La CGT está desorientada. No encuentra un interlocutor dentro de un peronismo en crisis pero tampoco en la oposición que supone gobernará después de diciembre. Mira con preocupación el agravamiento de la crisis pero no quiere que la culpen de ser parte del problema. Dice que no hay más espacio para el deterioro económico sin riesgo de descomposición social pero no hace nada para enfrentarlo.
Esa desorientación quedó expuesta este jueves. La central obrera reunió a su consejo directivo después de 7 meses. Los dirigentes llegaron con menos ganas de hablar que otras veces. Quizás el único logro que podía mostrar es que estaba “unida”: todos los sectores estuvieron en la cita. Los “gordos” de Daer, los “independientes” de Martínez, los de Barrionuevo, Moyano y la Corriente Federal kirchnerista.
Hubo otro logro, es cierto. Acordaron un documento común. Un documento que no le erra tanto en el diagnóstico: “una compleja crisis económica y social”, “una escalada inflacionaria pulveriza los salarios”, “informalidad laboral y una pobreza inaceptable”. Pero que en vez de continuar el análisis con propuestas de los sindicatos para enfrentar la situación, se convierte en una lista de consejos para quienes son responsables de todos esos males.
¿Qué propone la CGT? Por un lado, “la convocatoria de un gran consenso político, económico y social que permita alcanzar acuerdos básicos para el diseño de un programa de mediano y largo plazo”. Por otro, un “programa de programa de mediano y largo plazo” que va desde reclamos obreros elementales como reducir la inflación, a medidas que podrían reclamar sectores empresarios como “la defensa del aparato productivo nacional” o “las prácticas exportadoras con valor agregado”.
Pero mientras los sectores empresarios toman medidas contundentes para ganar en medio de la crisis (lockout, chantaje sojero, remarcación, corridas bancarias), la CGT no mueve un pelo. Ni por las "medidas urgentes" que dice ni por el "programa de gobierno" que propone. La CTA tampoco, por si hace falta aclarar. Le piden consenso a quienes no paran de golpear.
En la conferencia de prensa posterior a la reunión, hablaron los principales dirigentes. Héctor Daer pidió a la “dirigencia política generar las condiciones de tránsito democrático hacia las futuras elecciones y hacia el gobierno que fuere electo de la mejor manera". Además le dijo al poder económico que no genere "ni condicionamientos ni bravuconadas". Casualidad o mensaje, “bravuconada” fue la palabra utilizada por Horacio Rodríguez Larreta en el foro de empresarios en Llao Llao para diferenciarse de los “halcones” de la oposición de derecha.
Por si quedaran dudas, Daer criticó a quienes “hablan de ’dinamitar todo’, de ’levantar el cepo’, sin tener el correlato de cómo se resuelven las cuestiones de índole social". Quienes hablaron en estos términos en los últimos días fueron justamente Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
La CGT está desorientada pero intenta afinar la puntería: si en el peronismo hay olor a derrota, más vale empezar a mandar señales a quienes se postulan para sucederlo. De preparar una lucha contra esos planes de ajuste, sean de shock o graduales, ni hablar.
O sea que seguirá en modo "paz social" hasta que duela. Como dijo Nicolás del Caño este martes en momentos en que se reunía el sindicalismo peronista, "la CGT no hizo nada frenar la caída salarial, es cómplice del ajuste".
Para avanzar en su campaña por el “consenso”, Daer anunció un acto por el Día de los Trabajadores para el 2 de mayo en el estadio de Defensores de Belgrano. Será el primer acto electoral de la CGT. La izquierda y el sindicalismo combativo, en cambio, se reunirán el mismo 1° de Mayo en la Plaza de Mayo. Entre los puntos de la convocatoria estarán el reclamo a la CGT y la CTA que rompan el “consenso con el FMI” y convoquen un plan de lucha. |