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La Izquierda Diario
12 de mayo de 2023 Twitter Faceboock

Estados Unidos
Biden refuerza medidas restrictivas contra migrantes en la frontera sur
Sam Carliner

Esta semana finalizó la normativa conocida como "Título 42" (que permitía las expulsiones rápidas de migrantes por razones sanitarias bajo el Covid). Miles de migrantes esperaban en la frontera para entrar a EE. UU. pero Biden ha implementado medidas aún más restrictivas contra los migrantes que buscan asilo.

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Las políticas antiinmigrantes de Estados Unidos no hacen más que empeorar. Esta semana finalizó la normativa conocida como "Título 42", una política instituida durante la pandemia de Covid que la administración Trump usó para negar a los refugiados el derecho legal de asilo.
Desde que llegó a la Casa Blanca, Biden continuó esta política e incluso la amplió. Ahora, cuando la normativa llega a su fin, el presidente ha establecido una prohibición que niega el asilo a cualquier migrante que no lo haya pedido antes en algún país por el que cruzaron camino a los Estados Unidos.

La nueva prohibición se produce cuando el número de migrantes que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México supera los 10.000 por día. La gran mayoría de estos migrantes son de Venezuela y Haití, dos países que atraviesan una profunda crisis económica y política. Esas crisis han sido alimentadas en gran parte por el hecho de que Haití y Venezuela han sido objetivos de los esfuerzos de cambio de régimen por parte de EE. UU., y en caso de Venezuela, además de las políticas antiobreras y neoliberales del Gobierno represivo de Maduro, sufrir sanciones imperialistas.

La creciente crisis de refugiados también se ve acrecentada por la crisis climática, que está haciendo que gran parte del Sur Global sea inhabitable, y las crisis económicas globales que hacen que las necesidades básicas sean inaccesibles. Estas tendencias hacia la inestabilidad y la crisis solo se están profundizando, lo que significa que la crisis de refugiados que se desarrolla actualmente en la frontera sur no es una anomalía sino una señal de una nueva realidad en la que más y más personas buscarán asilo en los Estados Unidos.

Biden y el estáblishment estadounidense lo saben y por eso el presidente ha respondido al fin del Título 42 estableciendo políticas tan extremas como las de Trump, e incluso se ha posicionado a la derecha de los republicanos trumpistas. Actualmente, la administración Biden está desplegando 1500 soldados en la frontera entre Estados Unidos y México. Esto ocurre semanas después de que Biden anunciara un acuerdo con los gobiernos de Colombia y Guatemala para retener a los migrantes en campamentos en esos países, y un acuerdo por separado con los gobiernos de Colombia y Panamá para evitar la migración a través del Tapón del Darién (zona selvática en la frontera entre esos dos países muy peligrosa pero tambien muy utilizada por los migrantes). Biden también está preparando una cadena de torres de vigilancia a lo largo de la frontera sur. Junto con la escalada de la guerra interna contra los migrantes, estas políticas promueven aún más el control estadounidense en toda América Latina en un momento en que Estados Unidos pretende aumentar su saqueo de los recursos del continente.

La militarización de la frontera y las prohibiciones de asilo cada vez más restrictivas se producen cuando el régimen político estadounidense está formando un consenso en torno a una política proteccionista blanda. Si bien los partidos demócrata y republicano están cada vez más polarizadas en muchos temas, sí están de acuerdo en que Estados Unidos debería usar una mayor represión estatal para proteger su “estabilidad interna” y buscar una competencia más agresiva con China. Este consenso también lleva a EE. UU. a aplicar políticas económicas más proteccionistas, en contraste con las ideas de globalización que definieron las últimas décadas.

Este nuevo proteccionismo viene asociado a un discurso xenófobo que puede generar una mayor división de la clase trabajadora internacional, y en el que caso de EE. UU. significa defender las ideas de "apoyar los empleos estadounidenses" y desarrollar la "industria estadounidense". Aquellos que culpan a los inmigrantes y trabajadores de otros países por “quitar trabajos estadounidenses” están desviando la culpa de los capitalistas que usan mano de obra migrante y extranjera para salirse con la suya explotando a los trabajadores que tienen menos protecciones. La clase trabajadora de EE. UU. necesitará organizarse superando las fronteras y nacionalidades para luchar por derechos para todos y así frenar las divisiones que provoca el capital.

La división de la clase obrera internacional, con el chovinismo estadounidense, da espacio a las fuerzas de extrema derecha para avivar la violencia xenófoba contra los migrantes y aquellos que se solidarizan con los migrantes. Si bien ambos partidos están de acuerdo con un giro hacia la derecha en materia de inmigración, algunos representantes de la extrema derecha, como los republicanos Greg Abott, gobernador de Texas y Ron DeSantis, gobernador de Florida, están llevando las políticas antiinmigrantes a extremos aún mayores. DeSantis firmó recientemente una legislación que exige que las empresas e incluso los hospitales investiguen y denuncien a los inmigrantes indocumentados, y multa y castiga legalmente a quienes no cumplan. La Cámara de Representantes de Texas intentó recientemente aprobar una legislación para crear una unidad de "vigilantes", con civiles que podrían perseguir y detener a migrantes que estén cruzando la frontera.

En esta nueva era de crisis, guerras y revoluciones y mayores tendencias hacia el nacionalismo, los estados capitalistas de todo el mundo están preparados para intensificar aún más las políticas antiinmigrantes. Este es el contexto de las nuevas políticas de Biden, poniendo la inmigración en el centro de las próximas elecciones presidenciales. La clase trabajadora y la izquierda también debemos hacer de la inmigración un centro de nuestra política, pero desde un lugar de solidaridad internacionalista con nuestros hermanos de clase más oprimidos y explotados. Necesitamos que un partido propio de la clase trabajadora luche por un programa socialista en solidaridad con los inmigrantes. Ni un centavo, soldado o policía para muro fronterizo sur, hay que pelear por la apertura de las fronteras, para abolir la policía migratoria (ICE), por la legalización y derechos de todos los inmigrantes indocumentados que viven en los Estados Unidos, porque defendemos el derecho universal a migrar.


La presente es una traducción del artículo publicado originalmente en inglés en el sitio Left Voice

 
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