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30 de julio de 2023 Twitter Faceboock

A propósito de las derechas argentinas en el siglo XX
Nahuel Dominguez | @NadQuetzo

En octubre de 2022 fue reeditado el libro Las derechas argentinas en el siglo XX. De la era de las masas a la Guerra Fría, coordinado por Ernesto Bohoslavsky, Olga Echeverría y Martín Vicente, y publicado en 2021 por la Editorial UNICEN. En este artículo se comenta dicha obra, intentando pensar a las derechas de nuestro país como un actor persistente durante el siglo XX, así como sus lazos con la actualidad.

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El triunfo de Cambiemos en 2015 es señalado por los coordinadores del libro como un hecho de impacto que reavivó el interés por los estudios de las derechas. El debate público encabezado por José Natanson en Le Monde Diplomatique acerca de la aparición de una “nueva derecha democrática”, habría reactivado también el debate en el ámbito académico. Los autores refieren que las derechas aparecen representadas por esos años como una novedad, por lo que proponen revisar su perfil en el largo plazo, recurriendo a los aportes de casi una decena de investigadores especializados en la temática. Por ello, la mayoría de los 9 capítulos que componen el libro corresponden a elaboraciones de diversos autores, muchas de las cuales fueron presentadas originalmente en las jornadas “Las derechas argentinas en el siglo XX”, realizadas en octubre de 2018 en la sede Tandil de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN).

La aparición del "fenómeno Milei" con sus horas de espacio televisivo y mediático, junto a las encuestas y estudios que pregonan su relativo éxito electoral, al lograr canalizar parte del descontento con el actual gobierno “progresista” así como con la oposición de Cambiemos, ha puesto a la derecha una vez más en boca de todos. El trabajo que comentamos aquí permite rastrear continuidades e innovaciones de la derecha vernácula, identificar tradiciones políticas (católicos, nacionalistas, liberales) y recorrer 100 años de historia argentina, entre 1880 y 1983, en los que desempeñaron un papel relevante para el mantenimiento del orden social, el sometimiento al imperialismo y la defensa de los valores tradicionales.

Desde el título del libro, los coordinadores plantean un debate con el tratamiento tradicional de la temática. En los sucesivos capítulos se abordan diversas tendencias (liberales, nacionalistas y católicos). Por esto, los autores prefieren hablar de “derechas” en plural, para referirse a una posición que no es unívoca, y con la que los actores políticos muchas veces evitan identificarse. Estas son caracterizadas de manera relacional, dado que consideran más apropiado identificarlas por los adversarios que comparten o por su oposición a otros fenómenos ideológicos, que por un corpus de ideas compartidas y permanentes.

En este sentido, los coordinadores problematizan distintos límites y potencialidades de los enfoques utilizados para abordar a las derechas. En primer lugar, se critica la visión que las identifica con los sectores socialmente dominantes, su reflejo o el de sus intereses, aduciendo la transversalidad con que este sector político atraviesa a las sociedades. Tomando como ejemplo el voto, se insiste en que tiene un carácter policlasista; de la misma forma que muchas veces los discursos promercado, la discriminación, los pedidos de represión, el sexismo o el anticomunismo. Por otro lado, se señala que las derechas no pueden reducirse a una discursividad determinada, sino que deben entenderse a partir del estudio combinado de su basamento ideológico, los ejes de sus discursividades, así como de sus “repertorios de acción”. Se oponen también a los enfoques esencialistas, que dejan fuera del análisis los conceptos y prácticas que las derechas comparten con otras expresiones que están fuera de ese universo, o a las alianzas complejas e inestables que muchas veces son capaces de poner en pie. Por último, señalan la necesidad de no exotizar a las derechas, conducta que identifican con una forma de incomprensión y no de lectura perspicaz.

