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28 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

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El Sonido de la Libertad 1: Batalla Cultural
Julián Contreras Álvarez

Esta es la primera entrega de tres textos donde abordaremos 1. Una Reseña Critica de la película. 2. La historia del personaje real que inspira Sound of Freedom: Tim Ballard, y 3. La apuesta política del productor Eduardo Verastegui.

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Hace un par de días se estrenó en México la película “Sound of Freedom” (El sonido de la Libertad), producida por Eduardo Verástegui. Una película ampliamente promocionada en los grandes medios de comunicación de ambos lados de la frontera (de manera indirecta mediante entrevistas o comentarios Ad hoc de los presentadores) y con un evidente financiamiento en redes sociales.

Esta es la primera entrega de tres textos donde abordaremos

  1. 1. Una Reseña Critica de la película.
  2. 2. La historia del personaje real que inspira Sound of Freedom: Tim Ballard, y
  3. 3. La apuesta política del productor Eduardo Verastegui.

De entrada diremos que la película expone, desde la ficción, una visión particular sobre un indignante crimen de relevancia transnacional: La explotación infantil para fines sexuales; sin duda, un problema altamente preocupante, concordaremos todos y todas dada la evidente indefensión de los menores.

La película de Verastegui ha estado envuelta en polémica y debate desde antes de su estreno en los Estados Unidos; por un lado, la producción y sectores de la Alt Right la presentan como parte de una “batalla cultural”, desde su particular punto de vista contra el problema expuesto, y por otro, la prensa progresista y espectros de la izquierda cuestionan y evidencian la falsedad de la historia del personaje que inspira la película, y su articulación semántica con las llamadas teorías de la conspiración de QAnon. Así mismos denuncian la conexión de Tim Ballard y del mismo productor (Verastegui) con el espectro político de la ultraderecha transnacional (Donald Trump, Bolsonaro, etc.) y el abierto respaldo a sus políticas reaccionarias (Construcción del muro fronterizo, deportaciones de ilegales, etc.)

Al escuchar que un productor mexicano financia una película para denunciar, desde la ficción, la muy real y repudiable explotación sexual infantil, podría pensarse que la misma repararía en el relevante trabajo de documentación y denuncia de la reportera Lidia Cacho y la escandalosa respuesta represiva de empresarios y políticos de nuestro país contra ella y su trabajo; de la misma manera esperaríamos ver las denuncias y protestas que, a propósito de este grave problema, levantó aquel valiente “Comité de Madres” de Ciudad Juárez a quienes, en el contexto del inicio de la supuesta “Guerra contra el Narco” , les desaparecieron a sus hijas y cuyas investigaciones les llevaron a ubicar redes de trata de personas que operan de ambos lados de la frontera, etc. Pero no. La película de Verástegui se centra en la historia de un policía de la Oficina de Investigación de Seguridad Nacional (HSI) del Departamento de Seguridad Nacional de los EEUU (DHS), de nombre Timothy Ballard que al renunciar a su cargo, continua operando de manera parapolicial o paramilitar, rescatando niños con el respaldo de su gobierno y de las fuerzas armadas de otros: Un evidente refrito cinematográfico de las películas tipo Rambo. Spoilers incluidos, veamos.

La película inicia en Honduras con una ex reina de belleza, una mulata de acento cubano, abordando a un padre para ofrecerle fichar a sus hijos; Miguel y Rocío, para el modelaje infantil. Él acepta y tras una sesión de fotos, al ir a recogerlos los niños han desaparecido. Los niños han sido víctimas de una red de explotación sexual.

En Calexico, California, Tim Ballard, un agente de Oficina de Investigación de Seguridad Nacional (HSI), trabaja en detener a personas que poseen y distribuyen pornografía infantil. La película expone el conflicto de Tim al saber que han detenido a muchos pedófilos en la frontera, pero sin haber salvado a ningún niño, ya que estos crímenes ocurren fuera de los Estados Unidos, lo que queda fuera de sus manos. Frente a esto, Tim finge ser un pedófilo y engaña al depredador sexual; Ernst Oshinsky (apellido de origen judío). Ganada la confianza del judío Oshinsky, logra que éste le consiga un encuentro sexual con un menor. Tras esto, el HSI logra arrestar a Earl Buchanan, el hombre que compró al niño Miguel en Sudamérica para prostituirlo con Tim.

Tim le pide información a Miguel para que le ayude a encontrar a los otros niños. El niño le da un collar de San Timoteo que le dio su hermana y le pide que la salve. Tim viaja a Cartagena, Colombia, para rescatar a Rocío, ahí se encuentra con el Vampiro; un ex contador del Cartel de la droga que arrepentido ahora trabaja para salvar a los niños del tráfico sexual. La película expone como el Cartel controla -además del tráfico de drogas y de armas- la trata de menores para la explotación sexual, afirmando que este negocio superará a los dos anteriores.

Tim, no obstante haber renunciado a su trabajo en la HSI porque no le proporciona fondos para su operación, y le piden regresar a EU, logra por medio de su exjefe conseguir el apoyo de la embajada norteamericana, y Vampiro consigue el respaldo de las fuerzas policiales militarizadas del gobierno de Colombia para llevar a cabo una operación encubierta para rescatar a una gran cantidad de menores bajo el pretexto de querer armar un club de sexo infantil. Esta operación también es apoyada financieramente por un conmovido joven adinerado de nombre Paul (Verastegui) Se rescatan 54 menores, pero ninguno de ellos/as es Rocío.

