La delegación argentina que la semana pasada visitó China al mando del ministro de Economía, Sergio Massa, se trajo algo de aire en las valijas: logró la renovación del swap (intercambio de monedas) y una ampliación de la disponibilidad de yuanes para pagar importaciones provenientes del gigante asiático por el equivalente a U$S5 mil millones. También, eventualmente, esos recursos se podrían utilizar para intervenir en el mercado de cambios con el objetivo de evitar una devaluación brusca. Para la escasez de reservas del Banco Central es como agua en el desierto. Por otro lado, Massa se trajo algunos compromisos de ingresos de divisas por parte de empresas chinas que tienen proyectos en el país: en este caso, la fluidez en el ingreso de esas divisas es más difusa.
En el acumulado a abril de 2023, nuestro país realizó exportaciones por U$S1.533 millones al gigante asiático y recibió importaciones por U$S4.130 millones: de este modo, el déficit comercial argentino alcanzó a U$S2.597 millones. China es el segundo social comercial de nuestro país, pero se ubica en la primera posición del ranking de esos socios cuando se mide solo el déficit comercial. El resultado de las negociaciones es que China logra afianzar su presencia en estas pampas: garantiza el ingreso de sus mercancías con el crédito en yuanes, que además reporta una ganancia financiera; y avanza con proyectos estratégicos en energía, transporte e infraestructura, tal cual los objetivos perseguidos con la Ruta de la Seda.
Mientras tanto, la economía continúa en situación de estrés a la espera de definiciones políticas en vistas de la elección presidencial y de definiciones económicas sobre el acuerdo con el FMI. Los desequilibrios acumulados podrían desembocar en un descontrol cambiario, en un desborde inflacionario mayor y en una caída abrupta de la actividad si no ingresan dólares frescos del Fondo. Es lo que negocia el equipo económico. Pero ese eventual ingreso de dólares tampoco son una garantía de que no sucedan nuevas corridas hacia el dólar en el camino al recambio presidencial. Al borde del cierre de listas, previsto para el 24 de junio, Massa intentará sellar un nuevo programa en Washington con el Fondo.
De lograr que ingresen dólares a partir de envíos del FMI, Massa logrará dar mayor cimiento al puente que quiere construir hasta las PASO de agosto. Es un puente endeble en un país acostumbrado al tsunami de la fuga de capitales que se desata en cada período electoral donde se vota presidente. Para octubre falta una eternidad y para diciembre dos eternidades.
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