Tras el espurio acuerdo radical-peronista para reformar la Constitución de Jujuy, llegó la represión. Este sábado en Purmamarca decenas de manifestantes sufrieron heridas en sus rostros. La decisión de disparar a las cabezas no fue de un policía suelto. Las balas de goma, a quemarropa y a órganos vitales, pueden dejar secuelas irreversibles. Como en el Congreso en 2017 o como en Chile.
“Apareció de atrás del auto y le pegó de frente”, dice un hombre a una mujer que filma. “En la frente le han disparado, hijos de remil puta”, dice ella al ver a una compañera tirada en el suelo mientras es asistida por otra con trapos y agua. Es uno de los videos registrados la tarde de este sábado en los cruces de las rutas nacionales 9 y 52, en Purmamarca, Jujuy.
En otro video se ve a una mujer con tres balazos, uno en la frente, otro en el párpado derecho y otro más por encima de la mejilla. Un tercer registro muestra a una enfermera improvisando una sala de atención dentro de un auto mientras sutura a otro hombre en la zona de la nariz. En un cuarto video una mujer, celular en mano, muestra una ambulancia con tres pacientes adentro.
En un último video aparece un muchacho con un parche en su mejilla mientras otro hombre dice “balearon a una chica en el ojo” y muestra la vaina de uno de los cientos de proyectiles “antitumulto” que dispararon las decenas de efectivos de Infantería de la Policía de Jujuy enviada por el gobernador Gerardo Morales para “desalojar” uno de los múltiples cortes de ruta en los que el pueblo jujeño se expresó en repudio a la reaccionaria reforma constitucional de la provincia, votada la noche del jueves por convencionales radicales y peronistas.
La represión incluyó la detención de decenas de manifestantes, entre ellos la inconstitucional detención de la legisladora jujeña del PTS en el Frente de Izquierda UnidadNatalia Morales y de periodistas como Lucho Aguilar de La Izquierda Diario.
Hay fotos que también muestran a otros jujeños y jujeñas con heridas en sus rostros, marcas de las llamadas “postas de goma” que, en rigor, son proyectiles lanzados con Itaka que, por su calibre y dependiendo la distancia de tiro y la zona del cuerpo atacada, pueden resultar muy dañinos y hasta letales.
Según información enviada por el propio pueblo purmamarqueño, al finalizar el sábado los heridos por balas de goma, con fracturas o contusiones que requirieron atención médica superaron los treinta. Entre ellos, al menos dos recibieron balazos en los ojos. El dato lo proporcionaron los equipos del SAME, pero aclararon que hubo más gente herida que no llegó a ser atendida ante la permanente represión.
Como se ve en las mismas fotos enviadas desde la barricada purmamarqueña, los cientos de cartuchos usados en la represión son calibre 12/70, una munición comprobadamente peligrosa, que puede alcanzar los 200 metros por segundo (más de 700 km/h) y que si impactan en la cabeza, en los genitales, en los riñones o en la zona alta del tórax pueden provocar heridas de gravedad.
En nuestra historia reciente hay ejemplos que muestran esas duras consecuencias sufridas por quienes salen a las calles a reclamar derechos elementales. Dos casos claros sucedieron en el Congreso Nacional en 2017 y en Chile a fines de 2019 y principios de 2020.
Argentina 2017
En diciembre de 2017 el gobierno de Mauricio Macri, con la ayuda inestimable de Sergio Massa y gran parte del peronismo que hoy integra Unión por la Patria, se encaminó a reformar el régimen previsional argentino. El ataque neoliberal a las jubilaciones y pensiones desató las protestas a nivel nacional, con epicentro en el Congreso, donde se votaría la nueva legislación.
El lunes 18 de diciembre de ese año, miles de trabajadoras y trabajadores se concentraron en la Plaza Congreso a repudiar lo que se estaba consumando dentro del Parlamento. Entre las vallas y la movilización, las áreas de Seguridad del gobierno nacional y el porteño se aprestaron a reprimir a como diera lugar.
Las imágenes del ataque policial contra la manifestación (lo que incluyó, obviamente, la respuesta resistente de las primeras líneas de manifestantes) recorrieron el mundo. Hasta el propio Gobierno reconoció que hubo lo que ellos llaman “excesos” (parte extrema pero intrínseca de la misma represión).
La acción criminal del Estado dejó, según los datos oficiales del SAME, no menos de ochenta heridos. Entre ellos, varios manifestantes con sus rostros sangrando y al menos cuatro con pérdidas de visión por recibir directamente balazos de goma en los ojos. Así lo describió La Izquierda Diarioacá, acá, acá, acá y acá.
Chile 2019
Otras imágenes que también recorrieron el mundo fueron las de la brutal represión del gobierno chileno de Sebastián Piñera a la masiva revuelta en las calles de Santiago y otras ciudades del país trasandino que se desató allá por octubre de 2019.
Entre el 19 de ese mes y el 4 de noviembre, sólo la Unidad de Trauma Ocular (UTO) del Hospital del Salvador de Santiago recibió 136 pacientes con “trauma ocular severo”. Para enero de 2020, el Colegio Médico de Chile actualizó las cifras de víctimas, contabilizando al menos 360 casos de pérdidas totales o parciales de la vista. Gran parte de esas personas fueron atacadas directamente por Carabineros desatados que salieron a cazar manifestantes con sus armas “antitumulto”.
El “fenómeno” de las heridas oculares en cientos de manifestantes fue tan impactante que hasta motivó la creación de obras artísticas que dejaron testimonio de la magnitud del modus operandi de las fuerzas represivas chilenas. Podés ver más sobre ello acá, acá, acá, acá y acá.
Sin dudas ya es un dato de esta época que, cuando tratan de repeler masivas manifestaciones para consumar sus planes antipopulares, los gobiernos habilitan que las fuerzas represivas del Estado desplieguen su odio de clase con todo lo que tienen a su alcance. Hoy las armas llamadas “no letales” y “antitumulto” son usadas para dejar las máximas secuelas posibles. Eso incluye disparos certeros a las cabezas de quienes luchan por salarios, por salud, por educación, por la defensa de los bienes naturales y por derechos elementales.
Lo que queda es registrar seriamente el fenómeno y tenerlo en cuenta para lo que viene. Porque lo que no se podrá evitar es que los pueblos empiecen a salir cada vez más a las calles a repudiar los planes económicos y sociales que se aplican en beneficio del FMI, de las grandes corporaciones y contra las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares. Gobierne quien gobierne.