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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

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Desokupa intenta desalojar La Enredadera de Tetuán y se topa con la solidaridad vecinal
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La semana pasada, Desokupa intentaba desalojar en Madrid el CSOA La Enredadera de Tetuán en el marco de una ofensiva para acabar con los espacios autogestionados en los barrios. El intento de desalojo pudo ser parado gracias a la rápida actuación de las personas que participan en el espacio y la solidaridad de las personas que acudieron en respuesta.

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El CSOA La Enredadera de Tetuán, el cual ya sufrió la amenaza de desalojo que motivó el cambio de su ubicación histórica hace un año, en junio de 2022, se encuentra nuevamente en el punto de mira.

Este pasado miércoles 14 de junio Desokupa, empresa que se presenta como “Especialistas en recuperar inmuebles mediante la mediación con okupas, inquilinos, precarios, comunidades de vecinos, pisos compartidos…" pero que en realidad se trata de una empresa de desahucios extrajudiciales, ejecutados mediante métodos matoniles, como la coacción, la persecución, el acoso, la intimidación, las amenazas y la violencia contra las personas que ocupan, se presentaba dispuesto a desalojar el espacio con un grupo de miembros, ligados a la extrema derecha, que presenta cada vez tintes más fascistizantes.

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La rápida respuesta de las personas que participan en el espacio que dieron la alarma publicando en sus redes sociales la situación y llamando a la movilización colectiva inmediata para parar el desalojo, despertó la solidaridad de cientos de personas que compartieron la alerta en poco tiempo para la defensa del Centro Social. Esta convocatoria corrió como la pólvora contando con miles de compartidos en redes sociales en pocas horas y consiguió movilizar a un suficiente número de personas que se acercaron al espacio en defensa del centro social y la actividad que allí se desarrolla.

La relación de Desokupa con la extrema derecha política se ha hecho cada vez más evidente en el último periodo, especialmente durante la campaña electoral por las elecciones municipales y autonómicas donde han jugado un papel bastante relevante sobre todo en Barcelona, en la que tomaron como centro de su actividad el barrio de Bonanova. La organización de Daniel Esteve, fundador de Desokupa, en alianza con partidos de derecha y extrema derecha como Valents, Vox, PP y Ciutadans, convocaban una movilización al arranque de campaña contra La Ruïna y el Kubo, dos centros sociales ocupados propiedad de la Sareb situados en este barrio.

La campaña que despliegan se basa fundamentalmente en un discurso basado en bulos que tratan de deformar el fenómeno tanto en su alcance como en su contenido, y en una práctica que trata de criminalizar la okupación, hacia el colectivo okupa y contra la acción de okupar, frente a la imposibilidad de acceder a una vivienda digna para muchas familias y miembros de clase trabajadora.

Esta campaña también busca criminalizar los espacios de autogestión donde desarrollar proyectos sociales y comunitarios al margen de las instituciones del Estado, y la proliferación de un ocio alternativo al mercado y la patronal hostelera.

Lamentablemente esta ofensiva no es solo es avalada y desarrollada por la extrema derecha, sino también por el neoreformismo. Esta autoproclamada “izquierda del sistema parlamentario” no solo desarrolla un discurso abiertamente reaccionario, como hacia Rita Maestre en las declaraciones para el periódico El Mundo, donde decía que la okupación provocaba problemas de convivencia y respaldaba la actuación de los cuerpos represivos del estado, sino que también desarrollan una práctica política abiertamente neoliberal, como se comprobó durante el mandato de su formación Más Madrid, con Manuela Carmena a la cabeza de junio de 2015 a 2019 desde la alcaldía de la ciudad.

Durante ese periodo no solo desarrollaron políticas puramente de derecha como el pelotazo especulativo de Chamartín que hubiera supuesto la desaparición de las UVAS (Unidades vecinales de Absorción), construidas en la época franquista en Hortaleza para dar salida a toda la inmigración que había venido del campo a trabajar a Madrid y que residía en condiciones de chabolismo, con la creación de un gran cinturón de edificios empresariales, y la partición de la ciudad para crear un Madrid del Norte y otro del Sur.

Pero es que además, vinieron a desarrollar y respaldar con su gestión toda la ofensiva de desalojo de los centros sociales ocupados y autogestionados donde se llevaba a cabo gran parte de la actividad política de la izquierda que se organizaba al margen de las instituciones en la ciudad, y que jugaban un importante papel en el desarrollo de esta. Esta gestión se cristalizó en ejemplos de desalojos de CSOAs como sucedió con La Ingobernable o el Ateneo Libertario de Vallekas, que finalmente fueron desalojados bajo el mandato de Almeida, pero cuyos trámites fueron iniciados durante el ejecutivo de Más Madrid.

La crisis del régimen de partidos, la integración del neoreformismo al Gobierno “progresista” o a las lógicas de gestión del capitalismo, incluida la de Ada Colau en Barcelona quien fue un referente de la PAH en la lucha contra los desahucios, en el régimen político del 78, son elementos que, junto con las tendencias internacionales, han actuado como caldo de cultivo para el avance de la extrema derecha en el Estado español y que tienen su expresión en el avance de Vox y en el desarrollo de este tipo de fenómenos ultras como Desokupa.

Es decir, esta “izquierda” del régimen no solo no sirve para parar a la derecha, sino que le abre la puerta, blanqueando con su discurso y práctica política a la misma. Para parar los desalojos de CSOAs y los desahucios, para defender el derecho a la autogestión de los espacios y el derecho a la vivienda, para poder seguir desarrollando un ocio alternativo a la patronal de la hostelería y proyectos sociales y comunitarios que no respondan a los intereses y lógicas de las instituciones, sino que vengan desde los intereses y necesidades de los propios vecinos y vecinas de los barrios, es necesario superar la lógica de resistencia para pasar a la ofensiva.

A una derecha de verdad desde luego que no se la para con una izquierda de mentira, pero tampoco es suficiente contraponerle una perspectiva estratégica que únicamente se proponga resistir. Es necesaria la articulación de una alternativa también política, y no solamente puramente sindical o de movilizaciones puntuales, que pueda alimentar una movilización y autoorganización sostenida y consciente. Que se proponga avanzar en una perspectiva solidaria de unión y apoyo entre las luchas, que pueda proporcionar con la fuerza de la unidad de acción de la clase trabajadora, la consecución, victoria y mantenimiento de todas las demandas aún pendientes de nuestra clase.

El intento de desalojo de la Enredadera de la semana pasada pudo ser parado en esa ocasión, pero volverán a intentarlo. Lo que puede marcar la diferencia de aquí en adelante para, no solo frenar esta ofensiva de derecha sino promover el avance y desarrollo de las lógicas y estructuras de autoorganización, pasa desde nuestro punto de vista por el desarrollo consciente de esta alternativa política tan necesaria en estos tiempos en los que los propios responsables de la situación tratan de convencernos de que votar cada cuatro años al menos malo de los agentes del capitalismo es la única alternativa política posible.

 
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