Artista dominicano que actualmente reside en Miami, sazona su música con ingredientes multiculturales. Charló con La Izquierda Diario sobre sus inicios, su tierra y su devoción por el rock argentino.

Cuando Cristóbal Colón desembarcó en tierras americanas en su primer viaje, el pueblo originario taíno tuvo la desgracia de ser la primera víctima de una forma de saqueo y sometimiento que pasó a denominarse colonización. La población taína vivía en una isla del Caribe que estos conquistadores bautizaron como La Española, isla donde actualmente coexisten República Dominicana y Haití. Pero para el pueblo taíno, su tierra era Quisqueya, que en su lenguaje significa “madre de todas las tierras”. Expresión de resistencia en el terreno de lo simbólico, las y los dominicanos del siglo XXI todavía se autodenominan coloquialmente como quisqueyanos y un importante municipio del sudeste dominicano -a menos de 100 kilómetros de la capital, Santo Domingo- se llama Quisqueya (que tiene pinta de pueblito tranquilo alejado hacia el norte del mar color coral que baña las costas de San Pedro de Marcorís). Pues bien, de ese lugar proviene Karlin Castillo.

Este artista al que ya desde la escuela se le despertó la vocación musical, hizo un camino inverso al de los conquistadores: si en nuestros días una de las usinas de colonización cultural es Estados Unidos, hacia allí fue Karlin Castillo a llevar sus influencias de merengue, vallenato, rock latinoamericano y música haitiana, algo que él sintetiza en los conceptos de tropical world music o más específicamente Dominican rock. Con este bagaje intentó e intenta ganar terreno en esa potencia imperial, recalando primero en la cosmopolita Nueva York y luego en la cálida Miami. Y a juzgar por el profesionalismo que demuestra, parece que tiene intenciones serias.

Entre sus producciones más recientes están simples como “Matar recuerdos”, “La lloré en el río” y una muy original versión de “La Ciudad de la Furia” de sus venerados Soda Stereo, haciendo de esa ciudad un paisaje más tropical sin alterar la escencia de corte “ceratiano”. Con planes de visitar Argentina, La Izquierda Diario conversó con Karlin Castillo para un contacto con el público del sur del mundo.

LID – En una entrevista declaraste que “La música vive en mí como si fuera un órgano vital” ¿Cómo se desarrolló en vos esta pasión por la música?

KC - Me interesé en la música cuando por primera vez vi por MTV un video de Red Hot Chili Peppers y despertó en mí el deseo de aprender a tocar el bajo al ver a su bajista, Flea, quien fue una gran inspiración para convertirme en bajista. Fue el primer instrumento que aprendí a tocar y luego de escuchar a bandas como Soda Stereo y Nirvana en aquel entonces, nace otro deseo de hacer mi primera banda, que se formó para tocar en todos los eventos de la escuela a la que asistí en mi pueblo...

A los 18 años te mudaste junto a tu familia a Nueva York ¿Cómo fue la experiencia de ser un migrante latino en esa gran ciudad? ¿Qué cosas te aportó a nivel artístico?

NYC es una ciudad sumamente interesante en la que tuve la dicha de conocer tanta gente de tantas diferentes culturas que te hace tener una mirada más amplia.

¿Tuviste alguna experiencia previa antes de lanzar tu carrera solista?

Llegué a formar parte de diferentes bandas como bajista en NYC con las que pude envolverme profundamente en escena local de aquel entonces, y luego de aprender a tocar la guitarra nace en mí la creatividad de componer, de escribir canciones, y entendí que yo era quien debía interpretar mis propias canciones. Es ahí cuando formo mi primera banda de rock llamada Maderametal que por algunos años resonó como unas de las bandas latinas más sobresalientes de la escena local de la ciudad.

Tus raíces están muy presentes en tu música, incluso definís a tu música como Tropical World Music y Dominican Rock ¿de qué se tratan estos estilos y qué condimentos te gusta resaltar en tus composiciones?

Cuando hablo de Dominican Rock me refiero a la extracción de patrones rítmicos de güira y tambora sobre un arreglo puramente de esencia rock en la que se siente un aire anglo-afrocaribeño donde se unen culturas del África, el caribe, Europa y América.

¿Qué nos podés contar de tu tierra? ¿Cómo son la gente y la cultura de República Dominicana?

Un país de gente como su clima, bien cálida, y alegre como la música que nos representa: el merengue. Con una mezcla cultural diversa que enriquece nuestra personalidad y nuestra forma de poder interactuar con el mundo.

¿Cuáles son tus principales influencias artísticas?

Puedo decir que Soda Stereo es la banda que más ha influenciado en mí y la que me llevó a tomar la decisión de interpretar mis propias canciones después de verlos en vivo en el 2007 en su gira “Me verás volver” por Miami. Por su puesto también Prince, es otro artista que desde que lo escucho me dan ganas de agarrar mi guitarra y empezar a componer, al igual que Robi Draco Rosa... Y en esta última etapa he encontrado una gran fuente de inspiración en el gran Charly García.

Entre tus producciones más recientes hiciste una muy buena y particular versión de “En la Ciudad de la Furia” de Soda Stereo ¿Cómo surgió realizar esa versión?

Desde que formé mi primera banda, siempre quise hacer ese cover pero en aquel entonces era una banda más básica de batería, bajo y guitarra, y sentía que aún no era suficiente para hacer un arreglo que pueda honrar ese clásico. Pero en esta etapa, al tener presente mi cultura en lo que hago, sentí que era el momento porque podía agregarle algo propio que podía representarme de una manera más profunda e hice este arreglo en el estilo Dominican Rock, y es un primer sencillo de un álbum que haré en un futuro cercano de mis canciones favoritas de Soda Stereo.

¿Está en tus planes alguna gira que incluya a la Argentina?

Estoy contento con los planes de este año, ya que tengo pensado para noviembre de este mismo año hacer una gira en Argentina, partiendo desde Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esto debido a la aceptación y el apoyo que he estado recibiendo desde allá con mi música. Así que, Buenos Aires ¡Muy pronto nos veremos!