A días de las elecciones 2023, en el marco del dossier "Educación, política y elecciones ¿cuál tiene que ser la propuesta de la izquierda?", consultamos a diferentes educadores y educadoras su mirada respecto a los programas educativos que se proponen desde las diferentes plataformas políticas. En esta oportunidad, compartimos la entrevista a la docente e investigadora Valeria Servente.
LID: ¿Qué argumentos y debates ves necesarios plantear frente a propuestas de “voucherización” de la educación que proponen desde sectores libertarios como el de Javier Milei?
VS: Con respecto a la propuesta de “voucherización” que hace la derecha y Milei a mí me parece que fue una propuesta que ya la vimos con las políticas neoliberales de los ´90 que no funcionó y sabemos cómo terminó: genera mayor desigualdad, es discriminatoria, no aporta la igualdad, justamente, de oportunidades y es una política que niega este lugar de derecho de la educación y no tiene ningún sentido en ningún sistema educativo serio del mundo. Así que me parece que, obviamente, eso sería como crítica a esto que viene proponiendo la derecha.
LID: ¿Creés que en estos dieciséis años de macrismo en la Ciudad de Buenos Aires hubo un avance hacia una educación meritocrática y de mercado?
VS: Por supuesto que las escuelas públicas, los profesorados y la escuela media vienen sufriendo un gran vaciamiento que va desde el presupuesto educativo en general (que si mal no recuerdo ha bajado casi diecisiete puntos en lo que va de un poco más de una década de gobierno), hasta las acciones particulares. Estamos viendo y hemos sufrido cosas que no se han solucionado, por ejemplo, la falta de vacantes en los jardines, la falta de maestros tanto en el nivel primario (que está en emergencia educativa) como en el nivel medio, donde también faltan profesores y profesoras. A todo esto, el macrismo, el larretismo, el PRO en la Ciudad, no es que ha hecho un gran avance para solucionar estas problemáticas, sino que, por el contrario, las condiciones laborales de los maestros, los docentes, los profesores de todos los niveles son cada vez peores, y esto también se debe a que la la matrícula de carreras de formación docente, sobre todo en los últimos años y con la pluralidad de ofertas que hay sobre todo después de la pandemia, viene bajando.
También existe otra problemática de vaciamiento que es lo que enfrentamos desde diciembre del 2017 y generó una gran lucha durante el 2018: la aprobación de la ley que crea la Universidad de la Ciudad de Buenos Aires (UNICABA). Después se llamó para cerrar los 29 profesorados de diferentes áreas que tiene la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Así que, sumado a eso que sucede en el nivel superior, por un lado la gente elige cada vez menos la carrera docente y, por otro lado, no tenemos ley de titularizaciones en los cargos del nivel superior y sobre todo en los cargos directivos, la gente se va jubilando, entonces corremos el riesgo al vaciamiento de nuestras instituciones que es, digamos, un poco la mira y la propuesta que tiene la derecha o el gobierno del PRO en la Ciudad. Va a vaciar de toda propuesta académica de contenidos, y también de estudiantes, los profesorados. Bueno, yo creo que eso es lo que están haciendo.
LID: ¿Pensás que la escuela pública sigue siendo, como se suele reivindicar desde sectores del peronismo, un espacio de igualdad y ascenso social opuesto a los valores de la meritocracia bajo una situación de ajuste del FMI a los presupuestos educativos y las familias?
VS: En este contexto tan triste y tan difícil que estamos viviendo las y los argentinos, de desigualdad y de pago al FMI, la escuela se ha transformado, como ya lo vivimos en el 2001-2002 con la finalización de los 90 y con la crisis neoliberal, en un espacio de contención. A esto se le suma el pago de malos salarios y también algún tipo de mala formación y capacitación docente que estamos percibiendo en las escuelas, porque esto también se ve hoy: hay que tener más herramientas para trabajar en el aula, en la diversidad que hay en ella. Todo esto también lleva tiempo, lleva trabajo y obviamente que es un sinsentido si no nos ponemos hablar de cambios profundos en relación a -no quiero usar la palabra reforma- pero sí podría decir “pensar otro sistema educativo” en el cual los docentes, los profesores y las profesoras de todos los niveles educativos no tengamos que estar trabajando en mil doscientas escuelas por semana para armarnos de alguna manera un sueldo más o menos digno.
