Oficialismos de la cancha inclinada
Con los resultados de las elecciones provinciales de este domingo en Jujuy, Misiones y La Rioja varios titulares eligieron reflejar que “ganaron los oficialismos”. En un intento por bajarle el precio al descontento social con la política tradicional, y llevar algo de tranquilidad a un convulsionado e incierto escenario electoral. Sin embargo, el primer dato que debemos recordar es que prácticamente todos los distritos del país (a excepción de CABA y la provincia de Buenos Aires) decidieron desdoblar sus comicios de la elección nacional que tiene su primer round de PASO el 13 de Agosto. Este fenómeno ocurre cuando las principales coaliciones, sean oficialistas u opositoras, no quieren “pegar” sus disputas territoriales con las y los candidatos nacionales de sus propios espacios. Pesa en ellos mismos la desconfianza de que puedan ser “piantavotos” y les hagan perder volumen en sus provincias.
Aplica tanto a Juntos por el Cambio como al Frente de Todos, que buscarán “provincializarse” todo lo que puedan hasta que llegue el turno de la disputa presidencial. Separarse de los gobiernos nacionales que fracasaron que llevan su propio sello y los nombres de Macri y Fernández. Que la bronca generalizada contra la inflación, la pérdida de poder adquisitivo, el trabajo informal sea dirigida a otros responsables. A pesar de que sean parte de las mismas fuerzas políticas, o sean aliadas de alguna de ellas (como el caso de Misiones con el Frente de Todos).
El desdoblamiento tiene otro condimento no menor a favor de los grandes aparatos políticos (y especialmente para los oficialismos): en la mayoría no hay espacios televisivos y en medios de comunicación gratuitos para difundir candidatos, candidatas y propuestas de campaña. En el caso de Jujuy ni siquiera hay financiamiento para la impresión de boletas. Un mecanismo que, sumado al sistema de colectoras y otras trampas del estilo, configuran elecciones provinciales con la cancha inclinada desde el vamos. Las listas empujadas por el financiamiento de grandes empresarios, o ligadas a los medios de comunicación provinciales, corren siempre con ventaja.
Este es el contexto de los triunfos de Juntos por el Cambio en Jujuy (Carlos Sadir), el Frente de Todos en La Rioja (Ricardo Quintela), y el Frente Renovador de la Concordia en Misiones (Hugo Passalacqua).
La esperanza por izquierda
Todos estos factores le agregan valor a una elección histórica de Alejandro Vilca (PTS-Frente de Izquierda) en Jujuy con casi el 13%. A pesar de tener que sortear un sin fin de irregularidades y maniobras, es el resultado más alto que obtuvo la izquierda a gobernador en todo el país desde 1983. En San Salvador superó al peronismo, quedándose con el segundo puesto en donde se concentran las barriadas populares y trabajadoras. El crecimiento de la izquierda, comparada con las anteriores elecciones a gobernador, es de grandes proporciones: del 2,89% en 2015, al 3,30% en 2019, ahora se multiplicó a casi 13%. El peronismo, que fue dividido en tres listas, retrocedió 11 puntos respecto a 2019.
El desarrollo de la izquierda en Jujuy no cae del cielo: mucho tiene que ver con distintos procesos de organización y lucha en la provincia de los que es parte. Entre los peones rurales, en los ingenios como Ledesma. Las docentes, trabajadores y trabajadoras de la salud. Hay detrás de esta elección un proyecto colectivo, conciente y militante, que interpela a ese malestar social que se extiende en todo el país, buscando una salida de otra clase. “Ustedes son la esperanza”, resumió una docente jujeña.
Algo de esto ya se había expresado en las elecciones legislativas del 2021 cuando Alejandro, coya y recolector de basura, obtuvo el 25% de los votos ingresando como diputado en el Congreso, compartiendo la bancada junto a Myriam Bregman y Nicolás del Caño, referentes del mismo partido. Militante socialista del PTS, trabajador y de una familia humilde, Vilca es identificado como alguien que “viene de abajo y sabe lo que es ganarse el pan de cada día”.
