www.laizquierdadiario.com / Ver online / Para suscribirte por correo hace click acá
La Izquierda Diario
5 de julio de 2023 Twitter Faceboock

50 años del golpe de Estado
La huelga general de 1973
Sebastián Artigas

Foto: Protesta de obreros de Cristalerías del Uruguay, luego de ser desalojados por los militares. Autor: Aurelio Gónzalez.

El 27 de junio de 1973 se consolida el golpe de Estado con la disolución de las cámaras parlamentarias, iniciado en febrero con la insubordinación militar y el pacto de Boiso Lanza. Como respuesta, la clase obrera uruguaya inició una huelga general que duró oficialmente dos semanas, en uno de los procesos de lucha más masivos e importantes de la historia del movimiento obrero en Uruguay.

Link: https://www.laizquierdadiario.com/La-huelga-general-de-1973

El 27 de junio de 1973, con la disolución de las cámaras parlamentarias, se completa el proceso de golpe de Estado iniciado en febrero con el pacto de Boiso Lanza y la creación del COSENA. Que en los hechos significaba la conformación de un gobierno cívico-militar.

Te puede interesar: Febrero de 1973: El inicio del golpe y la política equivocada de la izquierda (Parte 1)

Te puede interesar: Febrero de 1973: El inicio del golpe y la política equivocada de la izquierda (Parte 2)

La dictadura cívico-militar, respondía al programa de la burguesía nacional y el imperialismo norteamericano, para derrotar el ascenso obrero que se estaba desarrollando en la región desde fines de la década de los años sesenta y del que la clase obrera uruguaya era parte.

Te puede interesar: Un golpe contra el ascenso obrero y popular

Por eso, no es casualidad que los principales protagonistas de la resistencia contra el golpe de Estado, fueran los trabajadores. La huelga general, que oficialmente se sostuvo por 15 días, fue la respuesta obrera frente a la instauración de un régimen que tenía entre sus objetivos aplastar a la clase obrera organizada, e imponer un modelo económico - social totalmente contrario a sus intereses.

El imperialismo norteamericano desplegó, en el marco de la Guerra Fría, un plan de auspiciar la instauración de gobiernos autoritarios afines a sus intereses en todo el Cono Sur. Desde la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay, el golpe de Estado en Brasil de 1964, y los posteriores golpes de Estado en Uruguay en 1973, el golpe de junio (el Tanquetazo) en Chile que se concretó totalmente el 11 de setiembre, y finalmente el golpe de Estado en Argentina el 24 de marzo de 1976.

Una vez instauradas las dictaduras del Cono Sur, se impulsó el plan genocida de represión y exterminio de la vanguardia obrera que había protagonizado el ascenso de finales de los años sesenta, con la organización del conocido como Plan Cóndor.

¿Cómo sucedió la huelga?

La huelga general contra un golpe de Estado, era un tema de debate en el movimiento obrero uruguayo desde hacía años. Particularmente influyente fueron las repercusiones del golpe de Estado en Brasil de 1964 y las amenazas golpistas de sectores militares en Uruguay en las mismas fechas.

Contemporáneo a esto también fue el proceso de unificación sindical, con la formación de la CNT en 1964. Posteriormente en el año 1968, la CNT aprueba una resolución por unanimidad de “la ocupación de todos los lugares de trabajo y la huelga general en caso de golpe de Estado o situación equivalente”. Posteriores instancias asamblearias y organizativas fueron confirmando la vigencia de dicha resolución.

De todas formas, estaba abierto en el movimiento obrero un debate de cómo enfrentar los planes de la burguesía y el imperialismo, que ya desde fines de los años sesenta se implementaban con el pachecato, que imponía un brutal ajuste económico sobre la clase trabajadora, mediante métodos autoritarios y represivos.

Mientras una parte del movimiento obrero bregaba por un plan de lucha y una perspectiva de salida de la crisis a favor de los intereses obreros y populares, mediante la derrota del gobierno de Pacheco primero y de Bordaberry después. La otra parte, representada fundamentalmente en el Partido Comunista, fijaba esperanzas en acuerdos con sectores de la burguesía, primero por la vía electoral con la conformación de un frente popular (con la fundación del Frente Amplio) y luego con la esperanza en los “militares patriotas” en febrero de 1973.

Más allá de este debate, había acuerdo en que se debía ir a la huelga general con ocupación de los lugares de trabajo en caso de golpe de Estado, pero estas diferencias se volverán importantes a la hora del resultado de la lucha.

