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30 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Archivo Rojo
Primera Junta de Gobierno: de la independencia a un nuevo Chile dependiente
Gabrielle Girardello

El 18 de septiembre de 1810 se constituyó la Primera Junta de Gobierno en Santiago, dando inicio al proceso de emancipación de Chile del dominio español. ¿Qué factores impulsaron este acontecimiento? ¿Qué papel jugaron las clases populares en la lucha por la independencia? La Independencia nacional y la dependencia imperialista.

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El contexto internacional y nacional

La Primera Junta de Gobierno fue el resultado de una serie de acontecimientos que sacudieron el mundo a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Por un lado, la Revolución Francesa de 1789, que proclamó los ideales de libertad, igualdad y fraternidad en un contexto de emergencia de la clase burguesa en Europa, y que desafió el orden monárquico y feudal. Por otro lado, la invasión napoleónica a España en 1808, que provocó la crisis de la monarquía española y el surgimiento de juntas locales que se autonombraron representantes del rey cautivo Fernando VII. Todo esto, a su vez confluyó con las luchas de independentistas como Francisco Miranda, y que también tenían su antecedente en las decenas de grandes rebeliones indígenas anticoloniales.

Como comentamos anteriormente en el primero de esta serie de artículos, durante el siglo XVIII la corona española tomó una serie de medidas llamadas “Reformas Borbónicas”, que entre otras cosas, buscaba afianzar el poder político y económico por sobre las colonias en América pero flexibilizando las relaciones monopólicas de España con América, por un lado para menguar el fuerte contrabando de potencias como Inglaterra y Francia. Y por otro, para buscar contentar a la emergente clase criolla mercantil que cuestionaba aquel monopolio estricto.

En estos años la corona sólo permitía comerciar entre España y América a través de un puerto, y el contrabando tenía mucho peso. Luis Vitale ubica el peak del contrabando a lo largo del siglo XVIII, y para aquella época cita el caso de Chile “Alberto Hermann estima que se contrabandeaban las dos quintas partes de la producción de oro”.

Entre las reformas de la corona en manos de los Borbones, tuvieron que tomarse medidas que terminaron potenciando la economía de las colonias, por ejemplo en Chile, con la apertura de una nueva ruta comercial por el Cabo de Hornos, además de múltiples nuevos puertos en América Latina, habilitados para comerciar con España.

Es en estas circunstancias, sumando el estado de crisis de la corona con un fortalecimiento durante esos años de la burguesía criolla, que se abrió la oportunidad para cuestionar el dominio colonial y buscar una mayor autonomía política y económica en los territorios americanos.

En Chile, el movimiento independentista tuvo como principales protagonistas a los criollos, es decir, los descendientes de españoles nacidos en América, que poseían tierras, comercio y cargos públicos. Los criollos tenían menos derechos que los peninsulares, los nacidos en España, que ocupaban los puestos más altos de la administración colonial.

La formación de la Primera Junta

Luego de la captura del rey, en 1808 fue creada la Junta Suprema Central de España, con el objetivo de gobernar España y sus colonias en ausencia del rey. Con esto, surgió un dilema en las colonias españolas en América de la legitimidad del gobierno español sobre estos territorios: La “lealtad” de las colonias estaba ligada por lo general a la persona del rey y no necesariamente a las instituciones españolas. Cuando el rey fue capturado, algunos habitantes de las colonias creían que la soberanía debía revertirse formando sus propios gobiernos autónomos, sin embargo, la idea de la independencia como tal aún era minoritaria en los círculos de poder criollos, por lo cual se integró la formalidad de hacer estos gobiernos autónomos en nombre del rey cautivo y hasta su liberación.

Durante 1810, desde julio al menos, ya se estaban comenzando a caldear los ánimos entre, por un extremo los más férreos defensores del Reino de España (luego llamados realistas), y al otro los independentistas, llamados también patriotas. El 11 de julio el gobernador García Carrasco, representante del rey, envió a prisión y al exilio a Lima, por motivos políticos, a dos reconocidos partidarios de la independencia: Ovalle y Rojas.

Como retrata el historiador Alfredo Sepúlveda, esa noche: “literalmente miles de huasos traídos desde las haciendas de sus enfurecidos señores, se congregaron en la plaza, dispuestos a sacarle los ojos al representante del rey”. Lograron que aceptaran devolver a los independentistas, pero no se revirtió la situación y el barco zarpó a Lima.

Al contrario de como se nos intenta mostrar la historia oficial de Chile, la Primera Junta de Gobierno no tuvo curso en un momento de pasividad y exento de convulsiones sociales y políticas. Desde julio hasta 1818 la paz civil no solía ser precisamente la tónica.

En este clima, el 18 de septiembre de 1810 se reunió el Cabildo Abierto de Santiago, la instancia en la que podían participar las élites locales, los criollos. En esta asamblea asistían también autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Allí se acordó crear una Junta de Gobierno que gobernara en lealtad al rey Fernando VII, pero con autonomía respecto a las instituciones de España.

En la primera Junta de Gobierno, fue elegido presidente Mateo de Toro y Zambrano, el obispo de Santiago, José Antonio Martínez de Aldunate, como vicepresidente; como vocales: Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y el coronel Francisco Javier de Reyna, y los secretarios, ambos partidarios de la autonomía, José Gregorio Argomedo y Gaspar Marín.

