Recientemente se ha conocido que el Estado español pretende destinar al menos 9.400 millones de euros como parte de un ambicioso plan de inversiones de los países de la Unión Europea en Latinoamérica, del que todavía se desconoce la cuantía global de los desembolsos. Todo nace de un borrador de documento que ha tenido acceso el diario EL PAÍS, que la Comisión Europea parece que va a aprobar y oficializar próximamente. Según ese documento, la Unión Europea se orientará estratégicamente en los próximos años hacia Latinoamérica y el Caribe para tratar de aumentar su influencia en la región, como una reacción ante los conflictos geoestratégicos que están sacudiendo el mundo y que están colocando al imperialismo de la Unión Europea en un rango de tercer o cuarto nivel de liderazgo.
Tras décadas de orientación hacia su patio trasero, la Unión Europea ahora mira hacia otras áreas geográficas en disputa con otras potencias, sobre la que poder aumentar cualitativa y cuantitativamente su presencia para tratar de disputar el botín que le permita el acceso a materias primas esenciales para su desarrollo tecnológico y los procesos de transición medioambiental, además de elevar sus niveles de influencia mundial. Para ello, el plan se apoyará en la creación de un órgano de representación permanente en la región que sirva de puente de conexión entre ambas orillas del Atlántico y que facilite el acercamiento de los intereses de las burguesías de los países de Unión Europea a los de las clases dominantes cipayas de los países de América Latina.
Esta nueva ofensiva de la Unión Europea en esta región comenzará por un viaje diplomático de Úrsula Von Der Leyen en la primera mitad de junio a cuatro países centrales por el peso de sus economías en la región: Brasil, México, Argentina y Chile. El viaje la presidenta de la Comisión Europea tiene el claro objetivo de reforzar el rol del imperialismo europeo en la región, a la vez que hace valer su posición frente a la influencia creciente de China y Rusia en Latinoamérica. Una política en la que la Unión Europea se presenta como aliado del imperialismo norteamericano, pero al mismo tiempo en una arena de competencia con Estados Unidos, signada por la dislocación mundial de las cadenas de valorización y suministros y la creciente disputa por los mercados, en una economía capitalista atenazada por la crisis, el resurgimiento del proteccionismo y los enfrentamientos interimperialistas por el dominio de los recursos del planeta.
Como complemento a la visita de Von Der Leyen se prepara también una cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete y los países de América Latina y el Caribe para mediados de julio en Bruselas. Esta cumbre, que no se celebra desde hace ocho años, iniciará la presidencia española de la Unión Europea, con lo que el Gobierno de Pedro Sánchez puede gozar de un amplio protagonismo y tratará de dar materialidad a este giro estratégico geopolítico intensificando el proceso de movilización de la Unión Europea hacia esta región mundial. Será una primera cumbre entre otras que vendrán detrás y que se pretenden cerrar: Colombia en 2025 y posteriormente en México o Brasil, según señalan fuentes comunitarias.
Con esta operación la Unión Europea tendría como objetivo fundamental retomar los acuerdos comerciales con México y el Mercosur -quinto mayor bloque económico del mundo y formado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay- que fueron paralizados por la intervención contraria de Francia. También pretende cerrar el acuerdo comercial con Chile y dar carta de naturaleza a los firmados con Centroamérica y el eje Colombia-Perú-Ecuador.
El documento de la Comisión viene acompañado de toda la jerga cínica que suele conformar este tipo de documentos diplomáticos para encubrir sus objetivos imperialistas. Así se habla de que la Unión Europea hará “inversiones de calidad” para “abordar las necesidades de la infraestructura física de Latinoamérica y el Caribe, al tiempo que crea valor agregado local y apoya el desarrollo del capital humano”. Dicho sin eufemismos, proyectos de inversión de las empresas imperialistas europeas para explotar y saquear al máximo los recursos locales, imponiendo condiciones de sobreexplotación laboral y precariedad que las leyes limitan en el viejo continente, dejando a su paso un reguero de contaminación que abandonan en cuanto no obtienen los super rendimientos esperados o la dinámica internacional de la economía cambia de signo. Esa será la realidad de la intervención del imperialismo europeo en la región de Latinoamérica y el Caribe como ya lo ha sido históricamente, incluyendo el imperialismo español que se ha caracterizado por ese mismo modus operandi.
