La construcción de una nueva central nuclear en Argentina con tecnología China es un tema de vieja data, en su génesis se trataba de dos centrales, una en base a uranio levemente enriquecido (tecnología que ya domina argentina) y otra con combustibles de uranio enriquecido, la cual constaría de una entrega “llave en mano” de tecnología que se desarrolla en el país asiático e implica de mínima una negociación para la transferencia de tecnología que permita la producción de los combustibles en Argentina, ya que no es la tecnología que se usa actualmente en las centrales nucleares en funcionamiento, y en todo caso genera una nueva dependencia. Durante el macrismo, durante la gestión de Juan Gadano como subsecretario de energía nuclear, el primer proyecto se dio de baja junto a la paralización de la Planta Industrial de Agua Pesada de Neuquén, la cual sigue peleando su reactivación. De esta manera quedó solo el proyecto Chino, un prototipo de central de potencia PWR (pressurized water reactors) de nombre Hualong. Este proyecto conlleva parte de las apuestas de China de desembarcar con la provisión de tecnología nuclear en latinoamérica y sería la primera vez que el gigante asiático construya una central fuera de sus fronteras lo cual persiguen como una forma de dar prestigio a la tecnología nuclear China y así exportar en otras partes del globo.
Luego de la visita de Alberto Fernández a EEUU, comenzó a circular fuerte la versión de que peligraba la realización siquiera de este último proyecto. Esto se desprendía de que en lo inmediato no se observó ninguna flexibilización sustantiva del acuerdo con el FMI y que según ciertas versiones publicadas en diarios oficialistas se trataría de una demanda de dicho organismo, para que Argentina sea un aliado en frenar el desembarco de las inversiones Chinas para el sur de América, lo que contempla la construcción de la central Hualong y la explotación de recursos naturales como el litio entre otros proyectos.
Si no hiciera falta mayor tutelaje de parte del imperialismo yanqui, El martes 11 de abril arribó al país Christopher Hanson, presidente de la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU, con el objetivo similar al de sus predecesores, lograr que Argentina desista de la colaboración del país asiático para la construcción de una nueva central nuclear.
Si tenemos en cuenta las palabras de la comandanta Laura Richardson sobre los recursos naturales todo indica que esta presión es lo suficientemente real como para tenerla en cuenta.
Otra de las actividades que siguen de cerca los principales actores del sector nuclear a nivel mundial es la construcción del prototipo CAREM, este se trata de un pequeño reactor modular, de una menor generación de energía en comparación a las típicas centrales nucleares de potencia pero de un bajo costo de construcción y de un menor tiempo de obra. En el último tiempo, donde la transición energética y la descarbonización de la generación de energía le han dado un nuevo protagonismo a la industria nuclear, el prototipo desarrollado y construido en Argentina es mirado con recelo por parte de las principales potencias ya que es el único proyecto en el mundo que, a pesar del ajuste y la desinversión de los distintos gobiernos que pasaron, ha avanzado hasta la etapa de construcción. Sus características técnicas permiten que sea instalado en lugares remotos, y tiene condiciones de seguridad superiores a los proyectos que hoy están solo en planos.
En esta disputa geopolítica, que se traslada a nuestro país ya sea por los recursos naturales, o potencialidades tecnológicas, es donde el régimen político capitalista creará nuevas condiciones de dominio. Es harto conocido, ya sea por su prepotencia imperialista o por todos los sucesos históricos que se han vivido en Latinoamérica que Estados Unidos tiene pretensiones de “dueño” sobre las actividades en lo que consideran su patio trasero.
En el caso de China, que hoy aparece como un particular desafiante de la hegemonía estadounidense, no escapa de episodios cuestionables en su accionar en todo el globo. Si bien son menos conocidas, los pasivos ambientales generados por su explotación de recursos naturales en continentes como África son un botón de muestra de lo que implica su accionar. Hoy mismo ya son de los principales activos en la minería de Litio en el norte, beneficiándose de las riquezas producidas en el suelo argentino.
