Sería imposible redactar una semblanza de Noemí Labrune en pocas palabras. De hecho desde la Universidad Nacional del Comahue se acompañó la edición de un libro con múltiples voces que aportan en la descripción y valoración militante de Noemí. Desde los sectores más diversos se fue construyendo ese libro que retrata algunos trazos de su personalidad.
Tuve el honor y la responsabilidad de ser convocado por el equipo de edición y con la anuencia de Noemí, escribí unas páginas. Lo hice en nombre de mi pertenencia a una lucha colectiva emblemática en la región y en el país. La lucha obrera ceramista. Noemí en persona le sacó a mi borrador, cualquier atisbo de reconocimiento personal hacia ella. No quería agradecimientos. No aceptaba halagos o elogios. Siempre fue "al hueso".
Hoy, como obrero militante revolucionario y en nombre de muchos de mis compañeros y compañeras del PTS, necesito compartir unas palabras.
De reconocimiento, de tristeza, y a la vez de compromiso militante.
Noemí fue parte de una generación militante que expuso su vida durante la dictadura. Fue parte de esas generaciones que dedicaron y dedican su vida a la militancia. Gente de una grandeza humana gigante.
Y Noemi era una de esas mujeres. Me contaban esos días miles de historias, de anécdotas. Ella cuidó gente, salvó gente, cuido a hijos, hijas de militantes, los llevaba a pasear, de vacaciones.
Con la misma sencillez y simpleza enfrentaba a los funcionarios. Políticos, judiciales, militares, policiales. Noemí no les tenía miedo. Se plantó siempre y plantó banderas de lucha contra la impunidad.
Después de cada controversia, discusión o diferencias que uno podía tener con Noemí, siempre se volvía a retomar el camino de la lucha contra el poder. Y volvíamos a caminar juntos.
La recuerdo entrando a Zanon. Estacionando su viejo auto amarillo inconfundible en cada reunión. Llegando a la Textil Neuquén para plantarse junto a las obreras. En Cerámica Neuquén. Junto a las Confederación mapuche. Su recuerdo irreverente, no muy lejano, de meterse en un acto protocolar dónde estaba el gobernador, sus ministros y toda su comitiva y la entrada decidida de Noemí que avanzó ante la mirada atónita de los presentes para tomar el micrófono oficial y hacer un encendido discurso en defensa del pueblo mapuche.
La recuerdo entrando a mi casa después del disparo de la policía que me voló el tobillo, con una delegación de mujeres se la APDH. Vino con toda su humanidad y espíritu militante a ponerse disposición, con galletas, facturas, películas y propuestas. Era imposible no sentir el empuje fortaleza y convicción de Noemí.
Estuvo muy cerca mío en todo el juicio al policía que me disparó. Estuvo junto a las Gestiones Obreras siempre. Hasta cuándo no podía.
Noemí, Honoris Causa de la Universidad Nacional del Comahue. Jamás se subió a un cargo ni reconocimiento. Donó parte de su herencia a la Universidad para que se hiciera un albergue para estudiantes del interior. Vivió hasta el último día en forma modesta y humilde.
Noemí se puso muy contenta cuando se enteró que inaugurábamos la biblioteca en la Casa Marx. Se tomó el tiempo y vino a la inauguración. Y aporto parte de sus libros para nuestra biblioteca. Tenemos un agradecimiento muy grande por su aporte.
Por último. En un momento hablando con ella le comenté la posibilidad de empezar a colaborar con nuestras bancas nacionales del FITU a nivel nacional. Me dijo: "Raúl, que buena noticia. Vos podés aportar toda esa experiencia de lucha en Neuquén nacionalmente. Podés hacer un gran aporte a nivel nacional. Me pone muy contenta". No pude menos que emocionarme.
Toda su vida era militante.
Militante con toda la carga positiva de saberse parte de una causa. Militancia con alegría, con toda su pasión, con un entrega absoluta.
Noemí Labrune es por sobre todas las cosas un elogio a la militancia. Aún con todas las diferencias que uno pueda tener, con Noemí había que "sacarse la visera" . Y así, con un gran reconocimiento, reafirmar nuestro compromiso militante.
Querida Noemí Labrune: hasta la victoria siempre.
Foto: Luis Alfredo García |