Llega el final de curso y con él las pruebas de acceso a la universidad en todo el Estado. En Catalunya, las PAU (EVAU en el resto del Estado) comienzan este miércoles 7 de junio. Muchos exámenes en pocos días donde los estudiantes de Bachillerato tendrán que vomitar la información memorizada con tal de alcanzar la nota necesaria para entrar a la carrera elegida.
La ley de la oferta y la demanda es la que marca la temida nota de corte para acceder a la formación universitaria deseada. Mayor demanda recibe un grado y menos plazas tiene, mayor será la nota de acceso. Este sistema de selección nada tiene que ver con las necesidades sociales o el deseo de conocimiento del estudiantado.
Sirva de ejemplo uno de los grados con mayor nota más alta, Medicina. Los años de recortes y la pandemia han dejado devastada la sanidad pública, siendo la sobrecarga de trabajo y la falta de personal problemas que la están llevando a una situación casi de colapso. Hay muchos jóvenes que quieren estudiar ciencias de la salud, pero pocas plazas ofertadas. En el caso de Medicina, 4 de cada 5 estudiantes se quedan fuera en Catalunya antes de entrar. Enfermería apunta en la misma dirección: 4.500 solicitudes para el primer curso para menos de 2.900 plazas. Mientras tanto, según los sindicatos de las trabajadoras y trabajadores sanitarios, se necesitarían al menos 1.000 médicos y médicas de cabecera en el territorio catalán.
Esta misma lógica de mercadeo de los estudios superiores se aplica en el acceso a la Formación Profesional. Si bien no existe una prueba de acceso como tal, la nota del expediente hasta 3º o 4º de la ESO (según la comunidad) para grado medio y del Bachillerato para los superiores, se erigen como una barrera muchas veces infranqueable. El presente curso, 1.222 alumnos se quedaron oficialmente sin ninguna plaza después del proceso de preinscripción. Sin embargo, la cifra real es aún mayor, puesto que 10.000 jóvenes renunciaron por la imposibilidad de estudiar el ciclo deseado.
Bajo una apariencia de meritocracia, la PAU/EVAU se presentan como un mecanismo de igualdad de oportunidades para los estudiantes de los institutos públicos, privados y concertados. Nada más lejos de la realidad, pues la “carrera” ha empezado mucho antes.
La concertada recibe el 43% del presupuesto de educación, pese a representar tan solo el 32% de los centros. Mientras los colegios de fundaciones, sociedades privadas y la Iglesia se llevan el dinero, la escuela pública infrafinanciada acoge a 2 de cada 3 estudiantes que sufren dificultades socioeconómicas. Si además has llegado aquí durante la escolarización los puntos para quedarte en el camino aumentan. En Catalunya, mientras el alumnado de origen migrante representa el 13% en la ESO, son un 32% de los que no llegan a graduar y suponen solo un 8% del Bachillerato.
Los hijos e hijas de familias de clase trabajadora parten por lo tanto con desventaja, pues son los más castigados por las décadas de recortes en la educación pública mantenidas por los distintos gobiernos de la Generalitat. Si a todo ello les sumamos las conocidísimas notas infladas de la privada o las posibilidades de tener refuerzo extra, pocas dudas quedan de que las PAU/EVAU son un corte de clase.
La cantidad de plazas la dictan las necesidades del mercado y la escasa financiación aportada por los gobiernos. Por un lado, la Generalitat de ERC aquí y los del resto de comunidades mantienen topado el acceso de la juventud precaria a la universidad y los ciclos de Formación Profesión a través la limitación de las plazas o las matrículas desorbitadas como barreras de entrada. Por su parte, los Consejos Sociales que dirigen en las universidades – integrados por altos cargos de la institución y grandes empresas – deciden sobre qué se estudia.
Si ERC continúa en la línea de elitización iniciada desde el Plan Bolonia y profundizada por Artur Mas, el Ministerio de Universidades en manos de Unidas Podemos apuesta por la misma vía. La LOSU de Castells-Subirats comparte la esencia de la LOU aprobada por el gobierno de Aznar: abrir más la puerta las grandes empresas mientras se la cierra al estudiantado con menos recursos.
Acabar con el modelo segregador y clasista de la PAU/EVAU y el sistema de acceso por “nota de corte”, es urgente si se quiere empezar a defender una educación universal real y efectiva en todos sus niveles. Luchemos por universidades y una FP de acceso libre y gratuito. Para ello, hace falta aumentar las plazas en las etapas de educación superior hasta cubrir demanda y financiarlo a través de impuestos extraordinarios a las grandes fortunas y los beneficios empresariales. Contra el modelo de universidad-empresa, organicémonos por universidades bajo gestión del alumnado, personal docente y no docente con mayoría estudiantil para echar a los intereses privados.
Ante la elitización de la universidad y la amenaza de la derecha neoliberal, las fuerzas para luchar por estas demandas no se encuentran en los “progresistas” que han demostrado gobernar aplicando las políticas de la derecha desde la Generalitat y la Moncloa. Contrariamente, la energía reside en el potencial de desarrollar un gran movimiento estudiantil que, unido con los sectores de trabajadores en lucha, plante cara a los gobiernos de turno a través de autoorganización y la movilización.
Queremos disfrutar del placer de estudiar libres de la lógica del beneficio para una minoría, porque deseamos cultivar otro tipo de conocimiento que sirva a las necesidades de la mayoría, así como dar respuesta a los problemas de las y los trabajadores. Peleemos para que la educación en todos sus niveles sea un derecho real y efectivo para los hijos e hijas de clase trabajadora y los sectores populares. |