Las PASO trajeron sorpresas, Milei fue el candidato más votado y generó debate en todos los (mismos) medios que lo crearon, dando lugar a distintas explicaciones sobre su crecimiento como fenómeno electoral, que lo votaron “los jóvenes”, que tiene “muy buen manejo de las redes” o que logra expresar el “hartazgo social con la política”.
Y aunque incluso algunos analistas hablan de que los votantes encontraron en él una especie de “nuevo Mesías”, podemos decir que Milei no precisamente cayó del cielo. Antes de que los libertarios alcancen este nivel de relevancia mediática, el país ya atravesada una crisis económica profunda atada al endeudamiento del macrismo con el FMI, el mismo que el peronismo viene reconociendo y pagando obedientemente.
Por su parte, la pandemia generó un estado de incertidumbre y vulnerabilidad para miles que no pudieron sostener sus trabajos o sus alquileres y que pasaron a la informalidad o a la explotación en los trabajos de plataformas. Mientras el gobierno de Fernández se encargaba de proteger la ganancia de los empresarios, la heladera llena y el asado no llegaron nunca y tampoco recuperamos lo perdido. La frustración y el descontento con los partidos políticos que vinieron gobernando el país, empezó a sentirse por abajo como un estado social latente.
Frente a la crisis social, los partidos del régimen fueron instalando una agenda a derecha que pudiera justificar la continuidad del ajuste y el disciplinamiento represivo, así llegamos a las elecciones, donde las “propuestas” de campaña podrían sintetizarse en seguirle pagando al fondo y reprimir las protestas. Milei fue de gran utilidad en ese sentido, sirvió para correr la discusión a derecha, pero además logró con su retórica “anticasta” canalizar la bronca y el descontento con la situación, y al responsabilizar únicamente a la “casta política”, logró separarla de la casta empresaria y militar a la que tan fielmente sirve.
¿Una situación a derecha?
Las elecciones son la foto de un momento político, donde puede haber un sector en el que calen las ideas de la meritocracia y el éxito individual, incluso dentro de los propios sectores populares, sobre todo cuando sienten que su esfuerzo diario no sirve para nada y no ven recompensa alguna. La derecha, pero también el peronismo, fueron construyendo la imagen de un enemigo interno: “los que cobran planes, los que cortan rutas” para dividir por abajo y desviar la atención de los verdaderos responsables de la crisis.
Pero centralmente, el voto a Milei es expresión de la bronca y la frustración que generan el estado al que llegaron las cosas y, también, hacia el propio Estado y sus instituciones. Ubicándose como supuesto “outsider”, pudo canalizar en esta primera etapa, el descreimiento en una política tradicional que no da respuestas, a pesar de haber sido él mismo, asesor de toda esa casta.
El fenómeno Milei es síntoma de la degradación económica y social a la que nos empuja un sistema en decadencia que solo ha traído para las mayorías, inflación, pobreza, precarización laboral y por eso, tal como sucede con el síntoma, Milei, siendo parte de esa misma estructura, de ese mismo sistema, es también la expresión de sus problemas y sus sin sentidos. Llegó a constituirse como síntoma social y adquirir esta forma, como consecuencia de un profundo proceso de degradación de las condiciones de vida de las grandes mayorías y de la crisis del régimen político de conjunto.
Pero sus votantes no le están regalando un cheque en blanco, tampoco expresan una adhesión a su ideología y su programa, de hecho, muchos esperan que de alguna manera las cosas mejoren. También hay quienes del lado del peronismo, incluido parte del mundo psi, se enojan con los votantes, dicen que se volvieron de derecha, que ganó la despolitización y la regresión de los derechos, en un acto que aparece como la negación de la parte de responsabilidad del propio peronismo en el gobierno y la pasivización que impusieron los sindicatos y movimientos sociales afines, ante un ajuste brutal.
Plantean que no es posible que se pierdan “los derechos”, “la soberanía”, “la justicia social” sin asumir que son discursos que se constituyeron en significantes vacíos, cuando en la realidad gran parte de la juventud no tiene derechos laborales, la economía está literalmente sometida al Fondo Monetario y casi la mitad de la población vive en la pobreza. Que donde “haya una necesidad no haya un derecho”, no es solamente una expresión de deseo de Milei, sino que es parte de la realidad material que dejaron el macrismo y el peronismo después de años de ajuste.
Entonces la salida no puede ser volver a la trampa del mal menor, los trabajadores, la juventud y las mujeres tenemos mucho para pelear en esta nueva etapa, pero con Massa, representante de los intereses de la embajada norteamericana, el que acaba de aplicar una nueva devaluación del 22%, no vamos a enfrentar a Milei o a Bullrich. No vamos a enfrentarlos tampoco desde la desmoralización y el miedo, tenemos nuestra fuerza social para hacerlo, la de los millones que ponemos el mundo en movimiento a diario. Para enfrentar realmente a la derecha y al ajuste, tenemos que recuperar las calles y organizarnos por una salida propia a la crisis. El resultado de las elecciones está abierto y en disputa.
Por eso es necesario abrir el debate en los lugares de trabajo, de estudio, de cara al movimiento de mujeres, organizarnos en asambleas, reagrupar nuestras fuerzas, defender el voto al Frente de Izquierda, especialmente contra el ataque del “malmenorismo”, y así empezar a organizarnos desde hoy para enfrentar el ajuste de este gobierno, que es el caldo de cultivo donde se preparan los Milei, tenemos que preparar la fuerza para enfrentarlo y para definitivamente cambiar las reglas del juego. |