La reacción de la clase trabajadora ante el golpe fue inmediata y masiva, como afirma por ejemplo el documento de las 3 F [1] : “En la madrugada misma del golpe, cumpliendo la resolución de los congresos, sin detenerse a esperar una orden central ni ante vacilaciones que pudieran producirse a algún nivel, importantes centros de trabajo (especialmente fábricas) fueron ocupados. Al mediodía la ocupación era prácticamente total (alcanzando lugares con escasos antecedentes de movilización sindical).

Ocupación de Coca Cola. Autor: Aurelio González.
Ocupación de Coca Cola. Autor: Aurelio González.

A la huelga se suman otros sectores como los estudiantes universitarios con la FEUU y la Universidad de la República en su conjunto, que llamó a luchar contra la dictadura, pasándose a ocupar todas las Facultades y desplegando acciones de solidaridad con los trabajadores.

También lo hace la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (FeNaPES), la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) y el Encuentro Nacional de Estudiantes, que ante el adelantamiento de las vacaciones de julio, participan en la huelga y se suman a las ocupaciones de la FEUU y la CNT (en Montevideo y el Interior del país).

Las tres F señalan que del 27 de junio al 4 de julio “la huelga fue casi total [2], con importantes medidas de control obrero, en especial en la producción del sector de la energía eléctrica y los combustibles.

A partir del 30 de junio el gobierno cívico militar despliega operativos de desalojo de los centros de trabajo ocupados. Habiendo de todas formas múltiples casos de reocupación de varios centros, a pesar de la violencia creciente desplegada por los militares.

Los militares se concentran primero en los centros más estratégicos, por ejemplo ocupando militarmente ANCAP el 30 de junio. Ya a partir del 4 de julio, varios gremios empiezan a levantar unilateralmente la huelga, en especial en el sector transporte.

En el interior del país la huelga se extendió fuertemente, teniendo como sus principales bastiones a ciudades industriales como Paysandú, enfrentando también duras represiones. Ingenios azucareros en el norte, textiles, frigoríficos y curtiembres, entre otros, compusieron las distintas variedades de centros de producción que sostuvieron la huelga en distintas ciudades.

El 9 de julio a las 17 horas se realiza una gran manifestación en la capital sobre la avenida 18 de julio, que es duramente reprimida. En donde también se detienen a varios dirigentes políticos importantes como Liber Seregni del Frente Amplio.

Manifestación del 9 de julio de 1973 contra el golpe de Estado. Autor: Aurelio González.
Manifestación del 9 de julio de 1973 contra el golpe de Estado. Autor: Aurelio González.

Finalmente el 11 de julio la Mesa Representativa de la CNT levanta la huelga sin condiciones, medida que fue cuestionada y contó con la oposición de algunos delegados participantes, de sindicatos, y resistida por amplios sectores de base.

La fortaleza obrera en los barrios y acciones en las calles

La actividad de la huelga estuvo centrada fundamentalmente en la ocupación de los lugares de trabajo y el control obrero. No obstante, se hacía sentir en los barrios alrededor de las fábricas, el respaldo popular y las acciones de masas en las calles. Para enfrentar los operativos militares de desalojo, pero también acciones de solidaridad generalmente organizadas desde las Mesas Zonales de la CNT y en coordinación con las múltiples organizaciones sociales de las zonas, donde los vecinos hacían recaudación de fondos y víveres para sostener la lucha.

Ocupación de la fábrica metalúrgica Inlasa. Autor: Aurelio Gónzalez.
Ocupación de la fábrica metalúrgica Inlasa. Autor: Aurelio Gónzalez.

Algunos de los muchos ejemplos de acciones callejeras son: en Paso Carrasco con los trabajadores de Fulgor, Ayax, Frigorífico Carrasco y CICSSA se realiza un acto en repudio a la dictadura, en otro barrio en la puerta de la textil Alpargatas se hace otro acto en conjunto con otros gremios de la zona y estudiantes de las Facultades de Medicina y de Química. También hubo manifestaciones relámpago por la avenida 8 de Octubre, con obreros de la zona y vecinos. En cada centro de trabajo que era desalojado, se daba una concentración popular del barrio para respaldar a los obreros y repudiar la represión. En el barrio de La Teja hubo una manifestación anti dictatorial el día 29 con la participación de miles, y al otro día una gran acción de masas de todo el barrio obrero, que rodeó la Refinería de la ANCAP para enfrentar el desalojo, en medio de la ocupación militar del barrio. En el Cerro también hay una gran solidaridad del barrio y concentraciones alrededor de los desalojos de fábricas, como el Frigorífico Nacional, al igual que en La Teja en distintas ocasiones se levantan barricadas para impedir el funcionamiento del transporte.

