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La Izquierda Diario
30 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Debates a 50 años del Golpe
¿La lucha era por democracia?
Hernán Yanes

En el acto del 1º de mayo Abdala se empeñó en reivindicar la democracia (burguesa) presentándola como “un bien supremo para la clase trabajadora”. A 50 años de la huelga general es una buena oportunidad para debatir con esta concepción que plantea el Partido Comunista del Uruguay sobre la lucha por la democracia y las tareas de la clase trabajadora.

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En el pasado acto del 1 de mayo, día de las y los trabajadores, Marcelo Abdala abundó en referencias a la importancia de la democracia y el alto valor que tiene para la clase obrera.

Las referencias sobre este tema se dieron en un año particular, ya que se cumplen los 50 años del golpe de estado y la huelga general con la que la clase trabajadora enfrentó la intentona golpista, y los 40 años del acto del 1 de mayo del 83, acto que simbolizó el comienzo del fin de la dictadura y de la posibilidad del retorno a la democracia.

Creemos que este contexto es uno momento oportuno para reflexionar sobre las concepciones políticas que están por detrás de estas palabras y los lugares comunes que intenta imponer el PCU. Este partido tiene además una importante presencia en el PIT-CNT (donde es parte de su dirección) por lo cual estas discusiones son muy importantes para pensar el rol y las tareas de la clase trabajadora en la lucha contra el capitalismo y la explotación.

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“Jugándose el trabajo y la vida en defensa de la democracia”

La posición de Abdala, presidente del PIT-CNT y dirigente del Partido Comunista del Uruguay, no es ingenua; por detrás de estas expresiones se dejan ver las concepciones políticas del PCU acerca del régimen democrático burgués y sus posturas sobre el rol de la clase obrera como sujeto político.

Sin duda que la defensa de las libertades democráticas frente a la posibilidad de una dictadura militar es una posición que sostenemos los revolucionarios; en el ataque de las clases dominantes a la democracia siempre asoma el objetivo de derrotar a la clase trabajadora y de limitar sus derechos y su capacidad de acción; más en el caso concreto del Uruguay de los 70 cuando el ascenso obrero y popular, tanto en nuestro país como en la región, amenazaba con poner en cuestión el dominio y poder de la burguesía.

Pero muy distinto es presentar a la democracia (burguesa) como un valor universal, como si fuera el punto más alto del desarrollo social y político.

Abdala, y el PCU de conjunto, actúa como la pata izquierda de la burguesía que intenta presentar a la democracia parlamentaria como la forma más acabada de democracia.

El carácter de clase de la democracia y el Estado

El dirigente del PCU, contradice al mismo Lenin, quien siempre remarcó que en todo caso, la “democracia” es “la mejor envoltura de la dictadura del capital”; y rompe con la tradición del marxismo que plantea que el Estado (capitalista) no es más que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa.

La democracia y el Estado no son entidades abstractas ni neutrales; sino que tienen un carácter de clase. En el caso del capitalismo expresan la dominación de burguesía, mientras que para las clases explotadas lo que existe es un conjunto de derechos formales, pero una profunda desigualdad en los hechos.

La propaganda ideológica sistemática de las clases dominantes parecen haber calado hondo en Abdala quien no tiene problema en utilizar la tribuna en el día de los trabajadores para lavarle la cara a la burguesía, la misma que no vaciló en apelar a todas las formas posibles de represión y autoritarismo (en la “democracia” de los 60) para avanzar contra las conquistas y derechos de la clase trabajadora e imponer un ajuste brutal a las condiciones de vida del pueblo.

Abdala hace suya las ilusiones en la democracia burguesa que han sembrado décadas de propaganda de la propia burguesía y en la cual su partido está completamente integrado; por eso también su defensa de las instituciones de esta democracia, que en la realidad no es más que una democracia para ricos.

