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10 de abril de 2023 Twitter Faceboock

Libertarios
A diez años de la muerte de Thatcher: ¿cuáles eran las políticas de una de las referentes de Milei?
Redacción

Margaret Thatcher

Para el ultraliberal, la exprimera ministra británica hizo “un aporte enorme para la historia de la humanidad en términos de libertad”. Sus gobiernos fueron claves para imponer el neoliberalismo a nivel internacional, multiplicando la pobreza, la desocupación y la caída de los salarios.

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En junio de 2022 el diputado “liberfacho” Javier Milei hizo declaraciones en favor de Margaret Thatcher durante una visita a Colombia. Había ido a apoyar al ultraderechista Rodolfo Hernández en la previa al balotaje que, finalmente, perdió ajustadamente contra Gustavo Petro. Allí le dijo a la revista Semana que se siente “muy identificado, en términos históricos, básicamente con [Winston] Churchill, con [Ronald] Reagan y con Margaret Thatcher”.

Margaret Thatcher fue pionera junto a Ronald Reagan en llevar adelante toda una concepción ideológica, política y económica sintetizada en lo que se conoce como “neoliberalismo”. Sus antecedentes se remontan a la década de 1930/1940 y se revitalizaron en la segunda posguerra en Europa occidental y los EEUU como doctrina enemiga del Estado de Bienestar y el New Deal americano.

Thatcher falleció el 8 de abril de 2013 contando con tres mandatos como primera ministra, habiendo logrado que sus políticas se impongan por varias décadas. Pudo cumplir con su objetivo al aprovechar la situación que se había abierto luego de la derrota de la ola de luchas, levantamientos y revoluciones que se había abierto en 1968 y la imposibilidad de encontrar respuestas a la crisis económica de mediados de los años setenta. Por este origen es que el recetario neoliberal contiene un fanático anticomunismo y un carácter antiobrero.

Protestas del llamado "Invierno del descontento".

Una ofensiva contra los derechos laborales y sociales

La "Dama de Hierro", Margaret Thatcher, asumió el cargo de primera ministra en mayo de 1979, elecciones en las que los conservadores obtuvieron una mayoría parlamentaria, en el contexto de la crisis económica y social británica y la herencia política del gobierno laborista de James Callaghan, desgastado a partir de las movilizaciones y huelgas conocidas como el “invierno del descontento” de 1979.

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Ante el fracaso laborista, el thatcherismo ofreció otra respuesta: dejar atrás el consenso de posguerra británico (keynesianismo, nacionalización de las grandes empresas y Estado de bienestar amplio) y pasar a una firme ofensiva contra los derechos laborales y sociales para imponer “el triunfo del individuo contra el Estado”. Se propuso avanzar en un programa de austeridad (recortes del gasto social), privatizaciones, desregulación financiera y excepciones impositivas a los ricos como forma de superar el declive económico británico. A nivel internacional buscó recuperar su liderazgo reforzando su alianza con EEUU (Reagan), constituyendo un frente contra el "comunismo", a pocos años de terminada la guerra de Vietnam.

Margaret Thatcher y Ronald Reagan

Durante el primer mandato la implementación de este plan generó un efecto recesivo, desindustrialización y el aumento previsible del desempleo (uno de los “medios” para debilitar la fuerza de los sindicatos). Tuvo una línea dura e intransigente frente al reclamo irlandés que incluyó dejar morir a los militantes prisioneros del Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante las huelgas de hambre entre 1980 y 1981.

Pero fue el triunfo en la guerra imperialista y colonial de las Islas Malvinas el que le permitió, detrás del fervor patriótico, reforzar su liderazgo. Así lo recordaba la exprimera ministra en sus memorias: "No resulta exagerado afirmar que el desenlace de la guerra de las Malvinas transformó el escenario político de Gran Bretaña. (...) Yo sentía los efectos causados por la victoria en todos los lugares a los que iba."

En junio de 1983 logró ser reelegida con mayoría absoluta (ayudada por la división del laborismo) y profundizó su orientación al avanzar con las privatizaciones (British Aerospace, British Telecom, Cable & Wireless y British Aerospace, Britoil y British Gas, entre otras) y la desregulación financiera. Además se propuso, como decía, “hacer gobernable al país sin el consentimiento de los sindicatos” y eso significaba acabar con el “corazón” de los obreros británicos.

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La derrota de la huelga nacional minera dejó el camino libre para la privatización del sector y consolidó, una vez arrasados sus sindicatos y la industria pesada, los pasos dados hasta ese momento contra los derechos y la legislación laboral. Implicó el retroceso del poderoso movimiento obrero británico no sólo en términos sindicales sino que logró atomizar a la clase obrera como fuerza política y social.

Huelga mineros británicos (1984-1985).

Durante su tercer mandato propuso una reforma educativa (Education Reform Act) dirigida a las escuelas estatales, encuadrada en la competencia de cada establecimiento por los recursos del Estado (financiamiento per cápita). También impulsó una reforma más amplia del sistema de impuestos de los gobiernos locales completamente regresiva (el poll tax), que encontró una fuerte resistencia popular.

Además, enfrentó cuestionamientos al interior de su partido, que ya había dado señales de controversias frente a su política (euroescéptica) hacia la Comunidad Europea y alineamiento con EEUU frente a la crisis Libia en 1986. Esto se haría evidente en la elección del futuro candidato al cargo. Si bien derrotó a sus oponentes, lo hizo por estrecho margen y finalmente presentó su renuncia el 22 de noviembre de 1990, según afirmó, para mantener la unidad de su partido. Su legado sería preservado en sus elementos esenciales por los gobiernos conservadores y laboristas que la sucedieron.

Neoliberalismo argentino

La onda expansiva de la revolución conservadora que encabezó el binomio Thatcher-Reagan llegó hasta nuestras tierras. La transición democrática que se abrió en nuestro país, con el fantasma de la derrota en Malvinas, vino cargada del triunfalismo burgués, del “no hay alternativa” que la “Dama de Hierro” vociferaba.

La democracia argentina ya estaba contagiada del dogma neoliberal que el mundo abrazaba. Cuatro décadas después sus consecuencias son más que claras, sus efectos persisten en la decadencia nacional y el retroceso social, económico y político del país.

El menemismo y luego la experiencia del 2001 no han pasado en vano, pero los seguidores criollos de Thatcher insisten. Políticos de las nuevas derechas reaccionarias como Milei o Espert y halcones de Juntos por el Cambio (aunque no los únicos) siguen elogiando el rol del capital financiero internacional y del gran empresariado, haciendo del mercado el paraíso y del “individuo económico” un nuevo relato legitimador de la desigualdad extrema. Demonizan a la clase obrera y a las organizaciones sociales, sus acciones y formas de lucha, nostálgicos defensores de la genocida dictadura militar.

*Nota realizada en base a publicación anterior de Liliana O. Calo en este diario

 
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