavelica, etc. Es este Perú profundo que concentra la población más pobre del país es el que mayormente resintió la vacancia de Castillo, ese Perú profundo que a pesar de la propaganda anti-Castillo lo seguía viendo como su presidente.

No es al azar que estas regiones sean la cuna del estallido. Son las provincias más pobres y más golpeadas por el régimen del 93

Puno, por poner un ejemplo, es una de las provincias más pobres del Perú, a pesar de concentrar uno de los yacimientos de litio más puros e importantes del mundo. Una región donde se concentra la población aymara y campesina, con una profunda crisis del agro, producto de la crisis económica, el encarecimiento de los insumos agrícolas y la sequía, que es producto de la intervención minera y del cambio climático.

Cuando ocurre el golpe y cae Castillo se levantan las provincias y la respuesta del Estado peruano fue responder la movilización campesina con balas, despertando la rabia popular con una violenta represión. Esta protesta tuvo una breve tregua por las festividades de fin de año, retomando la movilización a principios de enero del 2023 pasando el epicentro de la movilización a provincias como Cuzco y Puno, respondidas más brutalmente por el Estado que dejó en un par de días un saldo de casi 30 muertos.

Sobre esta base se realizó una segunda oleada de protestas que llevó a la llamada "Toma de Lima"

Los pueblos del interior asumieron que por más que protestaran en provincias a la Lima acomodada no le importaba, por lo que había que llevar la protesta a Lima emulando la “Marcha de los Cuatro Suyos” y que en su momento más alto concentró enormes delegaciones campesinas en Lima, lo que era rodeado de solidaridad por habitantes limeños de sectores populares y obreros, estudiantes y sectores de capas medias que organizaron la alimentación, el avituallamiento, el hospedaje, etc., además de la solidaridad camino a Lima, en donde en cada poblado los hermanos del interior eran recibidos como héroes, entregando cajas de resistencia, víveres, abrigo, etc.

Este último fenómeno era muy impresionante. Si bien habían algunos elementos de organización conciente, existía mucha solidaridad espontánea de gente que acompañaba las marchas de sacrificio (que implican 5 horas de caminata al centro de Lima) o que espontáneamente, regalaba agua, frutas, almuerzos, a los manifestantes con gente que se se detenía en plena autopista para regalar cajas de frutas, displays de aguas, jugos, bebida energética, etc.

Así mismo, si bien primaba la espontaneidad de las protestas, habían pequeños elementos de autoorganización expresados en esta solidaridad, en la autogeneración de recursos, en las ollas comunes, o incluso en sectores de “primera línea” que habitaban las protestas limeñas, donde estudiantes y trabajadores se preparaban para el enfrentamiento y para la defensa contra la policía, con bomberos, escuderos, primeros auxilios, etc.

El alzamiento de las provincias y de campesinos despertó desde el primer momento la odiosidad en la derecha que no entiende cómo las comunidades del interior sostienen la movilización, haciendo gala del profundo racismo de las clases dominantes y echando mano del viejo arsenal para criminalizar la protesta, acusando a los manifestantes de estar financiados por el narco, por la minería ilegal, Evo Morales o por el terrorismo, etc., olvidando que las comunidades y muchas formas de organización comunal se mantienen, en tanto que organizan la solidaridad y el trabajo común, cosa que les permite subsistir en las heladas, en las sequías y en protestas como estas.

Finalmente, destacar también el rol del movimiento estudiantil que, recuperando sus mejores tradiciones, abrieron las universidades para albergar a los manifestantes del interior, cosa que se expresó particularmente en la UNMSM y en la UNI. Es especialmente emblemático el paro de la UNMSM, la cual fue tomada por sus estudiantes particularmente para apoyar a los hermanos del interior y que fue brutal y escandalosamente desalojada por militares tomando cerca de 200 detenidos quienes sufrieron vejámenes y tratos racistas; sin embargo esto despertó al resto del movimiento estudiantil que en plenas vacaciones empezó a organizarse y a formar cierto nivel de coordinación que se tradujo en la formación de un Bloque Universitario, que se sumó a las convocatorias y organizaba actividades contra la represión y la solidaridad.