La soberanía atada al FMI
Los macristas dijeron que el FMI había cambiado, que era otro. Los peronistas que hicieron campaña contra la estafa macrista no hicieron más que convalidarla, “queremos pagar pero creciendo” y otras frases por el estilo. Pero el Fondo sigue siendo el Fondo, un organismo creado para sostener una cadena de dominio imperialista, que no le tiembla la lapicera para financiar la fuga de capitales, o ahora para incidir en los intereses geopolíticos de EEUU. Esta es una comprobación más de que no existe soberanía atados al régimen del FMI.
Tal es el grado de sometimiento, que tiene que ser expresado por los mismos funcionarios oficialistas en las redes, “el sector nuclear sin rumbo” escribía en un tweet el vicepresidente de CNEA, Diego Hurtado, el 9 de abril ante las noticias de las visitas extranjeras. Llama la atención ya que fueron decenas de señales por parte de este gobierno de que entre la soberanía y el FMI, eligió al último. Esto aplica también para las corrientes políticas del Frente de Todos como el PCR con responsabilidad en ATE, que se rasgaban las vestiduras por una cuarta central nuclear con tecnología argentina “tipo Candu” (una tecnología desarrollada en Argentina como la que se usa en la central nuclear de Embalse), hasta lo ponían en sus materiales de campaña electoral por Alberto Fernandez en el 2019!. Hoy se convirtieron en gerentes de las principales áreas de la CNEA luego de ser delegados de ATE durante años, gestionando el ajuste del FMI.
¿Se necesita “gestión” o independencia política?
Un tema tan sensible como el nuclear merece una discusión amplia y sin el velo del capitalismo para encontrar su mejor forma de resolverse. Pero en primer lugar los trabajadores en Argentina tenemos una tarea primordial para terminar con la dependencia y el atraso, es terminar con la sangría de la deuda del FMI. Del 2019 para acá se comprobó largamente lo que desde la izquierda junto a nuestros referentes Miryam Bregman y Nicolás del Caño denunciamos en cada espacio posible, el acuerdo con el FMI es una estafa y una cadena mas de dominación del imperialismo sobre nuestras espaldas. Este acuerdo no solo conlleva ahora el saqueo de los pagos por los cuales se van miles de millones de dólares del país, sino que muestra su verdadera cara, la imposición de utilizar su poder para vetar la utilización de determinadas tecnologías en función de sus disputas geopolíticas.
El valor del financiamiento de China para la construcción de la Hualong es de 8 mil millones de dólares, ¿cuántas centrales se podrían construir si no se tuvieran que destinar miles de millones a pagar la deuda?. Como denunció Nicolas Del Caño en la cámara de diputados, durante el gobierno del FDT hubo 45 mil millones de superávit, ¿adonde fueron esos dólares?. Pues escondidos entre pagos de deuda al FMI e intereses, pagos por la deuda con otros acreedores y la financiación de la fuga de capitales.
La salida es por izquierda
Mientras las distribuidoras, generadoras y transportistas de energía se ríen en nuestra cara con los cortes de luz, mientras se llevan miles de millones en recursos naturales como el Litio, existe una posibilidad de pensar distinto.
La propuesta de la expropiación de todas las empresas privatizadas y la puesta en pie de una empresa estatal única de energía, es necesaria para que sea gestionada por trabajadores y usuarios, donde puedan tener intervención las universidades y organismos relacionados con la Ciencia y Tecnología junto a los trabajadores técnicos y profesionales del sector que tienen una gran acumulación de conocimientos en este área.
Esto nos permitiría tener una decisión democrática sobre qué tipo de energía necesitamos, como planear estratégicamente una matriz energética que contemple la energía nuclear como una de las alternativas a desarrollar. Y cuales son las vías para que ese desarrollo sea sustentable sin dañar el medio ambiente, planeando una transición energética a medida de las necesidades actuales del planeta. Y sobre todo, que la provisión de energía eléctrica sea un derecho y no un negocio para unos pocos. |