La crisis de 1929 sacudió los cimientos de la economía del mundo. Los países imperialistas, en el camino de encontrar una solución a los acuciantes problemas de sus respectivas economías optaron por la puesta en práctica de políticas proteccionistas como aranceles e impuestos para limitar la entrada y competencia de mercancías extranjeras. Estas políticas tuvieron un gran y diverso impacto en América Latina y la Argentina no escapó a dicha situación. En este marco debemos entender la situación que atravesaba la relación del Imperio Británico con Argentina, cuya dependencia se profundizó con la firma del famoso pacto Roca-Runciman.
La antesala del pacto
Producto de la crisis del ’29 cayeron los precios internacionales de las materias primas y se redujeron los mercados de estos productos, resultando gravemente afectada la venta de carne proveniente de Argentina. En contrapartida, se elevaron los precios de las manufacturas importadas y de algunos bienes de los cuales nuestro país era dependiente, como por ejemplo el carbón. Fue al golpista y presidente de facto Félix Uriburu, a quien le tocó ser piloto de tormenta en estos años convulsivos, aplicando recetas tradicionales: ajuste presupuestario, pagos a rajatabla de la deuda externa, aumento del costo de vida, etc.
Sin embargo, su gobierno duró poco tiempo y fue empujado a llamar a elecciones adelantadas, de las que salió electo de forma totalmente fraudulenta Agustín Pedro Justo. Militar golpista también pero con mejores relaciones con el Ejército, con la oligarquía conservadora y con el capital británico. Bajo el gobierno de Justo las exportaciones argentinas de carne sufrieron un nuevo golpe: la Conferencia de Ottawa. En dicha conferencia el Imperio Británico resolvió que otorgaría ventajas comerciales a los países que formaban parte de la Commonwealth, lo que implicaba para Argentina la pérdida de su principal mercado. Ante este escenario, el presidente Justo decidió enviar una comitiva a Londres.
El pacto de la dependencia
Justo pretendía llegar a un acuerdo comercial con Gran Bretaña por fuera del Pacto de Ottawa, en el que la Argentina se jugaba su estabilidad y, como veremos, también su dependencia y soberanía. El propio Justo se hizo presente en Londres en octubre de 1932 para comenzar las negociaciones. Finalmente el 1 de mayo de 1933 en una coincidencia poco feliz con el día internacional de los trabajadores, fue firmado el entreguista pacto Roca-Runciman, denominado así por quienes suscribieron a dicho acuerdo: el vicepresidente argentino Julio Roca (hijo) y el jefe del Board of Trade (organismo británico encargado del comercio y la industria) Walter Runciman.
El tratado comprometía a Gran Bretaña a continuar comprando carne a Argentina por un volumen similar al del año 1932 (aproximadamente 390.000 toneladas) pudiendo reducir dicho volumen a condición de que también redujera la misma proporción de importación de carnes en sus dominios. A cambio, el Estado argentino hizo una serie de concesiones que comprometieron su independencia y reforzó su carácter semicolonial. En primer lugar, Argentina permitió que el 85% de sus exportaciones de carne sean realizadas por frigoríficos de origen británico, dejando así solo un 15% de participación para frigoríficos nacionales; en segundo lugar, los pagos por las compras realizadas por el Reino Unido en Argentina podían ingresar habiéndose deducido previamente pagos correspondientes a la deuda externa; en tercer lugar, no se realizarían aumentos de aranceles aduaneros; y por último Argentina se comprometía a sostener sin aranceles el carbón entre otros bienes y comprarle a los británicos la totalidad que necesite del mismo. Un acuerdo infame a medida de un gobierno infame.
La oposición al pacto
Sectores como la Sociedad Rural celebraron el acuerdo, sin embargo hubo oponentes del mismo gremio como los criadores de ganado que nunca accedían a los frigoríficos debido a la intermediación de los grandes ganaderos invernadores, éstos últimos representantes de los sectores mas poderosos de la oligarquía La intelectualidad nacionalista, encarnada en los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, también era opositora alegando que todo era responsabilidad de la oligarquía que era más presta a defender los beneficios británicos en detrimento de los intereses y la cultura nacional. Pero la mayor oposición surgió del parlamento, en particular del senador demócrata progresista Lisandro De La Torre.
Las denuncias sobre los negociados de la carne llevadas adelante por el santafesino De La Torre, provocaron revuelo incluso años después de la firma del acuerdo con un trágico desenlace, como veremos. La investigación encabezada por el susodicho senador provocó la resistencia de los frigoríficos extranjeros que adrede ocultaron todo tipo de archivos y documentación contable. Era un secreto a voces el que De La Torre desveló: que el comercio argentino de carnes estaba controlado por cuatro empresas británicas y estadounidenses, Armour, Anglo, Swift y Wilson y que este cartel era posible gracias a un entramado de corrupción en el que estaban involucrados diferentes funcionarios incluido el gobierno de Agustín P. Justo. Pero como también denunció la indagación hecha por De La Torre en el propio senado en junio de 1935 (dos años después de la firma del pacto Roca-Runciman) el directorio de la Sociedad Rural también se oponía a todo cuestionamiento protegiendo a los ganadores invernadores. En palabras del propio Lisandro De La Torre: "No se trata, por otra parte, de nada nuevo en la actitud de los invernadores adictos al Poder Ejecutivo y a los frigoríficos, sino de un eslabón más en la cadena de actos demostrativos de que el Poder Ejecutivo de la Nación, desde el presidente, sirven conscientemente el interés de los frigoríficos extranjeros en desmedro, sobretodo, de los pequeños productores" (palabras de Lisandro De La Torre en sesión del 27 de junio de 1935). Esta interpelación del senador apuntaba contra la negativa de Justo de otorgar a frigoríficos nacionales la cuota restante de las exportaciones.
Las discusiones fueron elevándose hasta implicar al entonces ministro de Agricultura, Luis Duhau quién además era un gran invernador. Las acusaciones de corrupción hechas por De La Torre fueron insoportables para Duhau quién concurrió 13 días seguidos al Senado para responder las interpelaciones que lo ponían en el centro. Finalmente el 23 de julio de 1935, un ex policía contratado para asesinar a De La Torre por error dispara al senador Enzo Bordabehere quién muere horas después. Se dice que Luis Duhau habría contratado a tal sicario para silenciar a De La Torre. Duhau terminó renunciando a su cargo de ministro para hacerse cargo de sus estancias y recluirse en el Palacio Duhau ubicado en la avenida Alvear entre los barrios de Recoleta y Retiro.
Como puede verse las denuncias y acusaciones llevadas a cabo por De La Torre, quien defendió sin embargo a un sector de la clase terrateniente, mostraron la podredumbre del régimen encarnada en los gobiernos de facto de la Década Infame. Que los debates y contradicciones alrededor del acuerdo Roca-Runciman resonaran años después de la firma del mismo, son indicativos de la alerta que surgió en diferentes sectores alrededor de la dependencia y el atraso al que se condenaba al país. |