Recapitulando. Hubo movilizaciones enormes y combativas, en Lima en el momento más alto de la movilización con muchos manifestantes, con columnas que recorrían todo Lima, apoyadas por el movimiento estudiantil y cordones de solidaridad en la ciudad, reclamando contra un régimen que había aplastado elección democrática de los pueblos de interior que habían elegido como su presidente a Pedro Castillo y que fue vacado por las clases altas limeñas, despertando una profunda indignación, la respuesta del Estado con fusiles, bombas y muertos generó la reacción en los sectores populares y capas medias limeñas, obligó a la CGTP a convocar a paralizaciones y obligó a todo el régimen a hablar de adelantar elecciones, la renuncia de Dina e incluso de Asamblea Constituyente. Pero ¿porqué no cayó Dina?

Esta fuerza no fue suficiente para volcar a Boluarte, la movilización tuvo límites

Por un lado uno de los límites fue la falta de desarrollo de instituciones de autoorganización y autodefensa, que permitieran el despliegue de mayor iniciativa de masas por fuera y superando el control burocrático de las principales centrales sindicales y de las distintas coordinadoras de la movilización.

Decimos varias coordinadoras porque esto también fue un límite del proceso al no existir un comando unificado de lucha que centralice la movilización, pues las diversas burocracias de estas coordinadoras se negaban a formar un plan de lucha nacional o una coordinadora nacional de la lucha o siquiera a tener un día común de convocatoria.

Así mismo, otro factor importante en conservar a Dina en el poder fue el rol de la burocracia sindical. En Perú reina la informalidad, el sector sindicalizado es minoritario, pero profundamente gravitante en la economía y en la vida social del Perú. Si bien los trabajadores participaban de las protestas, esto era de manera desestructurada o desorganizada, ya que las burocracia sindical, especialmente de la CGTP, se negaban a movilizar y cuando lo hacían era por fuera del movimiento real o para negociar con el gobierno, empujados más por presión de los hechos que por una necesidad real de desarrollar las fuerzas de la movilización o de centralizar la lucha.

En tal sentido, es criminal el rol de la burocracia sindical, no solo porque en un primer momento aplaudieron el gobierno de Dina y le entregaron un voto de confianza, sino que porque constantemente se negaron a convocar y organizar la huelga general indefinida de manera efectiva. La CGTP era un fantasma en la movilización que apenas podía reunir 50 burócratas para levantar un lienzo. Sin embargo, a pesar de esto, hubo ciertos hitos de la movilización donde el componente obrero se hizo notar, cómo en uno de los últimos llamados a huelga en donde los trabajadores de la Construcción, convocados por la CGTP llenaron en masa las calles de Lima, ocasión en que el gobierno se negó a reprimir hasta entrada la noche.

La entrada de los trabajadores hubiera torcido el destino de la movilización. Especialmente si entraban en escena los batallones estratégicos de la clase trabajadora, como son los trabajadores de la minería, los trabajadores de la agroindustria y la agroexportación, además de los portuarios del Callao o los trabajadores del transporte limeño. La burocracia sindical fue un límite concreto para desagregar conscientemente al componente obrero de las movilizaciones, por ejemplo, la burocracia minera conscientemente decidió suspender su negociación colectiva que amenazaba con una huelga posponiendo sus actividades para “no echarle más leña al fuego” mientras el gobierno mataba puneños.

El potencial de la clase trabajadora se mostró por la positiva el día del Paro Nacional convocado por la CGTP el 9 de febrero. A pesar que la CGTP llamó a la jornada “Paro Nacional Indefinido”, esto en verdad fue un paro parcial de un día, con especial participación, como señalamos anteriormente, de los obreros de la construcción, organizados en la Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú, que marcharon muy disciplinados, con poleras rojas con las siglas de la federación, cascos, guantes, mascarillas y con una marcada decisión de pelear, sin embargo la CGTP los retiró antes de tiempo, dejando a las masas a su suerte.

El rol de la burocracia está incompleto si no tomamos en consideración el rol de la izquierda reformista y neo reformista, del Frente Amplio de Verónica Mendoza, Perú Libre, Nuevo Perú, Juntos por el Perú, etc., todos estos pajarracos políticos que entran al congreso a lustrarle los zapatos al fujimorismo son responsables en la crisis que vive el Perú y en que ésta no tenga una salida revolucionaria.

Estos partidos no solo llegaron a gobernar con Castillo y luego le dieron la espalda, sino que fueron parte del entramado político que se encargaba de desmoralizar a los sectores que habían apoyado a Castillo sembrando esperanzas que con simples reformas se puede modificar estructuralmente un Estado horrendo como el peruano, llevando, por tanto, estas expectativas a un callejón sin salida.