Hay historias y anécdotas de la campaña de la izquierda que no son noticia pero reflejan algo de lo que pasa por abajo. En una actividad en Humahuaca en abril, llega un hombre y se presenta: “Mi nombre es Héctor, caminé 2 horas para llegar hasta acá, al local y poder escuchar a Alejandro”. Contó que venía del campo y se enteró de la reunión por radio: “soy casero, cuido una finca y ojalá que mi patrón me pague hoy, porque si no, no sé cómo voy a hacer”. No faltaron las mujeres decididas a cuidar las boletas del Frente de Izquierda el mismo domingo, aunque “la señora no me de permiso” como escribió por whatsapp una de ellas. O pibas de los colegios secundarios que ven en Vilca alguien que “te insta a soñar, a motivarte, a creer que sí se puede”.
A la hora de pensar las reconfiguraciones sociales y políticas que se ponen en juego en las elecciones del 2023, las características que rodean a la izquierda sobresalen. Especialmente, si se las compara con el llamado “factor Milei” que hoy aparece capitalizando más electoralmente el descontento con los sucesivos fracasos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Los resultados de este domingo vinieron a relativizar el peso electoral libertariano: en Misiones y en Jujuy sus listas obtuvieron malísimos porcentajes (al igual que sucedió en Neuquén). En La Rioja, donde Milei más apostó a un candidato, vendieron un resultado que terminó siendo un bluff. Martín Menem, sobrino del ex presidente que dejó un país en ruinas con su dolarización y las privatizaciones en los ‘90, quedó lejos en un tercer lugar. El próximo domingo, Javier Milei se juega en Tucumán otra de sus apuestas fuertes provinciales. Será con la lista que encabeza Ricardo Bussi, del tradicional partido fundado por genocidas de la dictadura.
Más contradictorio aún es que detrás de la figura de Milei, está la mano de sectores del establishment (por ahora) interesados en que instale una agenda a la derecha, pero no mucho más. Por decisión o debilidad, lejos está de ser una fuerza política nacional y menos aún organizada. Al punto de que ni siquiera han logrado presentar una sola lista a centros de estudiantes de la UBA, por poner un ejemplo. Si las expresiones electorales del hartazgo social no pueden ser tomadas como definitivas ni absolutas como dijimos en otra oportunidad, vale más todavía para opciones unipersonales de dudosa permanencia en el tiempo.
La izquierda no solo está en las antípodas ideológicas del promotor de un ajuste de shock y la dolarización, también lo está como proyecto colectivo que echa sus raíces en sindicatos, centros de estudiantes, en los barrios de todo el país. En escuelas, universidades, fábricas, dependencias estatales, así como en movimientos masivos de lucha como el de las mujeres y la diversidad. En momentos donde la fractura y el malestar social se respira como un aire denso, las representaciones políticas tradicionales trastabillan, el rechazo a nuevos ajustes contra las mayorías amenazan con tomar otro color. Hay relaciones de fuerza en disputa, e implican precisamente contar con “fuerzas”. Que el Frente de Izquierda haya consolidado su lugar durante varios años ligada a procesos de organización y lucha con una militancia desde abajo, es un factor que será cada vez más determinante en el país que viene. Como dijo Fernando Rosso en El DiarioAr, "En Jujuy la rebeldía no se volvió de derecha, en todo caso quedó demostrado que la rebeldía es un campo de batalla".
Con el diario del lunes
Hay un modus operandi en el que coinciden el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Exprimir al mango la “provincialización” de cada elección desdoblada es directamente proporcional a sacarle el jugo para “nacionalizarla”... una vez que está el resultado.
Jujuy fue utilizado como escenario de la interna cambiemita. El radical Gerardo Morales, que todavía se mantiene como presidenciable, copó el acto del festejo acompañado de Horacio Rodríguez Larreta (PRO), Martín Lousteau (Evolución Radical) y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). El mensaje estuvo en esos nombres que dieron el presente alimentando la hipótesis de una fórmula presidencial Larreta-Morales. También hablaron las ausencias. Ni Mauricio Macri ni Patricia Bullrich del PRO. Otros faltazos fueron los socios radicales del “tandem halcón” como el mendocino Alfredo Cornejo, o el formoseño Luis Naidenoff. El todavía gobernador Morales, aprovechó hasta para meter cuña en la interna porteña. Cuando presentó a Martín Lousteau, mirando al actual jefe de gobierno de CABA, dijo: “Este es el que te va a reemplazar”. El territorio porteño es la zona caliente de batalla al interior del PRO.