Liberales, católicos y nacionalistas

El libro se organiza siguiendo una perspectiva cronológica, que va desde finales del siglo XIX al primer peronismo en la primera parte, y una segunda en la que se analizan diversos casos durante el período comprendido entre 1955 y 1983. Sin embargo, aquí proponemos realizar un sucinto recorrido con hincapié en los ejes temáticos de la obra. Nos referimos a los capítulos que abordan al liberalismo de Leandro Losada (“La élite social argentina y el republicanismo. Diagnósticos sobre el liberalismo y la democracia entre 1930 y 1943”) y Jorge Nállim (“Fronteras porosas: tendencias de derecha en el liberalismo y el antifascismo argentino”), los que estudian a la tradición católica de Martín Castro (“Itinerarios políticos de los católicos: la Argentina en una mirada transnacional, 1880-1920”) y Miranda Lida (“Alcances y limitaciones del ‘renacimiento católico’ de la década de 1930. Debates, conceptos e interpretaciones”) y a los que hacen lo suyo con la derecha nacionalista de Ernesto Bohoslavsky (“Anticomunismo y pánico moral en la argentina de los años sesenta”), María Celina Fares (“Los intelectuales nacionalistas en cuyo a mediados del siglo XX: entre lo local y los internacional”), María Valeria Galván (“Vínculos transnacionales del nacionalismo argentino en las décadas de 1950 y 1960”) y Laura Graciela Rodríguez (“Los intelectuales de extrema derecha y la universidad: anticomunismo y anti-reformismo entre 1955 y 1983”). El capítulo de Olga Echeverría (“Nacionalistas, católicos y liberales conservadores frente a Yrigoyen, la democracia y las clases populares. Discursos y cosmovisiones estéticas. 1912-1930”) por su parte, analiza los tres sectores en cuestión.

Al seguir esta clave de lectura, nos encontramos con diversos aportes sobre cómo buena parte de las familias tradicionales y de la élite política, que se identificaba a sí misma con una “aristocracia republicana” heredada del siglo XIX o un republicanismo “identitario”, llegó a establecer prudencias e incluso el rechazo a la democracia liberal en la década del 30’. Sostenían que se enfrentaban a un enemigo irreconciliable y corrupto nacido de la democratización producida con la Ley Sáenz Peña y la irrupción del yrigoyenismo. Para el período que comprende al primer peronismo, se señala cómo el liberalismo-conservador que venía de mantener un aspecto “democrático” durante los 30’, mediante la convocatoria a elecciones a la vez que practicaba sistemáticamente el fraude electoral, se convierte en un acérrimo opositor a la democracia y a la llegada de Perón al poder. Esta tendencia también confluye con un sector del liberalismo antifascista entre los que se destaca la figura del socialista independiente Federico Pinedo, quien fuera ministro de economía de Agustín P. Justo. Estos dos sectores del liberalismo, el conservador y el antifascista, luego confluyeron con radicales, socialistas, demócrata-progresistas y demócrata-cristianos en la Unión Democrática para enfrentar al peronismo.

La tradición católica, desde finales del siglo XIX hasta las dos primeras décadas del siglo XX, aparece encarnando una integración negativa en la que se crean ligas electorales, partidos políticos y se integran elencos ministeriales con la intención de representar los intereses de la Iglesia en la sociedad, pese a la reticencia a aceptar doctrinariamente la democracia. En la década del 30’ y tras una larga preparación, se produce una suerte de “renacimiento católico” expresado en un dinamismo político, social y cultural conseguido a través de la utilización astuta de las herramientas que brindaba la sociedad de masas como la publicidad, los libros y revistas en grandes tiradas, así como la construcción frenética de parroquias en la ciudad de Buenos Aires.

Para el nacionalismo aparecen diversas escalas de análisis, la local y la global. Con el caso de la UNCuyo se rastrea la presencia y hegemonía en el terreno de la filosofía, las ideas políticas y la historia, un grupo de docentes e intelectuales asociados al hispanismo franquista e integrados en redes académicas con la península que sobrevivieron a los sucesivos cambios políticos del país entre las décadas del ‘40 y los ‘70. En otro estudio de caso, se analiza la influencia de inmigrantes de Europa central y del este que llegaron al país como refugiados políticos o desplazados y ejercieron una fuerte influencia sobre el nacionalismo anticomunista local durante la segunda posguerra. Estos habrían ayudado, a partir de su experiencia de vida bajo la órbita comunista, a reformular parte del basamento ideológico de diversos grupos locales, más allá de la influencia norteamericana y sus intereses en la región. Con el análisis de la Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas (FAEDA) se aborda el concepto de “pánico moral”, dado que este grupo practicaba hacia fines de los 60’ una suerte de anticomunismo moral contra lo que identificaban como el “guerrillero-hippie” y el “puto-falopero”, un enemigo presente en todas partes, camuflado, irrecuperable y conspirativo, como parte de una serie de nociones conservadoras sobre los géneros y las familias que impulsaba este grupo juvenil mediante actos, la prensa y acciones callejeras con el aval de las fuerzas de seguridad. El papel de los intelectuales de extrema derecha en la universidad, que pregonan el anticomunismo y el antirreformismo durante el período 1955-1983, aparece destacado por su grado de cohesión y protagonismo alcanzado durante la última dictadura militar tanto en universidades públicas como privadas.