La situación antes descrita hizo primar el desgaste y la desmoralización, mientras que la política de las clases dominantes se expresaba en represión a la vanguardia combativa y el desvío para los sectores vacilantes, desvío expresado en diversos intentos infructuosos de adelantar elecciones. Sin embargo el régimen no necesitó adelantar las elecciones, por el contrario Dina se conserva en el poder gracias a la mano de la derecha fujimorista, los capitalistas, la izquierda reformista y las burocracias sindicales, apoyado por la represión estatal de la policía y el ejército, además de la política que reproduce la prensa, todo esto con el beneplácito de la embajada norteamericana y todo el partenón de políticos latinoamericanos que se pronunciaron en contra de la represión y las violaciones a los DDHH, pero que nada dijeron contra el golpe institucional, reconociendo el gobierno usurpador de Dina Boluarte. En este saco se incluye obviamente Gabriel Boric, pero particularmente llama la atención el gobierno de Lula da Silva, que se acusa de progresista, pero que no duda en autorizar el envío de bombas y pertrechos represivos al Perú convulsivo. Con esto no podemos más que concluir que estos gobiernos, por más que se pinten de populares, sociales o de izquierda, no dudan en reconocer gobiernos golpistas y callarse la boca cuando se restringen derechos (como con los estados de excepción), la intervención de universidades, con detenciones injustas, criminalización de la protesta, del derecho a libre expresión, que matan a sus ciudadanos, dejando más de 60 muertos, miles de heridos y miles de detenidos.

A pesar de que parece estarse cerrando este primer capítulo de la lucha, la crisis no está resuelta.
El proceso de crisis orgánica abierto en Perú refleja un importante cuestionamiento al régimen, a la casta de políticos millonarios, a los poderes del Estado, al poder judicial, etc., pero es también expresión de la profunda crisis económica que atraviesa el pueblo peruano y que dice relación con la estructura capitalista y dependiente.

Tras más de un mes en el vecino país, resultaba impresionante ver el compromiso y la predisposición de lucha de los campesinos y sectores populares. Así mismo, si bien no entraron decididamente los trabajadores de los sectores estratégicos de la economía si hubo sectores obreros que se sumaron a la protesta, como los agroindustriales del norte, en Ica, por fuera de la CGTP, trabajadores ultra precarizados, un negocio que ha marcado el éxito empresarial pero a costa de la precarización que ganan 700 soles con 10 o 12 horas al día, quienes ellos bloquearon la panamericana sur y norte y valerosamente enfrentando la represión.

Lograr una victoria real requiere que se sume la clase obrera vinculandose a la lucha campesina y popular, y desde esta perspectiva pelear por imponer un gobierno provisional de los sectores en lucha que entre otras medidas implemente cambios estructurales en el Perú, acabando con los contratos leyes, con el trabajo precario, aumentando los derechos y la calidad de vida de los trabajadores y el pueblo. Solo con un gobierno provisional de trabajadores y campesinos en lucha se puede materializar la demanda por una Asamblea constituyente libre y soberana, que permita acabar con el régimen del 93 que sostiene el saqueo y corrupción de los políticos de turno.

En este aspecto es fundamental la valiente labor que realizan nuestros compañeros de la Corriente Socialista de las y los Trabajadores, quienes buscan abrirse paso entre toda la podredumbre de la izquierda bajo las banderas del socialismo y luchando por que la clase trabajadora pueda darse de un partido revolucionario con una estrategia obrera y socialista que se prepare para vencer.

En este marco es que una importante herramienta ha sido LID, no solo por el alcance internacional, sino que para reforzar la necesidad de que los pobres y los trabajadores tengamos nuestras propias herramientas de comunicación que enfrenten la prensa hegemónica. Así es que desde LID, además de darle cobertura a las protestas, buscamos enriquecer el debate político, abriendo discusiones y balances políticos con sectores de vanguardia para preguntarse ¿por qué no cae Dina? y ¿Cuál es una salida de fondo a la crisis?.

La importancia de la movilización peruana y lecciones para Latinoamérica

Vivimos una época convulsa. Atrás parecen haber quedado los años de pasividad neoliberal, donde se hablaba del fin de la historia y del triunfo indiscutido del sistema capitalista, esto parece estar llegando a su fin.

