Después de una millonaria campaña publicitaria que llevó a los más ingeniosos y absurdos memes sobre el Barbenheimer, finalmente se estrenó la película de Barbie dirigida por Greta Gerwig, que en 2019 sorprendió con una remake del clásico Mujercitas, después de haber saltado al estrellato con su ópera prima Lady Bird. Tres películas que desde distintos ángulos abordan problemáticas de género y cuestionan los roles impuestos tradicionalmente a las mujeres. Esta trayectoria de la directora, ya había generado mucha expectativa y especulación sobre hacia dónde podía llegar a apuntar su versión de Barbie, y al menos a nosotras, no nos defraudo.
La película cuenta con el protagonismo de populares actores y actrices como Margot Robbie, Ryan Gosling, Michael Cera, America Ferrera, Will Ferrell y algunos de les actores de la aclamada serie Sex Education, como Emma Mackey y Ncuti Gatwa. Este gran elenco ya mostraba el nivel de despliegue que tiene por detrás la película que se proyecta como una de las superproducciones más importantes del año, batiendo récords de venta a tan solo diez días de su estreno.
El film destaca por su cuidadoso trabajo de arte. Fue noticia que para construir el mundo de Barbie se necesitaron litros y litros de pintura rosa (hasta agotarla) y en cada rincón de las escenas hay un detalle que evoca a los famosos juguetes de Mattel con los cuales los personajes interactúan: si nadan, simulan que nadan, si toman café, simulan que toman café. Asimismo el casting arriba mencionado forma parte de aportar a ese arte, ya que no podemos negar que Margot Robbie encarna a Barbie a la perfección. Además cada movimiento de los personajes está coreografiado para que no quepan dudas de que son muñecas de plástico.
Con una serie de guiños cinéfilos, Greta Gerwig marca desde el comienzo a qué público apunta la película. Ya que a lo largo del film podemos ver varias referencias a clásicos del cine, siendo el mayor de los intertextos las obras de Stanley Kubrick. En el trailer de la película la directora toma el inicio de 2001: Odisea al espacio, pero también vemos referencias a The Shining y Dr. Strangelove. En una escena particular Barbie debe elegir si emprender su camino de heroína o quedarse en su hogar. Para eso su guía espiritual “La Barbie Rara” (Kate McKinnon) la hace elegir simbólicamente entre un zapato de tacón y unas sandalias planas, evocando la clásica escena de Matrix donde Morfeo le hace elegir a Neo entre la realidad y la ficción. También hay menciones explícitas a otras películas: Orgullo y Prejuicio se toma como ejemplo de lo que ve Barbie cuando está deprimida y El Padrino como una de las películas sobre la cual los varones podrían estar hablando y explicando horas y horas.
Life in plastic ¿It’s fantastic?
A partir de ahora intentaremos hacer la menor cantidad de spoilers posibles, pero las que avisan no traicionan. Resumidamente el argumento de la película es el de un mundo ficticio llamado Barbieland, en el cual habitan las y los muñecos Barbie en una sociedad donde solo existe la felicidad y no hay imperfecciones en sus vidas ni en la inmaculada escenografía.
En Barbieland, todas las mujeres se llaman Barbie y viven una vida plena, independiente y exitosa en la que prácticamente no vemos familias (a excepción de la Barbie embarazada que ni siquiera tiene pareja) y todas las muñecas se sienten “realizadas” en su mundo sin las angustias de la vida cotidiana. Ellas son las que dirigen y detentan los puntos de poder políticos y sociales. Por su parte, la figura masculina está completamente subordinada y se materializa en los varones que solo cumplen el rol de novios y amigos de las Barbies, que obviamente comparten entre todos ellos el icónico nombre Ken.
Pero a medida que avanza el film vamos conociendo al “Mundo real” que no es más que la cruda realidad del mundo capitalista y patriarcal en el que vivimos actualmente. No vamos a contarles cómo, pero estos dos mundos empiezan a conectarse. Este vínculo lleva a los protagonistas a tener crisis existenciales, a partir de las cuales intentan redescubrirse y reflexionar sobre sus sentimientos, sus objetivos en la vida y hasta su rol en la sociedad, mostrándonos las contradicciones que tiene cada uno de estos mundos.
A su vez, la película ridiculiza muchos de los aspectos más conservadores que tiene la propia figura de Barbie y el fenómeno de consumo que se generó alrededor de la muñeca, utilizando al humor como recurso para exponerlos y cuestionarlos, como bien señala Celeste Murillo en este artículo sobre la propia historia (contradictoria) de la famosa muñeca.