Desalojo de la refinería de La Teja. Autor: Aurelio González.
Desalojo de la refinería de La Teja. Autor: Aurelio González.

En Villa Española se vivió una situación similar alrededor de la fábrica FUNSA, llegando los militares a mandar tanques y helicópteros, pese a ello la fábrica se volvió a ocupar en varias ocasiones.

Avanzada la huelga, con la CNT ilegalizada y la persecución política de decenas dirigentes, la detención de huelguistas durante los desalojos, los militares resuelven tomar el estadio deportivo Cilindro Municipal como centro de detención masivo, ante la cantidad desbordante de presos como resultado de la represión.

Ya en los últimos días de la huelga, el 3 de julio, se entorpece la producción de la Refinería de ANCAP (tomada por los militares días antes), lográndose el simbólico apagado de la llama, como manifestación de resistencia a la normalidad laboral que estaban imponiendo los militares a la fuerza.

La masividad de la huelga y el respaldo popular que tuvo, desconcertó a los golpistas en los primeros días, asumiendo éstos una actitud dialoguista y de intentos de negociación con sindicatos y partidos políticos. Luego de esos primeros días pasan a desplegar los operativos de desalojo y la ilegalización de la CNT. Por último pasan a una tercera etapa coincidente con el declive de la huelga (alrededor del 5 de julio) en donde se establece el pedido de captura de decenas de dirigentes sindicales, se abre el Cilindro Municipal como centro de detención masivo, se suceden actos de represión callejera con asesinatos políticos como el del estudiante universitario Ramón Peré y del liceal Walter Medina.

Sepelio de Ramón Peré. Autor: Aurelio González.
Sepelio de Ramón Peré. Autor: Aurelio González.

Sumado a esto, la detención de importantes dirigentes políticos y la represión contra la manifestación realizada el 9 de julio en el Centro de Montevideo.

Esta última manifestación, ya con la huelga debilitada, no pudo representar la centralidad que había sostenido la clase obrera en los días anteriores. Tomando protagonismo los partidos políticos participantes, los cuales defendían una salida política dentro de la legalidad burguesa, por fuera de la realidad que había expresado el poder obrero durante la huelga.

Manifestación del 9 de julio de 1973 contra el golpe de Estado. Autor: Aurelio González.
Manifestación del 9 de julio de 1973 contra el golpe de Estado. Autor: Aurelio González.

¿Se podía derrotar al golpe?

Diversos análisis coinciden en que la huelga tuvo su momento de auge en los primeros días, para pasar luego a fases de resistencia frente a la creciente iniciativa represiva de las fuerzas golpistas.

Luego de los primeros días donde el gobierno golpista parecía desconcertado, pasó a tomar la iniciativa desplegando los operativos de desalojo, haciendo especial énfasis en asegurarse el abastecimiento de combustible (militarización de la Teja y la refinería de la ANCAP) y normalizar el sistema de transporte. Con el paso de los días la represión logra desmoronar la huelga en otros sectores estratégicos [3], mientras la ofensiva represiva se empieza a desplegar abiertamente.

Ocupación de los talleres de Amdet. Autor: Aurelio González.
Ocupación de los talleres de Amdet. Autor: Aurelio González.

Las acciones obreras de resistencia frente a los desalojos, fueron acciones locales junto a la solidaridad de los vecinos del barrio y gremios solidarios de la zona. En algunos casos hubo enfrentamientos callejeros y otras medidas activas del barrio para entorpecer en la medida de sus posibilidades los operativos militares, este tipo de acciones de enfrentamientos callejeros tuvieron lugar en zonas de mayor concentración obrera como el Cerro y la Teja.

También en muchas ocasiones los desalojos derivaban en movilizaciones obreras contra la dictadura encabezadas por trabajadores desalojados. Pero generalmente predominaron los desalojos “pacíficos” donde la creciente violencia era ejercida completamente por las fuerzas represivas.

No se logró que la incipiente auto organización desde las fábricas con hegemonía obrera en los barrios, pasara a una defensa activa y organizada de las ocupaciones y el control obrero para impedir los desalojos, ganando las calles. Donde necesariamente, mediante el desarrollo de organismos de democracia obrera, se pase a discutir y resolver la autodefensa, la coordinación territorial, identificando los lugares en donde defender intransigentemente los puntos estratégicos de la huelga (barricadas, piquetes, armamento), por ejemplo la defensa del control sobre la Refinería y la distribución de combustibles, etc.

