"No podemos comer carne en un país que es productor de carne", "no compro frutas, ni yogurt para los chicos y elijo comprar pollo, achuras y mondongo" son algunos de los testimonios de trabajadoras y trabajadores publicados en La Izquierda Diario que reflejan la carestía de la vida.
Este miércoles el Indec revelará el Índice de Precios al Consumidor de agosto y se prevé que alcance los dos dígitos como anticiparon la inflación porteña (10,8%) y la cordobesa (12,15%). Este salto fue la consecuencia de la devaluación que decidió Sergio Massa tras las elecciones a pedido del FMI. Otra medida que se suma a las subas de tarifas y combustibles que echaron más nafta al fuego.
El rubro alimentos y bebidas no alcohólicas medido por la Ciudad de Buenos Aires registró un incremento de 12,5% en agosto, por encima del nivel general. En el mismo sentido, según la Dirección General de Estadística y Censos de Córdoba durante agosto el ítem de alimentos y bebidas aumentó 16,59%, superior al nivel general.
La aceleración de la inflación, que se dio sobre todo en la segunda mitad de agosto, dejó un piso elevado para septiembre y los especialistas hablan de un “efecto arrastre”, así la inflación de septiembre también rondaría los dos dígitos. Ese número el Indec lo dará a conocer una semana antes de las elecciones generales.
La clase trabajadora paga los costos de la inflación. Las medidas de Massa para amortiguar el impacto de la devaluación no alcanzan para compensar la pérdida del poder de compra. En el caso de los salarios registrados privados aún con la suma fija el poder adquisitivo se ubicaría alrededor de 13% por debajo de noviembre de 2015, según estimó Cifra de la CTA. Los trabajadores no registrados fueron excluidos de las medidas siendo uno de los sectores que más perdió con la inflación.
Tipo de cambio y su efecto en precios
La inflación es un fenómeno complejo que responde a un conjunto de causas que se retroalimentan, entre las que se puede mencionar las devaluaciones del peso, y la dolarización de tarifas de la energía y del combustible.
La devaluación de Massa significó un nuevo golpe al salario, e impacta en el conjunto de precios por la gravitación que tiene el tipo de cambio en el desenvolvimiento de la economía argentina. La suba del tipo de cambio oficial aumenta los precios en moneda nacional del sector transable, bienes y servicios que se pueden exportar como la soja, el maíz (agroexportadores, mineras) en relación a los precios del sector no transable es decir que no exporta y son para consumo interno como textil, alimentos.
La industria importa bienes para producir sus productos por tratarse de una economía atrasada y dependiente en términos de productividad. La suba del tipo de cambio encarece estas importaciones por tanto el sector sube los precios internos.
La devaluación reduce los precios de los productos elaborados en el país (expresados en moneda extranjera) y abarata los salarios medidos en dólares lo que mejora la ganancia empresaria. Pero las modificaciones en los precios relativos provocados por la inflación llevan a nuevos ajustes en los precios para preservar el margen de ganancia anterior. Con la devaluación se acelera la dinámica inflacionaria que “come” la “competitividad” que ganaron las empresas que se beneficiaron con la suba del tipo de cambio oficial. Esto significa una presión para nuevas devaluaciones que se agrava por un contexto de debilidad de las reservas del Banco Central.
A río revuelto, ganancia de los grandes empresarios
En la carrera por mantener los márgenes de ganancia los grupos económicos que cuentan con mayor concentración en la producción y comercialización de las mercancías, llevan las de ganar. Ellos pueden incidir en la fijación de los precios y sacar así ventajas. Así, se vio en la semana posterior a la devaluación de Massa donde grandes empresas entregaron listas de precios a los supermercados con fuertes subas.
