Es parte del sentido común que las y los trabajadores tienen derecho a que se les paguen las vacaciones, pues es un periodo de descanso relativamente largo que permite al cuerpo recuperase física, emocional y psicológicamente, lo cual es necesario para cualquier ser humano.
En este sentido, el cobrar el salario y al mismo tiempo descansar fue una demanda histórica del movimiento obrero que costó muchos años de lucha y sangre. En el caso mexicano, las vacaciones como derecho quedaron establecidas en la constitución mexicana luego de la revolución de 1910.
No obstante, la realidad es muy diferentes para la mayoría de los mexicanos y mexicanas, ya que aproximadamente el 60% de los trabajadores laboran en el trabajo informal, lo que quiere decir que carecen de los derechos laborales básicos, es decir, que carecen de vacaciones pagadas, lo que en resumen significa que no tienen el derecho al descanso garantizado.
Profesores universitarios de asignatura
Para el imaginario popular los maestros universitarios disfrutan de las mismas vacaciones que los estudiantes cuando los ciclos escolares terminan. Esto es verdad sólo para los profesores que tienen plaza definitiva y gozan de todos los derechos. Sin embargo, desde que el neoliberalismo se impuso con su política anti obrera, se generalizó la figura de “profesor de asignatura”, la cual se basa en sólo pagar las hora impartidas frente a grupo, excluyendo todos los años de preparación (licenciatura y posgrado) del académico, así cómo todo el tiempo que se requiere para la preparación de la clase (que puede ser el doble que las hora impartidas) y la evaluación de los estudiantes.
En este sentido, desde hace décadas, todas las universidades del país (públicas y privadas) aplican un agresivo esquema de contratación para que la mayoría de su planta docente sea de asignatura (por ejemplo, en la UNAM el número ronda el 80%), con lo que las escuelas de nivel superior se ahorran recursos a costa del bienestar de los docentes mientras que, en la mayoría de las veces, el dinero va con dirección a los privilegios de las castas doradas (altos funcionarios académicos que tienen sueldos millonarios) de las universidades.
Esta política ha precarizado las condiciones de vida de los docentes a niveles que, de solo impartir clases y el salario que va emparejado a esto no alcanza para cubrir los gastos de la vida cotidiana, lo que obliga a los maestros a buscar otras fuentes de ingreso, impactando en la calidad de vida y en la enseñanza.
En donde se puede ver mejor esta precarización es en el periodo de vacaciones. Las autoridades universitarias arguyen que al no estar trabajando, los profesores de asignatura no tiene por qué recibir su sueldo, y por ende dejan sin parte de sus ingresos a los académicos cerca de un mes (tiempo promedio de las vacaciones largas en las universidades), lo que es una violación de derechos y demuestra el desprecio que las autoridades tienen por la vida.
Ante esto, ¿cómo se supone que van a vivir los docentes? ¿los gastos de la vida se pueden no pagar por un mes? Para la patronal universitaria estas preguntas se responden con cinismo o total descaro, por ejemplo: “cómo se les ocurre vivir de dar clases”, o peor aún, “ustedes no son trabajadores, por eso no se les pagan las vacaciones”.
Una posible salida para tan difícil situación pasa por que se basifique a todos los profesores universitarios del país, para que gocen de todos sus derechos laborales, incluyendo el pago de vacaciones. Pensamos que esto debe pasar por preparar un gran movimiento contra la precarización y por plenos derechos laborales, que se organice desde abajo con asambleas y que le doble la mano a las autoridades para imponer nuestras demandas. |