Desde comienzo de año, las automotrices del principal enclave industrial de Brasil, el ABC paulista, volvieron a ser escenario de enormes movilizaciones obreras. Los huelguistas suman decenas o incluso centenas de miles. Una fuerza social enorme, y más aun considerando el sector estratégico de la producción en el que se encuentran.
Esas movilizaciones, que incluyeron largas huelgas, piquetes, acampes y manifestaciones masivas cortando rutas, muestran donde está el potencial capaz de cambiar la relación de fuerzas entre la clase trabajadora y la patronal en todo el país.
La más reciente, la Ford de São Bernardo, lleva más de una semana enfrentando la dureza patronal y la docilidad de la dirección cutista del Sindicato de metalúrgicos del ABC.
De un lado, la empresa se apoya en la caída de las ventas y en la rebaja que sufrió la calificación de crédito de Brasil en manos de una calificadora de riesgo imperialista, para imponer un brutal plan de despidos. De otro, la dirección del sindicato utiliza los mismos argumentos para sostener que los trabajadores deben “hacer su parte” y aceptar el ajuste que impulsa el gobierno de Dilma, mientras se lo presiona para que no mire solo los intereses patronales. Como si fuese poco, los sindicalistas de la Central Unitaria de Trabajadores intentan usar los trabajadores como masa de maniobra para defender a este gobierno, mientras sus intereses más inmediatos son sacrificados.
El discurso de la burocracia sindical es que el escenario de la coyuntura es negativo, por lo que no existirían condiciones para bloquear de frente los ataques, no quedando otra que negociar el “mal menor” que es la pérdida de derechos o los acuerdos que patean para adelante el problema, sin alejar el fantasma de los despidos masivos. Así fue que impusieron la reducción de jornada con reducción salarial (PPE) en la Mercedes y otras fábricas, haciendo coro con el discurso patronal que chantajea con despidos para imponer otros ataques.
Pero la pregunta que queda es: ¿de dónde viene esa sensación de impotencia ante los ataques patronales?
Luchas aisladas, patronales fortalecidas
Retomando lo que dijimos al comienzo, y que debe ser una definición marcada a fuego en la mente de todos los trabajadores avanzados del país: aun cuando la fragmentación de las luchas le quite su impacto "natural", estamos desde comienzos de año ante un ciclo de luchas ininterrumpido en el mayor bastión de la clase obrera brasilera.
La verdad es que los acuerdos desfavorables, o que solo tiran el problema de los despidos y recortes hacia adelante sin una respuesta de fondo, son la consecuencia de la fallida estrategia que vienen llevando adelante las direcciones sindicales oficialistas (en especial del SindiMetal ABC del PT/CUT). Una estrategia de dividir la lucha fábrica por fábrica, con un plan escalonado con el claro objetivo de no unificar, y así aisladamente usar chantajes y retrocesos para ayudar a la patronal a pasar los ataques.
Es urgente revertir esta situación, y que los metalúrgicos de las grandes automotrices se levanten como una sola clase ante sus empresas. Esa verdadera muralla que puede y debe ser erguida contra el deseo de los patrones de descargar su crisis sobre nuestras espaldas mientras preservan sus ganancias multimillonarias.
Una resistencia unificada, que desde las grandes automotrices recorra las centenares de fábricas menores que componen la cadena productiva podría ser la punta de lanza para retomar el ciclo ascendente de luchas obreras en todo el país. Eso es lo que podría revertir decisivamente la correlación de fuerzas, poniendo de rodillas la gran patronal y abrir el camino a un cuestionamiento de masas del gobierno por izquierda (y no solo por derecha, como hace hoy la oposición burguesa del PSDB, PMDB y compañía).
Unificar las filas obreras para vencer
En los sindicatos donde la izquierda antigubernamental tiene peso, ligar las luchas de resistencia a esa perspectiva es fundamental. Por ejemplo, en General Motors de São José dos Campos, donde el sindicato es parte de CSP-Conlutas, a pesar de toda la combatividad de los obreros la reciente huelga terminó con un acuerdo que solo pospone por cinco meses la amenaza de despidos. Esos cinco meses pueden y deben ser usados para preparar un verdadero plan de guerra para bloquear el plan patronal, que es seguir vaciando una fábrica que ya tuvo más de 10.000 obreros y hoy cuenta con menos de la mitad de eso.
Necesitamos exigir esa lucha conjunta, independiente de la voluntad de las direcciones oficialistas, imponiendo la unidad desde la base. Los miles de trabajadores y activistas de los distintos sectores, sindicatos y organización de izquierda y movimientos populares reunidos en la marcha del 18/9 tiene que constituirse en un polo clasista independiente, capaz de llevar adelante ese llamado de unidad y esa exigencia de lucha para la base de los grandes sindicatos de la CUT, CTB, Força Sindical y demás centrales, así como exigir a sus direcciones que rompan con el gobierno o en algunos casos con la oposición burguesa y construyan un plan de lucha efectivo.
Necesitamos un plan coordinado de luchas, construyendo una huelga general en todas las automotrices y a través de la cadena productiva, exigiendo el fin inmediato de los despidos, la reversión de los despidos y lay-offs ya impuestos, la apertura de los libros de contabilidad de todas las empresas para mostrar a toda la población a la falacia del discurso capitalista sobre la crisis, y la reducción de la jornada de trabajo sin reducción salarial. El Encuentro Nacional de Trabajadores convocado por la CSP-Conlutas y por las entidades del Espacio de Unidad de Acción en el próximo día 19 será un espacio privilegiado para debatir este plan.
Maíra Machado es Consejera de la Regional Santo André del Sindicato docente del estado de San Pablo (APEOESP)
Marcelo Santos es Dirigente del Sindicato de trabajadores de la Universidad de San Pablo |