Los y las migrantes jugamos un papel definitorio tanto fuera como dentro de la política electoral. Entender cuál es y cómo abordarlo se hace crucial para enfrentar un régimen que en momentos de crisis nos hace uno de los principales centros de sus ataques.
Como se vio reflejado en las últimas municipales, en muchos casos los buenos resultados que obtuvo la extrema derecha en los comicios estuvieron directamente relacionados a que un gran porcentaje de trabajadores migrantes tienen vulnerado su derecho al voto (sobre todo los irregulares). Tal y como comentábamos en un artículo anterior: “en muchos municipios les migrantes sin derecho a voto del censo duplican y hasta quintuplican los votos a la extrema derecha, en lugares donde su resultado ha sido un “éxito”.”
La ley de extranjería y las políticas antiimigratorias que ningún gobierno se ha atrevido a tocar, por más progresista que este se autodenomine, son y han sido elementos cruciales para la reproducción del régimen del ‘78. El mismo que asesina gente en Melilla, mandó los tanques a la frontera en Ceuta, manda a la policía a desahuciar familias, o militariza huelgas como la del metal en Cádiz. Unas políticas de represión brutal contra la clase trabajadora migrante que parecen el sueño de la extrema derecha, pero se han aplicado bajo el sello del ”progresismo” que ahora se presenta como el mal menor cuyo voto sería la única opción para frenar a la derecha. Pero las leyes de extranjería, los CIEs, la policía racista, los mecanismos de exclusión laboral o la negación del derecho a voto no están en los desacuerdos entre los dos bloques.
Las y los inmigrantes en situación irregular estamos fuera de la mayor parte de las ayudas sociales - para la que es necesario disponer al menos de NIE -, laborales - ofreciendo así una bolsa de mano de obra sin derechos a la patronal - y políticos. También aquellos que cuentan con permiso de residencia y trabajo tienen derechos vetados. No pueden acceder a ningún empleo público, para lo que se demanda disponer de la nacionalidad española, y en su mayoría no tienen el derecho a voto. Solo 14 nacionalidades extracomunitarias pueden votar en las municipales. Ninguna en el caso de las autonómicas o las generales del 23J.
VIDEO
Al mismo tiempo que los y las trabajadoras migrantes somos quienes más sufrimos la precariedad del sistema, se nos intenta hacer creer que la única vía de cambio que tenemos las clases explotadas es mediante el voto cada cuatro años. Esto nos llevaría a pensar que lo único que queda es la resignación o apelar la buena voluntad de los funcionarios de turno.
Queda claro, para quienes están “fuera” del antidemocrático sistema electoral Español, que poco se puede esperar del parlamento burgués. Este que con sus fuerzas represivas y sus burocracias hace recaer todos los golpes de la crisis capitalista sobre quienes debemos abandonar nuestra tierra para obtener una vida mejor.
Pero entonces, ¿debemos tirar la toalla y seguir apostando a una vida cada vez más inmerse en la miseria?
La historia nos da pistas de que la respuesta es un rotundo NO. En situaciones absolutamente represivas las personas migrantes y racializadas han peleado y se han organizado, extendiendo a la solidaridad en ocasiones al resto de sus hermanos de clase (una receta contra el racismo que hace saltar las alarmas a los capitalistas). Desde la revolución haitiana, hasta las luchas de mujeres contra el Apartheid en Sudáfrica, pasando por las rebeliones de judíos y gitanos durante el nazismo, los grupos racializados siempre estuvieron a la vanguardia de la lucha por los derechos y las libertades democráticas.
Es importante entender que todos estos ejemplos mencionados (muchos de ellos desarrollados de forma excepcional en el libro “A Revolução e o Negro”) tienen el hilo conductor que les permite hacerse posible. Han dependido siempre de la autoorganización de los trabajadores y sectores oprimidos; en las calles, centros de estudio o de trabajo.
La organización es clave. He aquí, volviendo al plano electoral, un importantísimo elemento que nos puede ayudar a entender la pregunta del cómo lo hacemos. La democracia burguesa ha demostrado ser una gran mentira. De lo que se trata no es de intentar cambiar las cosas desde un parlamento podrido lleno de dinosaurios. Un parlamento que solo defiende los intereses de los grandes capitalistas. Lo que debemos hacer es denunciarlo, desenmascararlo. Hacer ver al resto de los trabajadores, ya sean nativos o extranjeros, que la causa de nuestras miserias la tienen los grandes empresarios. Que el parlamento no va a defender nuestros intereses sino los de los ricos, mientras que al mismo tiempo trata de reprimirnos, enviándonos a la policía cada vez que nos rebelamos; o dividirnos, intentando fragmentar nuestras luchas: enfrentándonos con el machismo, con la LGBTIfobia, el racismo o entre distintos sectores de la clase trabajadora.
Sea desde adentro del congreso, utilizando las bancas como altavoz de las luchas obreras, como lo hacen los compañeros del Frente de Izquierda Unidad en Argentina; como desde fuera de él, cuando aún no hay una alternativa de izquierda lo suficientemente fuerte como para presentarse a elecciones, llevando adelante una campaña activa por el voto nulo como venimos llevando desde la CRT en el Estado Español.
Queremos organizarnos contra la derecha, pero para ello no nos sirve confiar en un mal menor que de la mano del PSOE ha atacado a la clase trabajadora migrante con masacres en la frontera, instaurando los CIEs, las deportaciones exprés o los contratos en origen con menor salario. Es necesaria la lucha y organización para prepararse para los acontecimientos que la lucha de clases nos pueda traer en el futuro y contra una extrema derecha que viene a extender su veneno racista.
Levantemos un frente de lucha y solidaridad por:
· Apertura de fronteras y libre tránsito para todas las personas, independientemente de su nacionalidad.
· ¡Ningún ser humano es ilegal! Derogación de las leyes de extranjería y cierre de los CIEs.
· Regularización inmediata de todas las personas inmigrantes en el Estado español, para que accedan a todos los derechos laborales y sociales. Derecho inmediato e irrestricto al “reagrupamiento familiar”.
· Derecho al sufragio activo y pasivo para todas las personas con permiso de residencia, en las elecciones generales, municipales, autonómicas y europeas.
Mientras desde arriba nos dicen que no podemos hacer nada, la única alternativa que tenemos es la movilización y la lucha de clases para enfrentar a la extrema derecha racista, tirar abajo las fronteras y acabar de una vez por todas con este sistema que nos explota y nos oprime. Nuestras demandas como migrantes son demandas de toda la clase trabajadora y tenemos que luchar con un solo puño.
Pero para ello, es necesario construir una organización socialista y revolucionaria, con independencia de clase que pelee por esta perspectiva, con el fin de acabar de raíz con el racismo, la explotación y el resto de las opresiones que nos afectan.
Para eso, te invitamos los días 1, 2 y 3 de septiembre a la escuela de verano de la CRT, donde discutiremos la estrategia para acabar con las fronteras, el racismo, la explotación y la opresión en una de nuestras charlas sobre el imperialismo. Porque a una derecha de verdad no la paramos con una izquierda de mentira, este 23J vota nulo o abstención y, sobre todo, únete a organizar con nosotras la alternativa de izquierda que hace falta. |