Cada 2 de abril, Día Mundial de la concienciación del autismo, se lleva a cabo una visibilización de esta condición, que es un trastorno neurobiológico del desarrollo. Como parte de esta tarea de visibilizar, a lo largo del mes en distintas partes del país se desarrollan varias actividades, además de una caminata en San José y otra en Cartago. Sin embargo, más allá de exponer que el trastorno del espectro autista (TEA) no es una enfermedad, sino una condición, también es importante plantear cuáles son algunas de las trabas que las personas con TEA y sus familias deben enfrentar.
Educación y salud, ¿inclusiva y accesible?
Si revisamos documentación del Ministerio de Educación Pública (MEP) podemos dar cuenta que muchos de sus postulados y metas tienen que ver con la inclusión de todo el estudiantado, partiendo del hecho de la diversidad en las personas. Esto se refleja, por ejemplo, con la incentivación de procesos educativos inclusivos que potencien las distintas capacidades y habilidades de sus estudiantes. Este panorama, junto con políticas específicas para estudiantes con autismo, plantean un escenario de igualdad y de acceso a la educación.
Sin embargo, tal como dijo Lenin muchos años atrás, la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida. Si observamos más allá de la documentación del MEP, nos damos cuenta que esa igualdad e inclusión, no están presentes en la cotidianidad de estudiantes con autismo. La misma estructura educativa pone trabas, por ejemplo, al negar la entrada a mamás de niñez con autismo al centro educativo, al no implementar procesos educativos adecuados según las capacidades de las y los estudiantes, y al generalizar la condición del autismo y no escuchar las vivencias y necesidades de cada estudiante. Todo esto es justificado por ser “órdenes del MEP a seguir”.
Y es que el problema recae en el MEP, pues las y los docentes deben trabajar en condiciones que no son óptimas: por un lado, quienes se encuentran dentro de las instituciones tienen sobrecarga laboral, están a cargo de gran cantidad de estudiantes (30 por aula), el salario es bajo, y no siempre se cuenta con las herramientas requeridas para llevar adelante el proceso educativo del estudiantado, con sus diversas necesidades; mientras que, por otro lado, hay gran cantidad de docentes en desempleo o con falta de lecciones para completar su jornada de trabajo. Frente a este panorama, a cargo se encuentra una Ministra que no tiene claro cuáles son las problemáticas y las necesidades de la población estudiantil, y que tampoco está por cambiar desde la raíz el orden de las cosas vigentes.
En el ámbito del acceso a la salud pública integral, de nuevo la frase de Lenin se hace realidad. El panorama de acceso a la salud mental desaparece cuando, por ejemplo, las citas de psiquiatría se reducen a 1 cada 6 meses, con una duración de 5 minutos, y donde la solución es bajar, mantener o aumentar la dosis de medicamento. En muchos de los casos, las familias TEA no tienen acceso a salud privada, debido al alto costo de la vida.
En general, la situación es de desigualdad: las personas con autismo no cuentan con las herramientas necesarias para solventar sus necesidades, las familias no cuentan con los apoyos suficientes, hay una constante en recortes a la educación y la salud, así como en el alto costo de la vida, y las y los trabajadores se enfrentan a sobre cargas laborales.
Este 2 de abril la visibilización también pasa por plantearnos la necesidad de una igualdad en la vida real, en cada uno de los ámbitos en que las familias se desenvuelven. Cobrar impuestos a las grandes empresas y zonas francas, para destinar ese dinero en contratación de trabajadoras y trabajadores en sector salud y educativo, así como en creación de más centros, puede abrir un nuevo panorama, tanto para brindar una salud pública gratuita, de calidad, integral, como para una educación realmente inclusiva. Una forma de hacer escuchar las necesidades, pasa por que sean las mismas personas trabajadoras, especialistas y las familias quienes tengan control político de cómo llevar adelante las decisiones educativas y de salud. Esto permitiría, por ejemplo, reducir la cantidad de estudiantes por grupo, y dar una mejor calidad en cuanto a citas médicas de salud mental. Sumado a esto, frente al alto costo de la vida frente a la precarización e informalidad del trabajo y desempleo, es importante plantearnos la necesidad de jornadas laborales de 6 horas, con salarios que cubran la canasta básica y las necesidades de las familias, para brindar una mejor calidad de vida y, porqué no, un mundo donde la igualdad no esté en el papel, sino en todos nuestros ámbitos de la vida cotidiana. |