A través de un interrogatorio de la policía se enteran que Rocío fue vendida a un jefe de la guerrilla (alusión directa a las FARC), atrincheradas en la selva del Amazonas. La policía le informa a Tim que no hay forma de recuperar a la niña porque es territorio rebelde donde el Gobierno colombiano no puede llegar. Vampiro sugiere que se pueden infiltrar disfrazados de médicos para atender las enfermedades de la zona. Al final solo Tim logra internarse al campamento enemigo como supuesto médico con unas vacunas.

Ya dentro, Tim se entera que Rocío está siendo utilizada como esclava sexual personal del líder rebelde; el Alacrán, y junto con otros niños son obligadas a triturar hojas de coca para producir cocaína, evidentemente para financiar la guerrilla contra el gobierno colombiano.

Tim se enfoca en rescatar a Rocío y mata al Alacrán al ser sorprendido en el intento, a pesar de que los rebeldes los persiguen y les disparan, Tim libera a Rocío. Antes de separarse, él le devuelve el collar que Miguel le dio. Rocío finalmente regresa a Honduras con su padre y hermano.

Un análisis de los discursos implícitos, superando el impacto del doloroso e indignante drama que viven los infantes en la película, nos permite reparar en el contenido ideológico del cual se parte para explicar el problema de la explotación sexual infantil valiéndose de la ficcionalización de una supuesta historia real, supuesta porque hay infinidad de documentos oficiales que desmontan la veracidad de las campañas de rescate de Tim Ballard en lo que repararemos en la siguiente entrega.

Empecemos por decir que en la película la explotación sexual de los menores se reduce a un mero asunto de individuos pervertidos, ambiciosos y malvados. No veremos en la trama (ni en las exposiciones del Tim Ballard real) alguna referencia a la complicidad en este tipo de crímenes, de agentes aduanales, funcionarios, políticos, empresarios, policías o militares, pues ellos están del lado de los buenos (muy alejado de la realidad), menos dentro de los EEUU. Lo que si se expone en este relato maniqueo es que los criminales vienen de fuera. La reclutadora Giselle es una cubana, el pedófilo detenido en Calexico, California es un judío, el gringo pedófilo detenido en la frontera es un ejemplo de esa «white people shit» que se asocia con migrantes (para los militantes de QAnon, cualquier Demócrata, no se diga los comunistas).

La trama de la película es un evidente refrito, compositivamente diremos que mal lograda hasta el aburrimiento, de películas al estilo de Rambo, donde una especie de Superman enfrenta al mal encarnado en individuos corrompidos y perversos. Tim se convierte en un policía por la libre, que actúa con respaldo de los gobiernos locales con un grupo paramilitar que combate a los malos. No hay el menor asomo a exponer cinematográficamente el problema de la trata de menores como parte de un gran entramado criminal transnacional, donde hay demasiada evidencia de la participación de empresarios, políticos, fuerzas policíacas y militares de distintos países. Esto es lo que termina haciendo de la película una lavada de cara de las autoridades corruptas y corruptoras en este y otros crímenes.

Así pues, en Sound of Freedom, los policías son los buenos y los criminales son los malos, donde los criminales pedófilos son una cubana, un judío, los rebeldes de la guerrilla colombiana, la «mierda blanca» y los «carteles de la droga», todos en un mismo costal, todos de fuera de EEUU, por lo que una tesis implícita en la película sería que los migrantes son potenciales criminales. Y los niños rescatados son regresados a Honduras con su padre, porque ese es el lugar de los hondureños.

Como detalle curioso, diremos que el collar que Miguel le da Tim al pedirle que encuentre a su hermana, lleva el nombre de Timoteo, epístola de San Pablo, cuyos planteamientos a favor de la sumisión de los esclavos a los amosfueron utilizados en el siglo XIX por los esclavistas confederados.

Otro detalle es el papel secundario que juegan las mujeres en la trama, no hay madre de los niños protagonistas, solo se expone el sufrimiento del padre. Los jefes, los policías, los mercenarios, los guerrilleros, todos son hombres. La esposa de Tim solo aparece de adorno en la trama, y el único personaje femenino con un poco más de participación, es una negra de acento cubano que es la que secuestra a los niños y los vende para su explosión sexual.

Finalmente, la película plantea como la explotación sexual infantil es el nuevo gran negocio de los carteles de la droga, donde sus capos son una caricatura, un estereotipo de los delincuentes de bajo perfil, nada que conecte ese mundo de la criminalidad con los burgueses nacionales o trasnacionales, un planteamiento que refuerza las políticas securitarias, la militarización y el supuesto combate a los carteles de la droga, un escenario favorable al negocio de la guerra, a la acumulación originaria por desposesión en Latinoamérica, a la criminalización de la pobreza, y a la consolidación de gobiernos reaccionarios como los que el propio productor Eduardo Verastegui y el paramilitarismo de Tim Ballard, impulsan y respaldan;ambos Apoyan a Donald Trump y la construcción del Muro en la Frontera norte.

Continuará…

 
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