El documental de Javier García reconstruye la vida del dúctil guitarrista y compositor jujeño que buscó romper los límites del folklore y que grabó con Divididos

Nacido en Humahuaca en 1953, Ricardo Vilca fue músico y docente en escuelas rurales. Su obra además de original, es portadora de una singular fuerza y transmisora de la identidad del altiplano jujeño. Sin embargo, pasó momentos difíciles ya que su estilo no fue aceptado en un primer momento por lo que el músico transitó dificultades a lo largo de toda su carrera para poder producir sus discos. Fueron tres: La magia de mi raza, 1992, Nuevo día, 1997 y Majada de sueños, 2003, todos con el conjunto Ricardo Vilca y sus amigos. A esto se le suma un cassette de 1989, llamado Sueños de mi tierra.

A través del testimonio de Mercedes González, tejedora, docente y esposa, de Graciela Volodarski, autora y compositora, del relato de sus hijos e hijas y de músicos humahuaqueños, el cineasta marplatense recorre la vida del músico, la historia de su primera guitarra, que se la regaló su abuelo bajo promesa de seguir estudiando y de su infancia. Fotos, manuscritos de letras de canciones, su colección de discos entre los que se encontraba un disco de música japonesa. Artista de gran ductilidad, tocaba todos los géneros y ritmos y mezclaba la música andina con la clásica.
Los colores de Jujuy, las costumbres, las calles angostas de Humahuaca y la comida típica le ponen color y dan marco al documental. La descripción de la quebrada con sus recovecos en el cordón montañoso donde hasta allí llegaba Vilca con su música viajando durante horas. Vilca fue docente en escuelas de la Puna donde no había instrumentos y con botellas, les enseñaba a los chicos la escala musical. Como maestro rural intentó dejar huella y luchó frente a los prejuicios de sus pares interpretando magistralmente sonidos y silencios de la Quebrada. En los últimos años, Vilca compuso música para películas, la banda sonora de Una estrella y dos cafés de Alberto Lecchi y grabó Guanuqueando con Divididos. León Gieco le puso letra a uno de sus temas, Plegaria de Sikus y Campanas.

Javier García cuenta que “en el año 2002, cuando conocí a Ricardo quedé impactado con su música, la sencillez de su estar en el escenario y su deambular tranquilo por las calles de Humahuaca….es muy difícil explicar, para alguien que no tiene estudios específicos de música qué era lo que sucedía, pero esas melodías en apariencia sencillas, llegaban al alma” y agrega : ”en junio de 2007, me sorprende la noticia de que a causa de una neumonía, Ricardo había fallecido. Esto contuvo notoriamente el impulso con el que había iniciado el trabajo, obligándome a un replanteo en los objetivos del mismo y el camino a seguir. Durante los años siguientes, encaré distintos proyectos y trabajos que postergaron consecuentemente el abordaje de éste, aunque siempre lo tenía en mente... era casi una deuda con mis deseos, pero ahora, además, buscaba ser un puente para que la música de Ricardo no cayera en el olvido. Así fue que a principios de 2015, sentí que era tiempo de materializar este documental. Había realizado una investigación profunda, pero faltaba regresar a lo sensitivo: al reencuentro con su lugar, charlar con su gente, transitar sus caminos…viajé a Humahuaca y recibí al apoyo de su mujer Mercedes y de sus hijos”

En el documental, se puede ver claramente la relación de Vilca con la gente y con su tierra. En estos momentos tan cruciales para los habitantes de Jujuy, de la Puna y de la Quebrada, que sufren la represión y persecución del gobierno por defender sus derechos, llega este documental sobre un docente y músico de su pueblo, que muestra el esplendor de la tierra y de sus habitantes, y queda más claro que nunca la necesidad de defender los territorios junto a los comunidades, frente al saqueo capitalista que intentan imponer.

El documental de puede ver desde el 22 de junio en el cine Gaumont

Ficha técnica:
Dirección: Javier García
Guión: Germán Loza/ Javier García
Fotografía: Andrés Rocca/ Martín Frías