En el acto de este martes en Defensores de Belgrano, la CGT habló por primera vez de discutir una reducción de la jornada laboral, sin sonrojarse por exigir al mismo tiempo un "pacto social". Con el ministro de Economía, Sergio Massa, ausente con aviso, y sin Pablo Moyano y gremios afines al kirchnerismo en medio de las disputas por los armados electorales del peronismo, los dirigentes sindicales evitaron nuevamente convocar a un paro general y un plan de lucha ante la crisis que atraviesan las mayorías trabajadoras.
En el documento leído en el acto, la CGT planteó "El sindicalismo en general y el argentino en particular se pone al frente también para discutir un esquema de relaciones laborales que debata la reducción de la jornada laboral, como un instrumento que estimule el empleo y distribuya mejor el beneficio extraordinario del capital".
Se trata de una novedad en el giro discursivo de la central sindical, cuando algunos sindicalistas pertenecientes a la CGT, como Andrés Rodriguez de UPCN rechazaron tiempo atrás cualquier alternativa semejante. Sin embargo, la necesidad de reducir la jornada laboral es un tema en el que "el sindicalismo en general" en el país y en el mundo vienen debatiendo hace rato. El Frente de Izquierda (FITU) en particular propuso bajar la jornada a 6 horas, 5 días por semana, para repartir el trabajo entre ocupados y desocupados sin afectar el salario y con un salario que como mínimo alcance para cubrir la canasta familiar.
Asimismo, ese párrafo del documento cegetista fue la única referencia escrita al tema, dejando en claro que no se trata de afectar de ninguna manera la ganancia capitalista, sino de "distribuir mejor" el "beneficio extraordinario", y sin plantear los medios para conquistar tal reducción de la jornada ni más especificaciones.
No obstante, durante el acto hubo dos menciones más. El dirigente Carlos Acuña (estaciones de servicio) fue el primer orador e hizo referencia concreta al asunto, planteando "bajar la jornada laboral de 8 horas a 6 para que en lugar de que haya 3 puestos de trabajo pasen a ser 4".
Luego, en el cierre, Héctor Daer (Sanidad y cotitular de la CGT) propuso "acabar con la jornada laboral semanal de 48 horas", a la que calificó como "una antigüedad porque la productividad de hombres y mujeres se multiplicó exponencialmente". "Cuando hablamos de productividad tenemos que arrancar por ahí porque si un hombre y una mujer producen mucho más que cuando se pusieron las 8 horas de trabajo y las 48 semanales habrá que discutir y cambiar esto".
¿Cómo supone la CGT conquistar la reducción de la jornada sin luchar?
Argentina tiene una de las jornadas legales de trabajo más extensas del mundo: las 8 horas diarias, 48 horas semanales. Esa regulación legal no se modifica hace casi un siglo a pesar de que “cambió el mundo”, avanzó la productividad, se produce cada vez más en menos tiempo de trabajo.
¿Cuántos puestos se pueden crear con la reducción de la jornada en las grandes empresas? El equipo de economistas del PTS-Frente de Izquierda, que asesora a Myriam Bregman y Nicolás del Caño, estima que solamente si se aplicara la reducción de la jornada laboral a 6 horas, 5 días a la semana, en las 12 mil empresas más grandes del país se podrían generar un millón de nuevos puestos de trabajo. Esto mismo es lo que afirmó también Bregman este lunes en el acto por el día internacional de los trabajadores que convocó el Frente de Izquierda, como propuesta para terminar con la desocupación y el empleo precario.
Así también lo afirmó el jóven trabajador ferroviario en Francia, Clément Allochon, invitado al acto del 1 de Mayo en Plaza de Mayo por el Partido de los Trabajadores Socialistas (FITU): "El presidente Macron nos quiere hacer trabajar 2 años más y vivir peor. ¡Nosotros decimos que queremos trabajar menos y vivir mejor!"
Pero una medida de este tipo afectaría las ganancias de los capitalistas. Sus planes apuntan, de hecho, a hacer todo lo contrario: profundizar el ataque al salario presionando por una mayor devaluación del peso y una reforma laboral regresiva para flexibilizar el empleo. Estas son las propuestas que levanta la derecha de Juntos por el Cambio y de sectores del peronismo y que encuentran su máxima expresión en la propuesta de dolarización de Javier Milei.
