Los que conducen la Empresa Distribuidora de Energía Atlántica (EDEA S.A) desde hace varios años vienen violando la ley, tal como quedó establecido en el Marco Regulatorio Eléctrico de la Provincia de Buenos Aires. Lo mismo se debe a que tercerizan muchas de sus tareas con empresas que no tienen a sus trabajadores bajo el convenio colectivo de trabajo que corresponde y, a través de darles trabajo a esas tercerizadas, van achicando sectores que tenía cubiertos aquella, tanto con trabajadores de planta permanente, así como con convencionalizados (bajo convenio).
A esto se suman distintas políticas que afectan de diferentes formas no sólo a los trabajadores sino también a sus usuarios en forma directa. Por mencionar algunos ejemplos: no cobran más en efectivo en ninguna de sus oficinas de atención al usuario; a través de empresas contratistas vienen revisando todos y cada uno de los pilares de luz con personal sin la debida capacitación y formación, lo que atenta contra la calidad del servicio y la integridad y seguridad del trabajador. A veces sucede que si el caño o la caja del medidor están en mal estado, le dan al usuario de tres a cinco días para que los cambie, si no lo hace le retiran el medidor (hoy cambiar el caño y la caja del medidor ronda los 30 mil pesos).
Esas tercerizadas han comenzado a colocar medidores llamados “inteligentes” que les va a permitir a EDEA, apretando un botón desde una oficina, cortarle la luz a ese usuario, así como también reconectarlo. Esto no solo no le dará ninguna posibilidad al usuario a pedir prórroga para poder ir a pagar, sino que también reduciría puestos de trabajo, ya que no se va a necesitar más a un trabajador para “cortar”, “reconectar” o tomar el consumo de ese medidor, dejando a cientos de trabajadores en la incertidumbre de qué va a ocurrir con ellos. El avance de la tecnología, que debería estar puesto en función de aliviar la carga laboral y hacer las vidas más sencillas, se vuelve una amenaza ante la estabilidad laboral y la fuente de trabajo.
En el año 1997, cuando se privatizó el sector y se transformó en EDEA, quedó en la ley que debía tener 683 trabajadores convencionalizados. Al día de hoy, después de 26 años y de haber crecido en gran cantidad del número de usuarios, la empresa no cumple con el mencionado requisito y tiene alrededor de 200 bajo otros convenios colectivos de trabajo. El Oceba (Organismo de Control Eléctrico de la Provincia de Bs. As.), que debería ponerle freno a los permanentes atropellos de los que conducen EDEA S.A, sólo han tenido manifestaciones a los cuales la empresa hace “oídos sordos”. Y le aplica multas que, como la última aplicada en mayo pasado, esta empresa no paga.
EDEA S.A forma parte del gran monopolio de la distribución de energía eléctrica en la provincia de Buenos Aires, pertenece al grupo DESA, controlante de las cuatro principales empresas distribuidoras de electricidad provinciales (Edelap, Eden y Edes), que concentran el 65% del total del mercado provincial. Así como también de Edesa, la empresa que provee electricidad a la provincia de Salta. Tiene como presidente (CEO) a Rogelio Pagano, su fundador. Este brinda el servicio eléctrico en forma directa a través de estas empresas o en forma indirecta a través de varias cooperativas eléctricas a las cuales les vende la energía, a más de dos millones de usuarios. Se presentan como la tercera empresa distribuidora de energía en el país.
Los escandalosos aumentos de tarifa, autorizados por el gobierno nacional y avalados por la Provincia, que ya comenzamos a sufrir gran parte de los usuarios de este esencial servicio público, solo nos reafirma a impulsar que la energía eléctrica es un bien social, un derecho humano y que necesitamos profundizar el cambio de la matriz energética con el objetivo de bajar su costo e ir en la búsqueda de la nacionalización todas estas empresas con control de los trabajadores y supervisión de los usuarios y técnicos de las universidades y organismos de investigación públicos, así como avanzar en la reducción de la horas de trabajo para fomentar el empleo. |