Lo que necesariamente tenía que verse acompañando con una perspectiva de salida obrera independiente de la crisis, llamando a un gobierno de la CNT o sea un gobierno de los trabajadores [4], que tome medidas que en buena parte se encontraban en el programa que elaboró la clase trabajadora en los congresos de la CNT y en el Congreso del Pueblo. Un gobierno independiente de la burguesía y el imperialismo, y de unidad internacionalista con las clases obreras que estaban desplegando sus propias luchas en la región sudamericana en ese momento.

Opiniones críticas en el movimiento obrero

Distintas opiniones del movimiento obrero señalaron la falta de un plan de lucha, marcando que su ausencia “impide desplegar todo el potencial de lucha disponible [5].

También las 3 F señalaron [6] críticamente la forma en que llegó parte del movimiento sindical a la lucha y en parte condicionó el resultado de la huelga:

Es en la práctica de un sindicalismo conciliador, en el ablandamiento sistemático de los métodos, en la condena constante, por parte de sectores del movimiento sindical, de toda expresión de radicalización en los métodos de lucha, todo ello unido a la falta de los planes de lucha apropiados, en la carencia de una estructura sindical adecuada, asimismo como en la carencia de suficientes cuadros intermedios arraigados en la base, en la práctica de un sindicalismo reivindicativo -desvinculado de los aspectos programáticos- es donde debe buscarse la explicación de las graves carencias que varios gremios evidenciaron, a tal grado que la huelga no pudo mantenerse e incluso, en algún caso, decretarse en forma efectiva. Ningún gremio fue derrotado. Fue derrotado un estilo, un método, una concepción de trabajo sindical… La lucha puso a prueba todas las orientaciones, todos los sistemas organizativos y de trabajo sindical, todos los criterios tácticos.

La gran fuerza desplegada por la clase trabajadora y los sectores populares que la acompañaron, por lo tanto, se dispersó y no logró consolidarse en un rumbo independiente con el objetivo de derrotar al golpe, es decir no se encontró el camino para expresar auténticamente desde las bases, la voluntad del poder obrero que se estaba manifestando.

Ocupación de la fábrica textil Phuasa. Autor: Aurelio González.
Ocupación de la fábrica textil Phuasa. Autor: Aurelio González.

Derivando posteriormente, en el debilitamiento de la misma y en el epilogo de la manifestación tardía del 9 de julio, hegemonizada por los partidos políticos que bregaban por una salida dentro de los marcos de la legalidad burguesa. Si bien nada aseguraba de forma absoluta un triunfo, tampoco el resultado final de consolidación del golpe fue una fatalidad del destino.

El relato fatalista

Esta última visión fatalista del resultado, es la defendida desde aquella época y hasta hoy por las corrientes dirigentes en el movimiento obrero, desde su punto de vista de conciliación de clases y representada fundamentalmente por el Partido Comunista, que fueron los que dirigían el movimiento obrero durante la huelga.

Llevaron hasta un callejón sin salida la lucha, imponiendo su perspectiva de conciliación de clases, sin proponerse defender un plan de lucha que logre derrotar al golpe desde la fuerza independiente de los trabajadores.

Las consecuencias de ese camino tomado fueron graves, porque significó una dura derrota histórica del movimiento obrero, a partir de ese momento replegado en una resistencia frente a una dictadura que duró once años. Soportando una dura represión, miles de presos políticos y desaparecidos. Trabajosamente se pudo reemerger como fuerza organizada en los últimos años de la dictadura hacia la transición de la restauración del régimen democrático.

Como decíamos, ninguna fórmula aseguraba un triunfo que estableciera una salida obrera a la crisis nacional, aunque sí lo hacía más posible. Pero eso no significa que bajo otra estrategia y métodos de lucha, señalados por las corrientes críticas del movimiento obrero (como las 3 F), los resultados en prejuicio del movimiento obrero y popular, incluso en posibles escenarios intermedios, como por ejemplo imponerle al régimen la necesidad de llamar a elecciones en el plazo de meses (como establecía la Constitución con la disolución de las cámaras), las consecuencias hubieran sido tan graves como lo fueron históricamente, bajo la dirección del Partido Comunista.