Como se ve en la primera escena de la película, antes de Barbie las únicas muñecas “para niñas” eran de bebés con los que sólo se podía jugar a ser madres. Pero cuando Ruth Handler (la creadora de Barbie) vió que su hija prefería jugar con muñecas a las que podía darles una vida adulta, tuvo una idea muy rentable y pensó en hacer muñecas más modernas que, a tono con su época, le dieran un nuevo rol a las mujeres más allá de la maternidad. Las muñecas Barbies se desempeñaron como científicas, abogadas, médicas, astronautas o presidenta, acompañando el ideal de mujer independiente, con expectativas de tener un trabajo, estudios, una casa, amistades, intereses propios y hasta una pareja con la que no necesariamente se casase.
Handler le puso a los muñecos Barbie y Ken como a sus hijos, y junto a su esposo Elliot, fundador de Mattel, llevaron adelante la idea para en 1959 presentar a la primera de muchas otras Barbies que le sucedieron. De esta forma, la muñeca surge en un contexto muy particular que, como describe José Natanson, está marcado por la “edad de oro del capitalismo” que tiene lugar después de la segunda guerra mundial y promueve el consumo de masas y la búsqueda de nuevos clientes en el público infanto-juvenil. A la vez, esto se combina con la explosión de la segunda ola del feminismo que se desarrolla en todo el mundo pero tiene uno de sus epicentros en el movimiento de mujeres de los Estados Unidos que sale a las calles al grito de que lo personal es político.
Pero el fenómeno de Barbie, en su surgimiento, no fue solo eso. La muñeca sigue representando hasta hoy en día la imposición de mandatos y estereotipos de belleza dañinos e inalcanzables para la mayoría de las mujeres. Y en este sentido, la película toma ese elemento para subrayar la contradicción y jugar con la ambivalencia que genera una figura tan querida y a la vez tan criticada como la muñeca y todo lo que se construyó a su alrededor. No es casualidad que el personaje principal de la película de Gerwig se llame a sí misma “Barbie estereotípica”, quien todo lo puede y solo siente felicidad hasta que empieza a preguntarse por la muerte y toda su inmaculada vida se empieza a derrumbar.
La Barbie que construye Greta Gerwig, recoge muchos de los cuestionamientos que hay hacia la muñeca de parte del movimiento feminista y en general de la sociedad. Como la crítica al ideal de amor romántico, a la sociedad de consumo, a la cosificación y mercantilización de los cuerpos de las mujeres y, por ende, a la propia lógica del capitalismo y el patriarcado sobre las que se sostienen todas estas opresiones de género.
Al mismo tiempo, la producción de la película (financiada también por Mattel) muestra como la gran corporación que construyó la figura de Barbie está tratando de sobrevivir y de reinventarse, para no pasar de moda ni quedar obsoleta en un mundo que ya no ve con tan buenos ojos a los estereotipos de belleza y los roles de género que perpetraron por décadas desde este tipo de industrias. La corporación de juguetes se encargó de “autoburlarse” de sus fallas para buscar el efecto compasivo en la audiencia, operación que encarna el personaje de Will Farrell y sus intentos por salvar a Barbie de la decadencia.
Aunque es una película que tuvo más inversión en marketing que en la propia producción y realización, no podemos reducir su impacto solamente a la operación publicitaria y los efectos del fenómeno Barbenheimer, que es furor en redes sociales. Lo más distintivo de esta producción es el tono satírico y provocador que hace a la crítica social muy llevadera e irónica. De todas formas, ahí también encontramos una ambigüedad en la película que hace que quizás no termine de desarrollar algunos cuestionamientos hasta el final, porque no es una producción infantil pero tampoco es una película “seria” por su tono de comedia que la hace más “pochoclera”.
Creemos que esta película abre algunas preguntas interesantes para pensar cómo se vinculan las niñas y adolescentes con los productos que ofrece el mercado y que permea en la subjetividad de las infancias intentando inculcarles sus valores e ideales propios de la lógica de consumo. ¿Podemos pensar en juguetes que no sigan cargando con estas ataduras y mandatos de género? ¿Cómo hacemos para inculcar otro tipo de valores para que haya infancias más libres en este mundo tan desigual? Estas son algunas de las reflexiones que nos deja y que creemos que invitan a seguir profundizando el debate.
Por último, no queremos dejar de mencionar que en estos momentos la industria cinematográfica más grande del mundo está atravesando una huelga histórica de guionistas y actores por sus condiciones laborales en medio de la temporada de super estrenos para el hemisferio norte. Una huelga de estas características no se veía desde hacía décadas en Hollywood y ya cosechó el apoyo de grandes estrellas de cine entre las cuales se encuentran los elencos tanto de Barbie como de Oppenheimer. Desde este suplemento también sumamos todo nuestro apoyo.