En un estudio que el diario El Economista comparte en su edición de ayer, recalca que solo el 27% de los trabajadores en México siente compromiso por su trabajo ¿A qué se debe?

En su edición de hoy, la nota señala “la mala gestión de talento” y otros motivos como “las largas jornadas laborales” entre las razones que la mayoría de los trabajadores no sientan compromiso laboral, pero quizá los motivos son más profundos.

México, hasta 2018, era el país de la OCDE que tenía las jornadas laborales más largas, incluso más largas que en Corea del Sur, donde hay una impresionante crisis de salud mental producto de los extenuantes ritmos de trabajo.

A esto se suma los bajísimos salarios en ramas productivas claves, en comparación con los salarios de otros países en las mismas ramas, por poner un solo ejemplo, en la industria automotriz, en 2021 el promedio diario en México era de entre 2.3 a 2.6 dólares diarios, mientras que en EEUU era de entre 25 a 29 dólares.

A lo que podemos agregar, que tras la escalada inflacionaria que duró hasta hace unos meses en el país, la carestía de la vida se acentuó en el conjunto del país, golpeando duramente a la clase trabajadora, que vio el aumento salarial gubernamental pulverizado, pues la canasta básica sigue valuada en más de $16 mil, mientras la gran mayoría de clase trabajadora percibe menos de $11 mil mensuales.

Entendemos que el diario donde surge el estudio antes citado busca proponer una mejora en la gestión de personal de las empresas en México, pero para nosotros, estos paliativos son solo buenas intenciones, pues la gran confianza de la inversión privada en México se finca en el bajísimo costo de una mano de obra muy bien calificada.

Es por ello, que pensar en una condición para las y los trabajadores, no puede venir solo de un trato más justo, sino, de una transformación de raíz de las relaciones laborales, peleando por la jornada laboral de 6 horas al día, 5 días a la semana, sin reducción salarial, y con un salario que se ajuste al costo de la canasta familiar.

Para será necesario atentar con las ganancias de los grandes empresarios y las grandes fortunas, poniendo en pie una organización política que pelee por los intereses de quienes creamos la riqueza con nuestro trabajo, y que no confíe en ni en los cantos de sirena del gobierno, ni en la demagogia de la derecha.