La Primera Junta se presentó como un acto de lealtad al rey legítimo y no como una ruptura con España. Sin embargo, fue el primer paso para iniciar un proceso que conduciría a la independencia definitiva de Chile respecto a España en 1818. La Junta adoptó algunas medidas reformistas, como convocar a un Congreso Nacional, crear un periódico llamado La Aurora de Chile, fundar la Biblioteca Nacional, abolir los títulos nobiliarios, y promover el comercio libre, por ejemplo, eliminando el monopolio con España y potenciando el comercio internacional.

El rol de las clases populares

La Primera Junta fue un movimiento impulsado por los criollos ilustrados y moderados, especialmente la burguesía criolla más acomodada, que buscaban reformar el sistema colonial sin alterar el orden social existente que se consolidaba en sus manos. Sin embargo, no fueron los únicos actores del proceso independentista. Las clases populares también tuvieron una participación activa y decisiva en la lucha por la emancipación, en algunos periodos marcadamente.

Los sectores populares estaban conformados por indígenas, mestizos, mulatos, negros y blancos pobres, que vivían en condiciones de explotación y opresión bajo el régimen colonial, principalmente bajo el régimen de la mita en la actividad metalúrgica, de la encomienda en la actividad agropecuaria, así como un menor número de exclavos, asociados más a la servidumbre en las ciudades, y su descendencia. Partes de estos sectores se incorporaron a las filas del ejército patriota como soldados voluntarios o reclutados a la fuerza y también al ejército realista.

La participación de las clases populares, habría sido muy poco considerable para 1810 en el marco de la Primera Junta de Gobierno. Su rol activo más claro se habría dado hacia el periodo conocido como la Reconquista. Como describía el historiador marxista Luis Vitale:

“Los sectores populares fueron al principio indiferentes a una revolución que no significara la emancipación social, sino la consolidación de sus explotadores inmediatos: los patrones criollos. Esta situación se modificó en parte cuando los españoles iniciaron la Reconquista, debido no a un cambio en la burguesía criolla, sino a un fenómeno de reacción de las capas pobres contra los abusos de los españoles durante la guerra”.

Para Vitale, en este primer periodo que va desde la Primera Junta hasta el inicio de la Reconquista, la participación había sido muy escasa con la excepción de algunos llamados de José Miguel Carrera para movilizar a algunos sectores populares contra la oligarquía criolla. Además, la burguesía criolla en este primer momento, y como hemos visto de parte de las clases dominantes a lo largo de la historia, temían ser rebasados por una eventual participación del pueblo en el proceso. Es de notar también, que los criollos patriotas tenían sus propias diferencias, como se puede ver, por ejemplo, en las disputas entre José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins.

Las élites dirigentes y la dependencia extranjera

En la colonia, más marcadamente durante los últimos años, la mayor parte de las riquezas extraídas en sudamérica venían de las minas. Si bien las reformas borbónicas significaron un fortalecimiento de las élites locales, con los años esto no se tradujo en una transformación radical de la matriz productiva.

No fueron precisamente las clases populares las más beneficiadas con las reformas económicas, sino que significó una entrada mucho más agresiva del capital de otras potencias, como los británicos.

Al juntarse las mismas formas de explotación en minas y en el campo, se potenció una economía casi puramente extractivista, es decir, una economía dependiente de las exportaciones a potencias que se permiten extraer recursos en mayor cantidad pagando menos y por tanto perjudicando más también a las clases laboriosas.

Así nació y comenzó a formarse un nuevo Estado que se desligó de las cadenas monárquicas de la corona española. Pero ¿por qué 200 años después seguimos encadenados, por vía de la inversión, a los intereses de la burguesía española ?

Como explicaba Marx en el manifiesto comunista y precisaba en el texto 18 Brumario de Luis Bonaparte, la burguesía cumplió un papel revolucionario, pero muy pronto dejaron de serlo: terminaron con los antagonismos de clase anteriores pero para reemplazarlos por unos nuevos. En el caso de la burguesía chilena, los criollos dirigentes tampoco acabaron con esas contradicciones. Tomaron el impulso para pasar a ser los explotadores número uno, así como a potenciar la opresión sobre los pueblos originarios.

Fueron estas élites al fin y al cabo las que fundaron un Chile dependiente de las potencias extranjeras y que al día de hoy, con un capitalismo mucho más desarrollado, tienen cada vez más paso para aumentar la expoliación y el saqueo a los recursos naturales a precio regalado y la enorme explotación de las y los trabajadores que allí se desempeñan, así como la destrucción sin precedentes del medio ambiente.

La Primera Junta fue el inicio de un proceso histórico complejo y contradictorio, que enfrentó a los intereses coloniales con los intereses criollos, pero también a los intereses criollos con los intereses populares. Fue un proceso marcado por avances y retrocesos, victorias y derrotas, esperanzas y frustraciones. Fue un proceso que nos legó una historia inconclusa y una tarea pendiente: construir una verdadera independencia social e histórica para las mayorías explotadas y oprimidas, para toda una clase trabajadora que hasta el día de hoy se mantiene en dependencia y bajo el yugo de potencias imperialistas y capitalistas no solo nacionales sino que también de grandes trasnacionales.

 
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