En resúmen, el libro coordinado por Bohoslavsky, Echeverría y Vicente aporta una mirada panorámica interesante sobre las derechas argentinas del siglo XX, a partir del estudio de numerosos casos por parte de investigadores de trayectoria. A partir de su lectura en clave cronológica, también pueden reconocerse momentos de expansión y retracción de las ideas de las derechas al calor de las fluctuaciones de la lucha de clases, la economía y el contexto global.

Por otra parte, el texto introductorio realizado por los coordinadores aporta elementos que complejizan el análisis de las derechas en el país. Autores clásicos como Norberto Bobbio [1] realizan una distinción esquemática en base a los usos de los conceptos de igualdad y libertad, con sus gradaciones, para clasificar a los distintos sectores políticos como de izquierda, centro izquierda, centro derecha o derecha. A nuestro modo de ver, para un análisis más cabal, es pertinente pensar en incorporar el aspecto de la lucha de clases, tal y como se desprende del origen mismo de los conceptos en la Revolución Francesa. Allí se distinguía entre quienes se ubicaban a la derecha o a la izquierda del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente según defendían, en el recinto y en las calles, una monarquía constitucional o una república democrática. Como la sociedad y la política ya no es la misma luego de más de 200 años, cabe repensar estas premisas. Distintos análisis de autores marxistas como Trotsky o Gramsci, dejan ver un uso situado e histórico a la hora de aplicar estas definiciones políticas. Para ellos, derecha e izquierda no son caracterizaciones inmutables de grupos ni de individuos, sino que están en función de posiciones políticas concretas ligadas a una práctica en la lucha de clases. En este sentido, consideramos que en el uso relacional del término derechas, vinculado a grupos que comparten un oponente ideológico o enemigo en común, sería beneficioso incluir también la relación con los casos concretos a lo largo del tiempo y en el contexto de la lucha de clases. Así, podrían identificarse los cambios en la dinámica de diversos sectores (dentro de los cuales siempre existen alas izquierdas y derechas), como por ejemplo, los virajes del peronismo entre la resistencia de base a “La Libertadora” y la represión parapolicial de los ‘70, hechos que a su vez tienen relación con intereses de clase contrapuestos. Otro aspecto es la transversalidad de la derecha más allá de los sectores sociales dominantes. Como exponen Bohoslavsky, Echeverría y Vicente es aplicable a los votantes. De todos modos, nos cuesta encontrar ejemplos que respalden dicha afirmación respecto a sus líderes e ideólogos.
Como se advierte desde un principio de la obra, no hay una búsqueda de moralización del objeto de estudio. En el afán del análisis o la compresión de las ideas de la derecha, su transmisión y algunas de sus prácticas, pareciera que por momentos (en algunos de los capítulos) los actores estudiados se tornaran abstractos o curiosos, cuando en vez de eso, han ocupado durante demasiado tiempo importantes espacios de poder y sometido a la sociedad a fuerza de miseria y represiones. Desde acciones de shock económico que arrojaban a miles a la pobreza hasta golpes de estado y genocidios. Estos aspectos referidos al efecto de sus prácticas, en el contexto de la lucha de clases, desde nuestro punto de vista no son dimensionados en su magnitud.