Por la memoria de aquellas/os heroicas/os luchadoras/es

La huelga general de 1973 significó una gran acción de masas de la clase obrera uruguaya, interviniendo en la realidad nacional, frente a un régimen que buscaba consolidar su agenda autoritaria y anti obrera.

Algunos balances históricos, hoy día muy extendidos, plantean problemas acerca de la subjetividad de la clase obrera y las posibilidades que podía tener para plantearse a sí misma derrotar el golpe de Estado. Bajo el sentido de caracterizarla como una clase obrera todavía muy anclada en concepciones liberales, como si fuera algo que no pudiera cambiarse.

Son las mismas corrientes políticas que, como el Partido Comunista, propagan hasta hoy un relato de que con la huelga general, la clase obrera “luchó por la democracia”.

Te puede interesar: ¿La lucha era por democracia?

Simplificando los hechos históricos, al reducir toda esa lucha, solamente a la reacción defensiva frente al golpe, cuando por ejemplo, desde hace años el movimiento obrero luchaba por un programa elaborado por el Congreso del Pueblo y los congresos de la CNT.

Es una gran injusticia histórica hacia la clase trabajadora uruguaya el intentar encorsetarla en esa definición reduccionista, despreciando décadas de experiencias de lucha, discusiones y reflexiones volcadas a diversos documentos de asambleas y congresos [7],que documentan una perspectiva más amplia y profunda de los trabajadores.

Esto no significa sobre estimar, lo que efectivamente se realizó, que básicamente fue una gran acción defensiva contra el avance autoritario, y que no pudo pasar de este plano defensivo a uno con más iniciativa.

Pero esto no sucedió, no por las motivaciones generales que tenía la clase trabajadora en aquél momento, sino por un método y una estrategia que predominó, que no se planteó derrotar realmente al golpe, y de lo que es responsable la dirección del movimiento obrero, es decir el Partido Comunista.

Además de ser una perspectiva histórica empobrecida, también se omite y desprecia, las posibilidades que abren para el cambio de consciencia los propios procesos de la lucha de clases.

Las lecciones a tomar en este sentido, en especial en hechos como estos que significan una intervención amplia de la clase obrera sobre la realidad, demuestran que no se puede tomar la consciencia como algo abstracto por fuera de la historia misma, sino que precisamente la lucha de clases puede dar la posibilidad de saltos en el avance de la consciencia y de esta manera por lo tanto en la posibilidad de acciones independientes que cambien de forma radical el curso de la historia [8].

La huelga puso sobre la mesa la cuestión del poder en la sociedad, haciendo imposible a los golpistas y la burguesía dirigir normalmente el país. La normalidad burguesa quedó suspendida en ese lapso, hasta que los golpistas la restauraron mediante la violencia.

Dejando en claro que sin los trabajadores la sociedad no puede funcionar, la huelga dejaba planteada la cuestión del poder, si bien no la resolvió [9].

Además quedó en evidencia con las permanentes acciones de resistencia y lucha de amplios sectores, que la clase obrera en conjunto con sectores aliados, hicieron toma de consciencia hasta cierto punto de esta cuestión. O sea, la fuerza que puede llegar a desplegar la clase trabajadora con sus métodos de lucha y en acción unitaria, para suspender la normalidad de la sociedad capitalista. Indudablemente la consciencia de la clase obrera dio un salto, que potencialmente pudo haber sido más profundo de lo que alcanzó ser en su momento.

Frente a las visiones fatalistas dentro de las organizaciones del movimiento obrero y popular, que se conforman con un relato de la huelga sin oportunidad de triunfar contra el golpe, nos sentimos parte de la tradición clasista y combativa que representa auténticamente la voluntad de lucha de aquellas/os obreras/os que pelearon por tantos días en el convencimiento de que el triunfo era posible.

En memoria de aquellas heroicas acciones, tomaremos las mejores lecciones de la invaluable experiencia que nos legaron, para vencer y reivindicar así el sacrificio de aquella generación que se animó a levantar su puño y luchar contra la injusticia y por una sociedad más justa. A las/los obreras/os que lucharon junto a su pueblo, contra los tiranos y genocidas, a las/os que todavía están y a las/os que ya no están ¡Su lucha es nuestra lucha! ¡En la memoria junto a ustedes, venceremos!

 
Izquierda Diario
Seguinos en las redes
/ izquierdadiario
@izquierdadiario
Suscribite por Whatsapp
/(011) 2340 9864
[email protected]
www.laizquierdadiario.com / Para suscribirte por correo, hace click acá