Me parece que ahí hay una gran trama y un gran obstáculo para pensar el sistema educativo hoy en el Siglo XXI, con problemáticas de las infancias, las juventudes y las adolescencias propias de este siglo y de jóvenes que acceden al nivel superior. Así que me parece que el discurso del peronismo de lo que fue la atracción de la década del 40 de la escuela pública, de la amplitud de oportunidades, ahora -obviamente- no lo estamos viendo ni de cerca.
Y, uniendo un poco este tema con la pregunta anterior respecto a la meritocracia, a mí me parece importante una cosa que estuve escuchando en las últimas semanas de un diputado español muy conocido, del espacio “Más País”, llamado Iñigo Errejón, quien habla de la herencia universal que se le va a dar a jóvenes. Pensando en esto, si bien algunas cosas se fueron escribiendo no hace mucho tiempo, la semana pasada me llegó un material de unas colegas que están escribiendo sobre el derecho de la educación superior. Ésta puede ser vista como un derecho universal y, por qué no, pensar en hacerla obligatoria. Por ahí algunos me van a tratar de delirante pero esto yo lo vengo sosteniendo y diciendo desde hace mucho tiempo. ¿Por qué? Porque tengo una formación muy burdelliana. Retomando lo que dice Inigo Errijón, que habla de que esta herencia universal va a ser para chicos y chicas cuando adquieran la mayoría de edad y terminen la escuela, los y las jóvenes también pueden entrar directamente a la universidad, recibiendo entre los 18 y los 23 años veinte mil euros para que puedan formarse o emprender.
En este sentido, muchos diputados lo acompañan pensando que, como él dice: “esto es una oportunidad para empezar a ver que los que no nacemos en cuna de oro tenemos para formarnos, para forjarnos o hacernos de alguna titulación o de alguna profesión en la vida. Nos cuesta mucho más que a quien sabemos lo tiene todo más armado y organizado si nacen en una familia acomodada”. Entonces, “arrancar la vida cuesta y los jóvenes se esfuerzan”, dice Errejón, “pero hay algunos que tienen un empujón familiar importante y otros tienen muchas dificultades para hacer oposiciones, formarte o emprender”. Se sabe que allá para concursar, para acceder a cargos públicos, no es lo mismo si tenes una familia privilegiada que puede costear tus estudios, entonces lo que se propone es nivelar esa igualdad de oportunidades para que este tipo de decisiones no dependa del lugar donde hayas nacido.
Esto también lo podemos relacionar con el planteo que hace Pierre Bourdieu, ya lo decía en la década del 70 cuando escribió La Reproducción sobre la escuela capitalista en Francia junto a Passeron, sobre las desigualdades sociales y del sistema educativo. Esto tiene un arraigo en los sistemas educativos, sobre todo latinoamericanos, que duelen porque la escuela pública no es un horizonte de igualdad.
LID: ¿Cuál es la perspectiva educativa que tenemos que plantear desde la izquierda, no sólo en el marco de la campaña electoral, sino hacia la reconstrucción de una pedagogía crítica desde el socialismo?
VS: Creo que deberíamos pensar un sistema de formación docente mucho más atractivo en relación a los salarios, por supuesto, y a la calidad académica que se ofrece. Si bien nosotros y nosotras en los profesorados accedemos a nuestros cargos por concurso, por selección de antecedentes, podríamos hacer algo mucho más riguroso que de alguna manera eleve la calidad académica, que quien quiera anotarse para ser docente lo haga porque va a ganar un buen salario, va a tener condiciones de prestigio. En este sentido, también habría que empezar a trabajar mucho en las representaciones sociales que en general, justamente, tiene la sociedad, lo que hace que cuando la derecha habla de reforma educativa echa la culpa el sistema formador de docentes: todos los institutos de formación docente, todos los que se forman en las universidades, los que salen de las profesiones para ejercer y, sobre todo, los maestros y maestras de nivel primario y de nivel secundario. Cuando se habla de esta crisis de la escuela, de la crisis educativa, se habla de la mala formación de los maestros.
