Hace unos diez años mi amiga Betty Jouve daba clases de Organización y Gestión Institucional en el segundo año de un profesorado de historia. Como yo era directora en una escuela, me invitó a que contestara a sus alumnos unas preguntas que habían preparado. Me presenté a la clase y comencé a saldar las dudas de lxs chicxs hasta que uno reparó en un prendedor que yo llevaba prendido de mi blusa, del lado del corazón. Era el prendedor que Amsafe Rosario nos había repartido con el rostro de Carlos Fuentealba. “Profesora, ¿de quién es el rostro de su prendedor?”, me preguntó. “Del maestro Carlos Fuentealba”, contesté escuetamente. Entonces una alumna me preguntó “¿Y quién es Carlos Fuentealba?”. Grande fue mi asombro que, a escasos cinco o seis años del asesinato de Carlos, hubiera alumnos que se preparaban para ser docentes y no supieran quién había sido. “Cuando unx se para frente a lxs alumnxs no hay que dar nada por sentado”, me decía Betty. Ese día lo había vuelto a comprobar.
Les relaté, por momentos con la voz cortada por la emoción, que había sido un albañil y militante troskysta en el sindicato de la Uocra de Neuquén, que había estudiado de noche un profesorado mientras de día seguía haciendo mezcla y levantando paredes. Les conté que había formado una familia, que tenía dos hijas. Que cuando empezó a ejercer la docencia sus alumnxs lo querían y respetaban mucho y lo habían elegido Profesor del Año. Que allá por el 2007 seguía participando de la vida de su sindicato, esta vez del sindicato docente.
Les conté que por abril del 2007, durante el gobierno de Néstor Kirchner, los docentes de varias provincias llevaban adelante planes de lucha por reivindicaciones salariales. Pero que la burocracia Celeste de Ctera con la conducción de Hugo Yasky, actual diputado por el Frente de Todos, hacía oídos sordos, en consonancia con el apoyo explícito al gobierno de Kirchner, a los reclamos de un Paro Nacional Docente que unificara todas las luchas. Por su parte, los docentes neuquinos, en medio de una heroica lucha, habían decidido cortar la ruta de acceso a Neuquén para visibilizar sus reclamos en la víspera de Semana Santa, el 4 de abril, lo que impediría el tránsito de turistas. Cuenta la leyenda, y yo elijo creer, que Carlos dudó de la efectividad de la medida, ya que los comerciantes y empresarios del turismo presionaban al gobierno neuquino de Sobisch para que impidiera el corte como sea. Pero, como buen militante, acató lo votado en la asamblea y fue uno de los primeros en llegar a la cita. Así lo relató su compañero Humberto Bas en el sitio digital Vientos del Sur:
“Y esa mañana del 4 de abril del 2007, mi ahora ex me dejó temprano en la esquina del supermercado Makro. (…) Todavía estaba oscuro y ya había gente en la esquina; algunas compañeras en la veredita de la ruta. Reposeras y sombrillas daban cuenta del axioma que si la lucha es sacrificio no tenía por qué ser tan taxativa. Hasta podría ser el picnic de semana santa. Todas mujeres, casi. Bajo el semáforo, un solo varón. Uno de campera violeta.”
La columna avanzó sobre la ruta, se realizó el corte y entonces el Gobernador Sobisch ordenó desatar una brutal represión con carros hidrantes y gases lacrimógenos. Ya los docentes estaban retirándose cuando una granada de gas lacrimógeno, disparada a corta distancia, estalló en la cabeza de Carlos Fuentealba, que al día siguiente falleció. La noticia recorrió el país y fueron ríos de tinta, de lágrimas y bronca que lxs docentes vertimos en esos días. Ante ello, la Ctera tuvo que convocar a un Paro Nacional para el lunes 9 de Abril. Así de indignante, fue necesario que asesinaran a uno de los nuestros para que la conducción Celeste se dignaran a convocar a un Paro Nacional.
Nuestra compañera Virginia Pescarmona, Dirigente de la Corriente Nacional Docente 9 de Abril/Lista Marrón lo relata así en una vieja nota de LID: “Tras el asesinato del compañero Carlos Fuentealba, una enorme ola de indignación popular recorrió el país, y se expresó contundentemente en el gran paro nacional de docentes y estatales del 9 de abril, con movilizaciones de decenas de miles de trabajadores, estudiantes, y sectores populares, que salieron a las calles en más de 300 ciudades. Fue el primer paro nacional para toda una generación de docentes estatales y privados. Pero, y a pesar de la burocracia de Moyano en ese momento oficialista y las distintas ramas de la CGT, también se expresó en las fábricas de todo el país.”
Y cada año en abril los docentes volvemos a recordar al Maestro que fue asesinado mientras luchaba por la educación pública. ¿Y por qué lo hacemos? Para que no se olvide, para que las nuevas generaciones de alumnos y docentes conozcan quién fue y por qué murió. Para que tengamos presente que hoy levantar sus banderas es dar la pelea contra la burocracia cómplice que aplasta nuestra lucha contra los Gobiernos Provinciales y Nacional que hambrean al pueblo pobre y sumergen la educación bajo los dictados del FMI.
No es casual que haya comenzado estas líneas con el relato de mi charla en un profesorado donde la mayoría de lxs alumnos se preguntaban de quién era el rostro de mi prendedor. Por eso, en los tres días hábiles de esta semana escolar, no debe quedar ningún aula, ningún patio de escuela de cada rincón del país, donde no se lo nombre. Llamo humildemente a mis jóvenes compañerxs a recordar sus banderas y a relatar a sus alumnos la historia de Carlos Fuentealba, el hijo del pueblo trabajador que empezó levantando paredes y luego fue el Profesor del Año de sus alumnos, también hijos de trabajadores y que, en medio de una lucha por la educación pública, fue asesinado por el estado defensor de los intereses de los empresarios. Y a que con orgullo volvamos a decir,
Compañero Carlos Fuentealba,
Presente!,
Ahora y Siempre!
