Transcurridas 4 fechas del calendario de la máxima categoría estadounidense de monopostos, el equipo Juncos Hollinger Racing presentó el auto con el que correrá Agustín Canapino en el tradicional óvalo de las 500 millas de Indianapolis. Argentinidad al palo, en busca de un negocio redondo para las principales firmas norteamericanas y los grupos empresarios nacionales.
El equipo Juncos Hollinger, del cual es co-propietario el argentino Ricardo Juncos, presentó el auto con el que correrá Canapino en las 500 millas de Indianápolis. Con el sponsoreo de AFA, el auto lucirá los colores de la camiseta argentina, las 3 estrellas mundialistas y hasta con el leit motiv “Muchachos” en los deflectores que delinean una suerte de guardabarro trasero, algo distinto de Indycar respecto de la Fórmula 1 y que se usa para eliminar la resistencia de las ruedas traseras.
Indycar es la máxima categoría de monopostos de Estados Unidos, que a distinción de la F1 corre muchas fechas de su calendario en óvalos de alta velocidad, como el mítico de Indianápolis. En esta categoría han corrido grandes pilotos de jerarquía mundial como el propio Fernando Alonso, Nigel Mansell, Emerson Fittipaldi, Mario Andretti, Jacques Villenueve, Jim Clark o Graham Hill, por mencionar solamente a grandes campeones de la Fórmula 1.
Es claro que Indycar tiene su atracción y su propio mercado, que hoy por hoy está en expansión. El último campeón, Will Power, es australiano, el último ganador de las 500 millas en 2022, Marcus Ericsson, quien lidera el campeonato 2023 es sueco. También hay neocelandeses, brasileros, holandeses, españoles, mexicanos, ingleses, franceses, canadienses, el legendario japonés Takuma Sato… y el argentino Agustín Canapino. En épocas donde el imperialismo norteamericano necesita cuidar de su patio trasero ante la competencia europea y china, siguen expandiendo el mercado latino.
Canapino sigue a prueba… mientras el negocio reditúe
Agustín tuvo debut con suerte: en el callejero de San Petersburgo, llevando el auto a buen puerto, llegó 12do. Misma colocación logró en el debut en superóvalos como el de Texas. Y con eso comenzó a llamar la atención de los propios pilotos y fans americanos de las carreras. Desde ya, el propio mercado latino ayuda. En esta categoría existe una suerte de solidaridad hispano-hablante, un poco real y un poco propiciada por los medios de comunicación para seguir expandiendo este deporte motor en el cono sur americano. Canapino comenzó a ligarse a sponsoreos con el cual ya ha hecho incluso propaganda en las redes, como las de “Capuccino with Canapino”, propiciadas por la propia empresa NTT Indycar Series. Se trata de una suerte de gag donde exhiben al “Titan” de Arrecifes con un café mientras comenta algo de su historia automovilística en Argentina.
En la tercera fecha, en el mítico Long Beach donde Norberto Fontana diera cátedra en el año 2000 hasta que por un error chocar frente a los muros del callejero, saltó la ficha argenta y una preocupación para la propia firma Indycar. Es que, por decisión del equipo, Canapino no entra a boxes en una situación de Pace Car, por lo que con gomas desgastadas y debiendo una parada en boxes, queda en primera posición momentáneamente, hasta el relanzamiento. El equipo Juncos planteó una estrategia para Canapino que no tenía ninguna justificación material, dado que rápidamente fue superado por muchos autos por el bajo rendimiento de sus gomas usadas. Lo cierto es que Canapino estuvo en primera plana de la TV por media vuelta, hasta que, por un error de su compañero de equipo, el inglés Callum Illot, quien evitando que le saquen una vuelta, demoró al propio “Titán”. Lo demás es historia, Canapino rompió la suspensión y debió abandonar. Pero en redes sociales saltó la vibra argenta rápidamente: “el que no salta es un inglés” está en todas las tribunas, en este caso no iba a ser menos. Ante semejante bola de comentarios contra el piloto inglés en las redes, hasta la propia Indycar, obligando al Juncos Hollinger Racing, sacó un comunicado repudiando en general los dichos en redes por tratos racistas.
No es que la empresa Indycar Series le preocupe realmente una vida democrática entre los pueblos: entre las principales empresas de este negocio están la Chevrolet y Honda, menudos imperios basados en la explotación y saqueo de diversos pueblos del mundo incluyendo, claro está, Argentina. Pero el interés por llegar al mercado argentino es creciente. En septiembre vendrán nuevos pilotos y equipos a probar en el autódromo Termas de Río Hondo, en Santiago del Estero. Existe un interés en traer una fecha del calendario 2024 a Argentina. Para eso, como pide el comunicado de Indycar, hay que hacer “buena letra”.
Automovilismo argentino: plagado de épicas
El imperio yanqui vio algo en la propuesta de Juncos de traer a un piloto argentino a la categoría. Es que el segundo deporte más popular de Argentina, luego del fútbol, está plagado de épicas. Desde la propia historia de Ricardo Juncos, un pequeñoburgués que sale de la Argentina de 2001 con un puñado de dólares como mecánico de kartings para terminar montando un equipo de la máxima categoría. Esa historia tiene su propio capítulo en la clasificación de Indianápolis de 2019, donde luego de un accidente grotesco, el equipo puede recauchutar el auto a contra-reloj birlándole a Fernando Alonso la posibilidad de disputar ese gran slam automovilístico. Ni hablar de las épicas que lleva consigo Agustín Canapino y todo el automovilismo nacional. Son esas narrativas las que alimentan ilusiones, afectos y mucho dinero.
Toda la atención del mundo fierrero estará puesta en las 500 millas de Indianápolis, que correrá su 107° edición el 28 de mayo. Para lograr correr en la misma, Canapino deberá una semana antes entrar dentro de los 33 primeros clasificados, sobre 34 competidores. Algo que el propio Alonso no pudo concretar, tampoco en su momento el quíntuple campeón mundial de F1 Fangio.
Canapino demostró en Texas que los óvalos le sientan mejor que los autódromos tradicionales o callejeros. Su objetivo será primero clasificar entre los 33 y luego llegar a la bandera a cuadros. Todo lo demás, podrá venir de “yapa”. Lo cierto es que en el tradicional óvalo del “Brickyard” (apodado así por haber tenido el pavimento construido por ladrillos), habrá un piloto argentino, con un auto de banderas mundialistas. Capaz que luego del legendario “Ladies and gentleman, start your engines” que dé inicio a la carrera resuene la afamada letra de “muchaaaachos”. Quien dice… con tantas épicas, ilusionarse no cuesta nada, menos que menos si de deporte se trata.