También,me parece que hay que repensar el sistema sobre todo de nivel medio y superior. Insisto: no va más que un docente trabaje en cincuenta mil escuelas, no es serio en ningún sistema educativo del mundo. Hay que tener tiempo (para estudiar y perfeccionarse) para preparar una clase con una temática de aula inventiva, propuestas pedagógicas inventivas -como se afirma desde las Tecnologías de la Comunicación y la Información (TICs)-. Con un salario de hambre y de pobreza no se puede hacer esto, se trata de una profesión en la que todo el tiempo nos estamos perfeccionando y formando.
Por otro lado, por qué no pensar en un proyecto de universalizar y hacer obligatorio el nivel superior en la Argentina, eso creo que también nos daría un lugar para seguir pensando este otro tipo de sociedad y a dónde queremos llegar. Por supuesto, también exigir que nuestros alumnos y jóvenes, sus familias, puedan tener acceso a la vivienda, acceso a la educación, a la salud, porque es muy difícil si vos tenés pibes y pibas que se te duermen en el aula, adolescentes que se te duermen. Cambiar el horario de entrada y salida en las escuelas, sobre todo en la escuela media, también es importante. Estudios han demostrado que las y los adolescentes no pueden bancarse más entrar a las siete y cuarto, siete y veinte de la mañana, por su déficit hormonal y de atención. Empiezan a estar más atentos y atentas a partir de las nueve y media, diez de la mañana. Esto los países del primer mundo lo tienen en cuenta. A mí me parece que es sobre estos puntos que hay que sentarse a pensar un país que sí queremos. “Desde la boca para afuera”, como quien dice, pensar en que con la educación “todo se puede”, es pensar también en que para eso hay que invertir y hacerse cargo de dar vuelta de timón. Creo importante mejorar el acceso, la calidad educativa, los salarios, la capacitación de los docentes, repensar las categorías conceptuales de Pierre Bourdieu de la década del 70, por ejemplo, con respecto al Siglo XXI.
LID: ¿Qué opinión te merece la recuperación que estamos haciendo de la obra de Lev VigotskI para pensar las problemáticas pedagógicas actuales?
VS: Me parece muy bien que se esté abordando desde el socialismo y desde la izquierda esas categorías para pensar una propuesta educativa socialista. Vigotski es un autor obviamente muy interesante para pensar la educación pero creo que también Bourdieu nos da una mirada muy interesante. Hay un autor que se llama René Gerard, quien después de la pandemia -a fines del 2020, 2021- escribió un libro que acá aún no se consigue lamentablemente, llamado “Pensar la educación del Siglo XXI” con las categorías conceptuales de Pierre Bourdieu. ¿Por qué es importante pensar, dice él, esas categorías hoy en el Siglo XXI? Me parece muy interesante lo que plantea Gerard en relación a lo que decía Bourdieu acerca de la teoría de los campos y cómo las sociedades, los individuos se van moviendo en esos campos. Lo relaciono con lo que traía respecto a lo planteado por Íñigo Errejón y lo que yo vengo pensando hace mucho tiempo de universalizar el nivel superior y hacerlo también obligatorio.
Para eso también hay que hacer acuerdos, acuerdos también con los y las jóvenes de sectores populares que tienen que salir a trabajar sí o sí, acuerdo con las empresas y convenios con el Ministerio de Trabajo que contemplen trabajar menos horas porque después tienen que ir a estudiar. Que tengan los mismos salarios, con una jornada laboral reducida, que es el planteo de la izquierda. Me parece que va por ahí y para todo obviamente se necesita cabeza, capacidad e inversión en cuanto a lo económico pero también en cuanto a lo político, lo cultural y lo intelectual. Hay mucho todavía para hacer.
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