Según la Ley N° 20.248 (Ley SEP) son alumnos prioritarios cuya situación socioeconómica en sus hogares dificulta sus posibilidades de enfrentar el proceso educativo; para que esto sea efectivo el establecimiento educacional debe estar adscrito a la Subvención Escolar Preferencial SEP. Si bien antes esto estaba determinado directamente a través de la ficha de protección social actualmente consiste en cupos (o dotaciones) por establecimiento.

La tercera colación, que incorpora este beneficio, consiste en una pequeña merienda (una fruta, leche o un yoghurt) que los niños se llevan a la salida del colegio para asegurar que durante la tarde tengan algo de comer. A inicios de año, en mi curso, había cinco niños que retirarban esta colación pero a mediados de junio esto se redujo a tan solo un niño. Mi hija, que asiste en otro establecimiento también "perdió" ese beneficio, siendo que su ficha social la ubica por debajo del 40% más vulnerable y está certificada como niña prioritaria.

Cuando intenté resolver mis dudas con Junaeb me indicaron que con el RUT y fecha de nacimiento se puede revisar quiénes son, según su ficha social, niñes prioritarios; sin embargo, actualmente el beneficio se distribuye a través de una dotación limitada y queda bajo el criterio de directivos y/o equipos pertinentes dentro de cada establecimiento. ¿Y nuestra opinión dónde queda?

Colegas: Las trabajadoras y trabajadores de la educación tenemos un rol fundamental en el desarrollo educacional de niños; en casos de vulnerabilidad nuestra responsabilidad es mucho mayor, ya que es donde más derechos se ven afectados, y es por esto que la defensa del derecho a la alimentación de nuestros estudiantes pasa también por nosotras y nosotros. Sabemos que muchas veces niños de distintas edades llegan sin desayunar a clases y que en sus propias casas atraviesan situaciones económicas que perjudican directamente su bienestar y su alimentación.

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Es cierto que en términos legales “el Estado no puede competir con la empresa privada” y que la educación se ha consagrado como un gran negocio, al igual que la salud y otras áreas; y esa es justamente la herencia de un modelo neoliberal el cual la derecha pretende defender y profundizar aún más.

Con los años se ha aceptado que sean empresas licitadoras quienes gestionen el recurso de alimentación, lo que trae consecuencias tremendas como lo son las diversas denuncias que estudiantes han hecho sobre las raciones de pésima calidad, la disminución de los beneficios y sobre todo, la deshumanización de nuestros niños que son puestos como números a la hora de designar algo tan básico como la alimentación. No podemos resignarnos

Esta carta-artículo es un llamado a todas las y los colegas a que NO dejemos pasar este tipo de injusticias, a enfrentar la política privatizante que hoy tiene a tantos niños sin su derecho a colación; es urgente que busquemos denunciar a viva voz la disminución de las becas de alimentación en la educación pública que ya arrastra una larga crisis respecto al financiamiento.

Todas las empresas de alimentación debiesen pasar al Estado íntegramente, con mejores condiciones para sus trabajadoras/es y nuevos estándares nutricionales, así poner fin al sistema de licitaciones. Finalmente como comunidad educativa y trabajadoras/es de la alimentación, podemos dar una solución para que nuestros estudiantes y ser nosotras/os, de la comunidad educativa (apoderados, estudiantes y trabajadoras/es) quienes definamos, administremos y gestionemos la educación y todo lo que esta implica, incluyendo sobre todo la alimentación. No puede ser que se recorten recursos y se designe a una empresa externa para hacerse cargo de la distribución de un derecho elemental para el aprendizaje.