En Perú se abrió la posibilidad de que se desarrollase un camino revolucionario porque en determinado momento la situación tenía elementos transitorios abiertamente pre revolucionarios, con protestas salvajes, toma de caminos, enfrentamientos con policías, militares, además de la crisis de legitimidad de un régimen que no tenía salida para la crisis, en donde en las calles se reclamaba una Asamblea Constituyente. Habían elementos objetivos de la situación: imposibilidad de las clases dominantes de mantener su dominación, la agravación de la situación para miles de peruanos y una mayor actividad histórica independiente de las masas, acá hubo un momento particular de las movilizaciones que podía haber cambiado de curso, sin embargo las direcciones burocráticas encarnadas en la CGTP se encargaron de no desarrollar esta perspectiva.

La protesta en Perú se enmarca en una serie de revueltas y movilizaciones populares, como las ocurridas en Chile, Ecuador, Colombia, Myanmar, Haití, Irán, Estados Unidos, entre otros, e incluso como ocurre actualmente en Francia, en donde las masas, de manera espontánea salen a las calles, sin dirección ni coordinación, pero con mucha combatividad y rabia. Estas revueltas no ocurren en un escenario mundial tranquilo sino que ocurren mientras a nivel mundial se mantiene la presión de la guerra en Ucrania, que encarece los fertilizantes afectando a los agricultores de subsistencia que son la base del campesinado peruano, y de la crisis económica, con cada vez mayores altibajos con quiebras bancarias o alzas inflacionarias.

Esto tiene importancia porque las revueltas se vienen dando a nivel mundial, pero estas no triunfan, estas no se convierten en revoluciones, debido a que se dejan pasar esos momentos decisivos donde se puede torcer la balanza. El objetivo, de cara a estos procesos, pasa por quebrar el círculo vicioso de los aparatos burocráticos para desplegar una estrategia de autoorganización capaz de articular a los sectores sociales fragmentados por la ofensiva neoliberal de los años 90, una estrategia que busque unir los sectores de la clase obrera y el pueblo (incluyendo a los sectores precarios, de trabajo flexible, sindicalizados, en negro o en blanco, trabajadores racializados o sexualizados, etc. Junto al movimiento de mujeres, estudiantil, medioambiental, etc., en la perspectiva de construir un poder alternativo que derrote al Estado burgués, desarrollando nuevas instituciones para la unificación y coordinación de los sectores en lucha.

Es una perspectiva abierta, pues, en este sentido, en nuestra época, se actualiza la vieja fórmula leninista sobre las tendencias a la guerra, las crisis y las revoluciones en la época imperialista. Es decir que si hay guerras, si hay crisis económicas, y empiezan estos primeros estertores de lucha de clases más decisivas, es que también se actualizan las tendencias hacia la revolución.

Esto no significa que la revolución esté a la vuelta de la esquina, sino que requiere una profunda y decidida preparación política para mayores saltos en la lucha de clases y que estos fenómenos se desarrollen, anticipar estos procesos y estar mejor preparados requiere de una herramienta política revolucionaria, con una estrategia obrera y socialista para vencer, para llevar hasta el final las tendencias más revulsivas y llevar adelante una revolución triunfante que eche por tierra este sistema capitalista para implantar un gobierno de los trabajadores, una república obrera que entregue todos los derechos a la población, que acabe con la miseria y la explotación y que pueda instalar el socialismo, avanzando hacia una sociedad comunista donde no exista opresión, violencia, que no exista el capital, que no exista dinero, sin clases sociales ni trabajo asalariado, es decir, una sociedad donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

Esta es una tarea a la que nos abocamos como PTR, pero también a la que nos abocamos todos las organizaciones que formamos parte de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional, que en un esfuerzo militante volcó compañeros de Argentina, Bolivia, Chile y Brasil para aportar a desarrollar la perspectiva de construir un partido revolucionario en el Perú, que se mantiene al filo de la lucha en Francia enfrentando la reforma a las jubilaciones de Macron e impulsando un reagrupamiento político Revolución Permanente con referentes de la luchas sociales, pero también destacados intelectuales y artistas, que impulsamos en el seno del capitalismo norteamericano el diario Left Voice, como lo hacen nuestros compañeros en Argentina con el PTS o como buscamos desarrollar esta perspectiva en Chile desde el PTR. Conformar una corriente internacional para la revolución socialista es aún una tarea pendiente para la izquierda obrera y socialista, tarea que desde la FT buscamos desarrollar y sentar las bases, como lo hemos buscado hacer inicialmente con LID, una red de medios que opera en 7 idiomas, de una organización revolucionaria para la revolución mundial.

 
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