Recursos para fortalecer la competencia con China
En el plano estratégico, la Unión Europea ha creado una herramienta comercial para hacer frente a China y su proyecto de “Nueva Ruta de la Seda”, como un mecanismo para intervenir globalmente en los mercados y que ha denominado como “Global Gateway”. Es una herramienta con fondos destinados a movilizar recursos para países en “vías de desarrollo” al que ya se han vinculado 21 de los 33 países de la región. A estos fondos la Unión Europea destinará unos 10.000 millones, un poco más de lo que quiere destinar el Estado español, mientras otros países europeos aportarán otras cuantías aún sin determinar. Esos fondos abarcan desde fondos no reembolsables hasta financiación de proyectos o préstamos, incluyendo seguros de crédito a la exportación.
El interés por la región de América Latina viene decantado por la imperiosa necesidad de Europa de contar con acceso a materias primas estratégicas que de momento la hacen hiperdependiente de China, dado que es su proveedor mayoritario, después de décadas de aprovecharse de sus recursos materiales baratos y de una población sin derechos laborales y superexplotada. Ante la desconfianza y enfrentamiento con el gigante asiático por su actitud de creciente cuestionamiento al dominio estadounidense de la economía mundial y su apoyo limitado a la invasión rusa a Ucrania, el nuevo giro de la Unión Europea hacia Latinoamérica y el Caribe tiene en la mira, entre otros aspectos, el acceso a recursos minerales como el litio, del que países como Bolivia, Argentina y Chile son grandes productores mundiales y cuentan con el 60% de sus reservas.
Pero la intervención de la Unión Europea en la región pretende ir más allá de los asuntos meramente económicos. En el documento de la Comisión se afirma que se implementarán acuerdos para combatir el tráfico de drogas, incluyendo pactos de cooperación policial (Europol) con Bolivia, Brasil, Ecuador, México y Perú; y de justicia (Eurojust) con Argentina, Brasil y Colombia. Además, quiere establecer también dos centros de datos regionales de su red Copernicus. Es decir, extender sus brazos más allá del mero ámbito de la economía para controlar todos los procesos políticos que puedan poner en riesgo las inversiones y el interés imperialista para someter todo lo posible a estos países y evitar riesgos derivados del agravamiento de la situación social y el potencial estallido de nuevos procesos agudos de la lucha de clases, como hemos visto en Chile, Perú o Colombia en los últimos años.
El militarismo y el imperialismo están en la raíz del proyecto de reactivar la presencia de la UE en Latinoamérica
No es casual que este plan de expansión económica y política de la Unión Europea sobre Latinoamérica y el Caribe se de en un contexto militarista de guerra en Ucrania, con una carrera armamentística que ha disparado en el suelo europeo los presupuestos militares de todos los países -en el Estado español un 26 % de crecimiento en los presupuestos del Gobierno “progresista” de este año- y que seguirá en expansión en el conjunto de la Unión Europea.
Los quince meses que ya llevamos de conflicto en la guerra de Ucrania, con los agravamientos en las cadenas de suministros, así como el avance de China -que entre 2000 y 2020 ha multiplicado 26 veces su inversión en América Latina- están en la base de la convicción estratégica de una gran parte de los países imperialistas de la Unión Europea para reorientarse hacia el subcontinente americano.
Por otro lado, las cifras económicas avalan el interés del Estado español por esta intervención de la Unión Europea de la que sería un gran protagonista por su presencia histórica. La banca, así como las compañías de telefonía y energía, han reconocido que ya a inicios del siglo XXI entre el 35 % y el 50 % de sus beneficios procedían de sus inversiones en Latinoamérica. Un proceso de penetración imperialista consolidado en la década del 90 que transformó a las principales empresas del IBEX 35 en potentes multinacionales de renombre y buques insignia de la expansión del capitalismo imperialista español hasta nuestros días. Para tomar solo un parámetro, la inversión española en Latinoamérica alcanzó en 2022 los 150.000 millones de euros, es decir cerca del 15 % del PIB.
En tiempos de elecciones y malmenorismo obsceno como los que estamos viviendo, la lucha contra el imperialismo y el militarismo español y europeo, que solo sirven para expoliar los recursos materiales de los países semicoloniales y explotar a la clase trabajadora y sus sectores populares, es una tarea estratégica de primer orden. |