Según un informe de Cifra de la CTA, las ramas altamente concentradas subieron sus precios mayoristas 15,1% por encima de la inflación entre 2016 y el primer semestre de 2023, en tanto que las ramas en las que predominan los grupos económicos lo hicieron 25,6% por encima de los precios minoristas. “En ambos casos, esos aumentos contrastaron con la evolución de sus costos salariales que se redujeron 24,1% y 32,9%, respectivamente”, añade el documento. Estas subas se registraron tanto en la etapa del gobierno de Cambiemos (10,5% y 8% respectivamente) como en la del Frente de Todos (4,2% y 16,3%).
En el documento de trabajo de Flacso “Régimen de alta inflación, oligopolios y grupos económicos” de Manzanelli, P. y Amoretti, L. se detalla el predominio de los grupos económicos locales y conglomerados extranjeros. Entre las 37 ramas altamente concentradas que se clasificaron a partir de los precios mayoristas se identificaron ocho que tienen esa condición: 1) la industria aceitera (Aceitera General Deheza, Molinos Agro y Renova, Louis Dreyfus y Bunge); 2) la industria del azúcar con el predominio del grupo Ledesma; 3) la industria de chocolate y golosinas (grupo Arcor y Mondelez (ex Kraft Foods)); 4) la industria del tabaco (Nobleza Piccardo y Massalin Particulares; 5) la industria de cubiertas de caucho (grupo local Madanes (FATE) y el conglomerado Pirelli); 6) la industria siderúrgica (Grupo Techint y Acindar); 7) la del aluminio (Aluar del grupo Madanes); 8) la industria de equipos y aparatos de radio y televisión (BGH, Newsan, Electronic System, Mirgor, etc.).
En este contexto las grandes empresas ganaron. Cifra analizó los balances de cinco grandes empresas que cotizan en la Bolsa de Comercio y observó un aumento en el nivel de rentabilidad como es el caso de Ternium (ex Siderar del Grupo Techint), cuyo nivel de rentabilidad fue de 41,2% en 2021, 16,6% en 2022 y 30,3% en el primer semestre de 2023, lo mismo se observa en Aeropuertos Argentina 2000 del Grupo Eurnekian, el mentor de Milei, con utilidades netas que representaron el 36,3% y el 28,3% de su facturación en 2022 y el primer semestre de 2023. Por su parte, Arcor y Molinos Río de la Plata registraron un margen de ganancia en torno al 10-15% durante 2022 y en lo que va del presente.
Ante la incertidumbre por el rumbo económico y el resultado electoral las patronales presionan por imponer su plan antiobrero. Algunas de las empresas mencionadas anteriormente integran la Asociación Empresaria Argentina (AEA), entidad que publicó un documento con iniciativas para los candidatos presidenciales. Entre sus pedidos hablan de “equilibrar las cuentas públicas”, “derecho de propiedad de las empresas sobre su patrimonio y sus ganancias”, “reducir la muy elevada presión tributaria”, “asegurar la libertad de precios” (como si no tuvieran bastante), “adoptar todas las medidas que faciliten la incorporación de trabajadores por parte de las empresas”. En resumen piden: mayor ajuste fiscal, reducir la emisión monetaria, pagar menos impuestos, y flexibilización laboral. Los empresarios recomiendan disminuir el déficit, pero la reducción de impuestos que piden implica menores ingresos lo que no reduce el déficit, o sea apuntan a ajustar jubilaciones, salarios y programas sociales. Es el reclamo constante de los grandes empresarios.
Las patronales buscan avanzar sobre las conquistas de los trabajadores, y esto es lo que está en disputa. Para ello cuentan con sus candidatos Massa, Bullrich y Milei. Los empresarios ya tienen su salida a la crisis, los trabajadores tenemos que debatir la nuestra.
Ante la escalada de la inflación la izquierda propone un aumento de emergencia de salarios, jubilaciones y programas sociales para recuperar lo perdido, y que se ajusten mensualmente según la inflación. También medidas orientadas a atacar las causas de la inflación como la nacionalización del sistema financiero, creando un banco único estatal, la nacionalización del comercio exterior y de los servicios públicos bajo gestión de los trabajadores, entre otras.
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