Los empresarios se oponen rotundamente a cualquier iniciativa de reducción de la jornada laboral que busque repartir el trabajo entre ocupados y desocupados. Ponen el grito en el cielo y repiten que no es posible. No podía ser de otra manera. Cualquier medida que cuestione -aunque sea parcialmente- sus intereses y sus ganancias será resistida.
De esta forma, lograr la efectiva reducción de la jornada laboral implicará una lucha organizada por parte de la clase trabajadora, así como un control de los trabajadores en los lugares de trabajo para evitar las maniobras que probablemente hagan las patronales. Los dirigentes sindicales, ¿van a estar a la cabeza de esta lucha?
Su rol cómplice en el ajuste durante los años del macrismo y ahora ante el del gobierno del Frente de Todos con FMI, sin pelear por recuperar el poder de compra de los salarios que se perdió en estos años y que se siguió deteriorando, sin convocar a luchas para enfrentar los despidos durante la pandemia, ni para terminar con la precarización laboral que es la que explica la mayor parte de los puestos de empleo generados, parecería indicar todo lo contrario.
La reducción de la jornada laboral, como la que logró las 8 horas en Argentina y en el mundo, históricamente se logró con lucha. Como planteó Karl Marx hace ya muchos años, “la fijación de la jornada laboral normal es, por consiguiente, el producto de una guerra civil prolongada y más o menos encubierta entre la clase capitalista y la clase obrera” (Karl Marx, El Capital, p. 361).
Trabajar menos, trabajar todes: la propuesta de la izquierda
El Frente de Izquierda Unidad propone trabajar 6 horas diarias con cinco días laborales a la semana, es decir treinta horas semanales, sin reducción salarial y con un salario mínimo igual a la canasta familiar. La propuesta apunta a que nadie se quede sin empleo. Es para que trabajemos todos. Pero además para que lo hagamos con todos los derechos, por eso también el planteo es pelear por el fin de la tercerización laboral, con el pase a planta permanente de esos trabajadores y trabajadoras.
Para la izquierda, la propuesta de la reducción de la jornada laboral es inseparable de la lucha por absorber a todas las trabajadoras y trabajadores desocupados en la perspectiva de imponer el reparto de las horas de trabajo. Se podría generar una gran cantidad de nuevos puestos para terminar con la desocupación y garantizar trabajo genuino a quienes hoy no tienen más alternativa que recurrir a los planes sociales como forma de supervivencia.
No se puede aceptar la generación de un ejército de desocupados crónicos e indigentes, que las empresas usan como extorsión para que los que sí tienen empleo se vean obligados a agachar la cabeza frente a los recortes salariales, jornadas extenuantes, mayor intensidad en el ritmo de producción u otros cambios regresivos en las condiciones laborales.
En la actualidad, con el desarrollo de la tecnología, se podría reducir progresivamente la jornada de trabajo, y que las mayorías puedan utilizar el tiempo libre para la cultura, el arte o la ciencia. Pero para ello hay que discutir quién dirige la producción y en función de qué fines. En manos de los empresarios -cuyo fin es mejorar sus ganancias a costa de la explotación del trabajo asalariado- el rol es otro. Esta es la propuesta de la izquierda para terminar con los flagelos que son para los trabajadores la precarización, la pobreza y la desocupación.
Que la reducción de la jornada vaya acompañada de un reparto de las horas de trabajo implica afectar la ganancia empresaria para asegurar el empleo. Por eso, más que un saludo a la bandera para cubrirse ante la complicidad al ajuste como hace la CGT, la demanda exige una lucha organizada de la clase trabajadora. Su conquista parcial hará necesario un control de los trabajadores en los lugares de trabajo para evitar las maniobras patronales. La conquista duradera y generalizada, necesariamente, planteará la lucha por un gobierno de trabajadores.
Esta propuesta está asociada también al impulso de un plan de obras públicas para generar empleo, pero también para construir las viviendas que se necesitan para terminar con el déficit habitacional que padecen tres millones y medio de familias en nuestro país desde hace años. Además, permitiría desarrollar las obras de extensión de las redes de agua, cloacas, electricidad y gas, o las escuelas y hospitales necesarios, en función de una planificación urbana racional orientada a atender las necesidades sociales.
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