En contraposición a la postura de Abdala vale la pena detenerse en lo que planteaba Lenin “Todos los socialistas, al explicar el carácter de clase de la civilización burguesa, de la democracia burguesa, del parlamentarismo burgués, han expresado el pensamiento que con la máxima precisión científica formularon Marx y Engels al decir que la república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas” y “…esos traidores al socialismo presentan las cosas como si la burguesía hubiera hecho a los trabajadores el don de la "democracia pura", como si la burguesía hubiera renunciado a la resistencia y estuviese dispuesta a someterse a la mayoría de los trabajadores, como si en la república democrática no hubiera habido y no hubiese máquina estatal alguna para la opresión del trabajo por el capital.” [1]

Las definiciones de Lenin (y del marxismo en general) no dejan lugar a dudas sobre este punto y las expresiones de Abdala son una clara ruptura con esta tradición.

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La huelga del 73 y la salida de la dictadura

Dejando de lado que fueron los propios dirigentes del PCU de la época los que en febrero del 73 generaron expectativas en el levantamiento del Ejercito y la Fuerza Aérea y dejaron a la clase obrera como simple espectadora; o que fueron al menos dubitativos en la implementación de la Huelga el 27 de junio; el presidente de la central obrera hace una lectura parcial de la huelga general del 73.

Decir que esa huelga fue simplemente porque “se agredía al parlamento y en defensa de las instituciones democráticas” (como señaló en el mismo acto del 1 de mayo) termina siendo una mentira; porque en definitiva la masiva huelga general de la clase trabajadora fue parte del ascenso obrero y popular de los 60 y 70 y en perspectiva era parte de la lucha por la transformación radical del país frente al ataque de la burguesía.

Esa generación de luchadores/as obreros/as, estudiantiles y populares que dio su vida y sufrió de diversas maneras los embates de la represión, luchaba en realidad contra esa democracia para ricos, ese régimen que expresaba un modelo de sociedad donde (con cobertura democrática) las grandes mayorías sufrían una ofensiva ajustadora que intentaba recortar derechos y conquistas históricas.

En su discurso Abdala también reivindicó el acto del 1 de mayo del 83, como un hito en la lucha antidictatorial resaltando el papel de “las masas para alumbrar una salida democrática para el país”.

No hay duda que hubo una resistencia y una lucha contra la dictadura, pero no se puede omitir que el régimen (mediante el Pacto del Club Naval del que el FA fue parte) logro el desvío de esa enorme energía de las masas, para terminar con un proceso de transición que dejó prácticamente intacta la obra regresiva de la dictadura militar y sello la propia impunidad para los genocidas.

La salida de la dictadura fue una “estafa” al proceso de lucha antidictatorial y terminó de asentar la derrota del ascenso obrero y popular.

El régimen democrático burgués producto de esta transición es el régimen de la impunidad para los represores y para los empresarios que apoyaron y financiaron el golpe, y es también el régimen que avanza sistematicamente en el recorte de derechos, que en este gobierno impone la LUC y sus avances autoritarios, que limita la libertad de expresión y el derecho a la protesta con todo un conjunto de leyes que limitan aún más las libertades democráticas, que arma y fortalece el aparato represivo estatal en función del control social de los explotados.

Abdala quiere reivindicar una lucha por la democracia “a secas” para esconder el propio papel del FA, que consolidó su rol de pilar de sostén de este régimen “por izquierda” y se encuentra plenamente integrado a este sistema de explotación capitalista.

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La lucha por una verdadera democracia

En sentido contrario al que plantea Abdala, las y los marxistas luchamos por otra democracia, una democracia verdadera con verdadera participación de las masas y no la mera igualdad formal que plantea el capitalismo.

La clase trabajadora ha mostrado en estos últimos 200 años con distintos ejemplos y experiencias cual es el significado profundo de la democracia y para eso tenemos desde el gobierno de la Comuna de Paris, hasta los organismos de autoorganización y democracia obrera como fueron en distintos momentos y lugares los soviets, los consejos de fábrica y las formas de organización que garantizaron una plena democracia para los trabajadores y las clases populares.

Estos son los ejemplos a reivindicar y de los que nos podemos sentir verdaderamente orgullosos, que marcan el camino para la lucha por un gobierno obrero que termine con el capitalismo y con toda forma de explotación y opresión.

 
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