La novedad es que empezaron a aparecer voces que presionan a Juntos por el Cambios para unificar candidaturas. El cálculo es para evitar un escenario de primarias donde Milei podría ser el candidato individual más votado. Aunque la suma de la interna de la coalición lograse superar a Milei, especulan que las internas los dejaría debilitados para la disputa en octubre. Un pedido que parece muy difícil de atender con los niveles de fuego cruzado y las múltiples aspiraciones que reinan en su interior. Ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo para formalizar el poco sorpresivo ingreso del liberal José Luis Espert a la alianza, que agregó otro motivo para trenzar a Larreta y Bullrich. Este domingo, la presidenta en licencia del PRO, tuvo un revés al quedar involucrada en una sospechosa operación que borró datos del celular de una testigo de la causa por el intento de asesinato de la vicepresidenta.
Del lado del Frente de Todos, el resultado de Misiones busca ser capitalizado por Sergio Massa. El ministro de economía supo construir estrechos vínculos con el espacio liderado por Carlos Rovira que triunfó allí este domingo. Rovira estaría buscando apoyos en varios gobernadores para impulsar su candidatura presidencial. Mientras Massa sigue con su plan de ajuste y pasa la gorra por Estados Unidos, China y Brasil (sin mucho éxito aún) para aguantar los próximos meses, no se priva de utilizar cada resquicio para su empuje como candidato. Ya había logrado una foto con los gobernadores electos de Rio Negro (Weretilneck) y Neuquén (Figueroa), también de espacios provinciales del estilo de Misiones.
Desde La Rioja, se anotó un punto Wado De Pedro. El gobernador reelecto Quintela, viene de pedir públicamente que el camporista ministro del interior sea candidato a presidente. Alberto Fernández viajó este lunes para subirse al primer triunfo provincial del oficialismo, aunque todo lo que hace tiene olor a decorado.
En la coalición de gobierno reaparecieron los rumores alrededor de la candidatura de Cristina Fernández. Con encuestas en mano, y la posibilidad de un peronismo relegado a un tercer puesto, ven en la vicepresidenta la chance de revertir lo que sería una catástrofe. La contradicción en su espacio está en que sea ella también la cara de una posible derrota, poniendo en riesgo su legado. Ir a una PASO tampoco le hace ninguna gracia al cristinismo, porque sería ir a revalidar su peso en el peronismo en un momento malo de final incierto. La hipótesis de una Cristina Fernández candidata a Parlasur, a los efectos de que aparezca en la boleta, es el nuevo rumor en el camino de opciones que no terminan de cerrar. El “operativo mal menor” parece teñir al Frente de Todos sin ningún entusiasmo. El próximo 16 de mayo será el Congreso Nacional del PJ donde se reencontrarán las tribus de la coalición. Las definiciones puede que sigan en observación para esa fecha.
Entramos en tiempo de descuento para el cierre de listas y candidaturas. Tiempos que en la política argentina pueden ser una eternidad. La rosca de la política tradicional es eso que pasa mientras la polenta subió 47% en apenas cuatro meses del 2023. Mientras mayo será otro mazazo a los bolsillos por los nuevos aumentos de luz y gas, transporte, combustibles. Todas subas que decidió el gobierno del Frente de Todos, y colaboran a “formar precios” en la escalada inflacionaria. Mientras el Banco Central está seco de dólares, aunque las grandes empresas continúan usándolos para pagar sus deudas (ahora se sumó Pampa Energía).
El diseño de listas y candidaturas concentra la atención y las disputas de dos coaliciones degradadas, mientras en los hechos sigue corriendo un solo programa de gobierno. El del FMI. |