Un accidente de trabajo es toda lesión orgánica o perturbación funcional, inmediata o posterior, o la muerte, producida repentinamente en ejercicio, o con motivo del trabajo, cualesquiera que sean el lugar y el tiempo en que se preste. También se incluyen los accidentes ocurridos durante el traslado de manera directa del domicilio al centro de trabajo y viceversa.
Aumento de los accidentes de trabajo
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) indica que los riesgos de trabajo aumentaron en 2022, en los accidentes en centros laborales y en los traslados. Casi 1,000 accidentes de trabajo diarios, de acuerdo con la Memoria Estadística 2022 del IMSS, que significa un aumento anual de 15%.
En suma, el año pasado se registraron 565,473 riesgos de trabajo. De estos, 62% fueron accidentes laborales, 24% accidentes en trayecto y 14% enfermedades de trabajo. De acuerdo con esta institución, el año pasado hubo 352,461 accidentes de trabajo. Por lo que el aumento anual de estos en 2022, fue 2.5 veces superior al observado en 2015, el más alto de los últimos diez años.
Entre los accidentes de trabajo, las lesiones que se presentaron frecuentemente fueron traumatismos superficiales, luxaciones, esguinces y desgarros, heridas, fracturas, quemaduras y corrosiones, así como amputaciones.
¿Qué necesitamos las y los trabajadores?
A pesar de la realidad presentada por el propio IMSS, esta institución continúa del lado de las patronales, preocupándose más por culpar al trabajador que por exigirle a la patronal que garantice condiciones seguras para las y los asalariados.
Ejemplo de esto fue que durante la presentación del programa de Entornos Laborales Seguros y Saludables a la iniciativa privada (programa voluntario enfocado a la productividad y calidad en los centros de trabajo), el IMSS se centró en el ausentismo del trabajador y en la baja cultura de prevención.
No obstante, lo peor es que según las cifras culpan a las y los trabajadores, pues señalan que “el 85% de los casos hubo un acto inseguro por parte del trabajador”. Además de que se piensa a las incapacidades desde una lógica de “pérdida de 14.9 millones de días laborales”, con una erogación de 5,037 millones de pesos para el Instituto, cuando esos costos los deberían de asumir las patronales que son las que se enriquecen a costa de nuestra explotación.
Sin embargo, aunque se reitere que falta formación, concientización, sensibilización de trabajadores, la realidad es que el costo de actividades en el trabajo tienen un riesgo de realizarse que se nos impone absorber a las y los trabajadores, por ejemplo en la industria metal-mecánica, como sobre esfuerzos o luxaciones, y en la industria de alimentos como temperaturas elevadas. Es evidente que necesitamos en primera instancia que se nos garanticen plenos derechos, sobre todo para quienes ni siquiera tienen seguridad social, así como equipo de protección personal y presupuesto, entre otros que nos den la certeza de condiciones seguras.
Las medidas solo pueden venir de las y los trabajadores organizados mediante comisiones de seguridad e higiene, que exijan al patrón presupuesto y establecer un mecanismo para la exigencia de la extensión universal -que cubra todo tipo de enfermedades- en la cobertura de salud pública y gratuita para nuestras familias, así como el tratamiento de los riesgos de trabajo, tanto enfermedades como accidentes de trabajo.
También es necesario que pongamos en pie comisiones de seguridad e higiene en cada uno de nuestros centros de trabajo -que sean representativas, democráticas e independientes del gobierno, las burocracias sindicales y los partidos del régimen- para hacer efectivo nuestro derecho a la salud y a condiciones seguras.
*Con información de El Economista. |