Las derechas de hoy

La aparición reciente de la segunda edición de Las derechas argentinas en el siglo XX. De la era de las masas a la guerra fría, es una obra que también colabora a interpelar a nuestro propio presente. Cómo rescatan los coordinadores, su primera edición coincide con la victoria cercana de Cambiemos en las elecciones presidenciales de 2015. La reedición en 2022 coincide con los albores del fenómeno nacional de Milei. Pese a los reparos que podamos hacer a la obra que comentamos, su lectura nos acerca a una visión de largo plazo sobre el fenómeno de las derechas en el país y ayuda a dejar atrás la “extrañeza” o “exotización” que muchas veces vende el periodismo o los medios de comunicación. Los autodenominados libertarios reúnen la defensa de las fuerzas armadas y el negacionismo de los nacionalistas, la negación de los derechos de las mujeres, como fue tradición en el catolicismo, y las ideas de libre mercado salvaje del liberalismo. Sin embargo, sería un error pensar que no hay nada de nuevo o contradicción alguna en este fenómeno. Como señala Pablo Stefanoni, Milei rescata elementos importantes de sus principios en Murray Rothbard, un economista norteamericano seguidor de Mises y Hayek, defensor de los monopolios, siempre que sean impulsados por emprendedores, y enemigo íntimo de toda actividad estatal. [2] Rothbard por otra parte, proponía la articulación entre libertarismo y valores conservadores o autoritarios. Matías Maiello considera que en el caso de Milei se trata de una variante radicalizada de neoliberalismo que propone una suerte de darwinismo social a bandera desplegada ligado a un discurso “aspiracional” meritocrático [3].

Impulsado por un sector del empresariado y los medios, la aparición de Milei empalmó con fenómenos políticos de los últimos años alrededor del mundo como el de los outsiders. Personajes muchos de ellos recién llegados a la política, o anti políticos, empresarios o figuras mediáticas que se presentaron como una renovación ante el viejo esquema de los partidos del régimen. Como por ejemplo, Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil o Vox en España, que a través de formatos amigables como las redes sociales y videos en youtube han logrado reinstalar viejas agendas de la derecha como la misoginia o la xenofobia. Esto, como parte de haber canalizando el descontento con la “política tradicional”, tras un largo período de alternancia entre gobiernos “progresistas” y de la “derecha tradicional”, que mantuvieron lo esencial del neoliberalismo en sus países e incluso lo profundizaron.

Más allá de su resultado electoral efectivo, la presencia de Milei aporta a una derechización de la agenda política en el país por un lado y como espantajo por otro. Las ofertas de Cambiemos, así como la principal candidatura del peronismo en las elecciones presidenciales de 2023 abonan el curso derechista del debate político electoral. Tanto Massa como Bullrich y Larreta tienen al ajuste económico, el saqueo de los recursos naturales por empresas multinacionales y el sometimiento al FMI como aspectos sobresalientes de sus programas de gobierno. Sus diferencias se dan principalmente en términos de tiempos o utilización mayor del consenso o la fuerza para aplicarlos.

Las herencias de las derechas del siglo XX sobre nuestro presente, lejos de toda linealidad o evolutivismo, son reconocibles y abundantes. Sus ideas se reactualizan y se fusionan con tendencias de la realidad presente. Políticas liberales, como el endeudamiento externo con el FMI y la colocación virtual del país bajo tutela de Estados Unidos, tuvieron su primer precedente en 1958 bajo el gobierno de Frondizi que incorporaba en 1959 a Álvaro Alsogaray en el Ministerio de Hacienda. Figuras como la del precursor del liberalismo argentino influyeron a través de su partido, la UCeDé, sobre personajes de actual relevancia como Sergio Massa, Carlos Maslatón, Emilio Monzó, Amado Boudou, Eduardo Feinmann y Fabián Doman. Los católicos han estado presentes con sus pañuelos celestes contra el derecho a decidir de las mujeres y han tenido expresiones electorales variadas al igual que los nacionalistas a uno y otro lado de la grieta.

Las derechas actuales, con sus agendas de ajuste y represión, tienen buena parte de sus raíces ideológicas y prácticas en las del siglo XX, pese a sus nuevas articulaciones o “innovaciones” en distintos ámbitos. Su lugar en el centro del debate público en el presente, más allá de fenómenos globales como el de Trump, Bolsonaro u otros que supieron canalizar parte del descontento con la política tradicional, obedece a las políticas deliberadas de los medios de comunicación e importantes grupos económicos, así como a la omisión de sindicatos y supuestas fuerzas progresistas que les dan aire y terminan tomando su agenda. Estudiar las derechas argentinas del siglo XX es una herramienta para comprender sus trayectorias y repertorios pero también y sobre todo, para enfrentarlas.

 
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