Hacer aparecer como nuevo, algo viejo. No es un prestidigitador, aunque le gustaría. Emmanuel Macron había prometido para el inicio del curso escolar (ya terminadas las vacaciones del verano boreal) una "gran iniciativa política", al final se trata de una simple reunión con los representantes de los partidos que tienen representación en el Parlamento, que tendrá lugar este miércoles 30 de agosto. Una "iniciativa" que recuerda en su lógica a la del año anterior, con la convocatoria a todos los partidos para constituir un Consejo Nacional de Refundación. Como en esta ocasión, el objetivo de Macron es claro: romper el aislamiento de un gobierno debilitado por las sucesivas explosiones de la lucha de clases, que ciertos sectores de derecha incluso se plantean censurar en el Parlamento, buscando compromisos con las oposiciones. En concreto, dos ejes estructurarán los debates de este miércoles: el lanzamiento de consultas transpartidistas para construir textos legislativos comunes y la organización de referendos.
Medidas que, en esencia, deberían permitir responder a la situación de crisis mencionada por Macron en su carta a los invitados, evocando una "convergencia de desafíos" como "el regreso de la guerra en Europa", el posible "fin de la guerra", la "crisis climática", pero también la "descivilización" como llama el gobierno francés a las revueltas en los barrios obreros a finales de junio y principios de julio.
Todos esos son elementos sobre los cuales el gobierno ya ha formulado sus respuestas preferidas: endurecimiento autoritario, represión violenta en el caso de las revueltas, ley de inmigración, endurecimiento de las normas del seguro de desempleo, pero también recortes presupuestarios y ataques a la seguridad social, como anunció el presidente la semana pasada. Para estas políticas, Macron espera encontrar aliados en las oposiciones. En su carta, que reivindica el "límite de independencia y justicia" del gobierno. El Presidente apuesta efectivamente por la "unidad nacional" entre los partidos, y explica: "compartís entre vosotros acuerdos fuertes y desacuerdos reales. Pero cuando están en juego los intereses superiores del país, tengo confianza, como muchos franceses, en nuestra capacidad de converger sin negaciones ni renuncias”.
Pero si, como en 2022, la "iniciativa" es la de un gobierno muy debilitado (en primer lugar por la lucha de clases), la diferencia esta vez radica en la aceptación de la invitación por todas las partes. Si bien La Francia Insumisa (LFI, partido de Mélenchon); EELV (Europa Ecología, Los Verdes); LR (Los Republicanos -partido conservador-) o RN (Reagrupamiento Nacional -el partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen-) se negaron a participar en el Consejo Nacional de Refundación, todas las fuerzas políticas optaron esta vez por aceptar la reunión.
En un comunicado de prensa del NUPES, EELV, LFI, el Partido Socialista y el Partido Comunista Francés critican las condiciones de la invitación, denuncian la política del gobierno o el uso de la expresión de extrema derecha como "descivilización", señalando el "corto plazo" (de la invitación. N d T.) y que "vivieron operaciones de comunicación” del gobierno. Todo esto, antes de anunciar su participación en la reunión. Eso sí: mostrando su "combatividad" anunciando el boicot a la cena prevista para la noche.
El pretexto para aceptar la reunión es "hacer propuestas en interés del pueblo", el NUPES explica que discutirá en particular propuestas sobre la educación, el costo de la vida estudiantil, el precio de la electricidad, el combustible y los productos alimenticios, pero también un referéndum sobre la reforma de las pensiones. Es claro que se pueden compartir algunas de las cuestiones planteadas por la izquierda institucional, pero ciertamente no será en los salones del Palacio del Eliseo donde podrán avanzar. Por otra parte, la decisión de responder al llamamiento de Macron contribuye a validar su iniciativa, prestándose a una operación 100% en beneficio de su gobierno, que hasta ahora no había podido organizar tal reunión.
Un verdadero escándalo, pocos meses después de la aprobación en vigor de la reforma de las pensiones y de la represión ultraviolenta desatada contra los manifestantes o contra los jóvenes de los barrios populares, sublevados tras el asesinato de Nahel. Mientras muchos jóvenes todavía duermen en prisión y que la Policía sigue citando a sindicalistas. Una elección que debe vincularse a las posiciones progubernamentales adoptadas por una parte del NUPES en los últimos meses, entre la condena de la "violencia de los alborotadores" por parte de la EELV, el PS y el PCF, y la alineación con la ofensiva mediática-política contra el rapero Médine o el apoyo por parte del PCF y el PS, a la prohibición del manto de la abaya (usado por las mujeres musulmanas) en las escuelas.
Un signo de conciliación, que evoca la participación de los sindicatos en el "diálogo social", en un momento en el que quienes aspiran a hacer retroceder a Macron deberían, por el contrario, prepararse para la lucha, con total independencia frente al desprestigiado régimen de la V República y el gobierno. Ciertamente no es en conversaciones con Macron que será posible obtener algo. La hoja de ruta del presidente francés es clara: ataques antisociales y racistas. El movimiento obrero, que ha experimentado la inflexibilidad de Macron en los últimos meses, debe forjar un programa de lucha que permita articular una oposición en todos los frentes que el gobierno está preparando y construir la contraofensiva.
|