Hoy retomamos un boletín electrónico publicado por el Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky” (CEIP-LT). El mismo lleva el nombre de “Trotsky y la Revolución Francesa” escrito por Pierre Broué quien fue autor de grandes obras entre las que se destacan La historia del Partido Bolchevique, Revolución y Guerra en España y Revolución en Alemania (1917-1923) entre otros escritos, cuadernos (Cahiers) e investigaciones que realizaba desde el Instituto León Trotsky con sede en París, Francia. El autor que hoy nos convoca solía decir que “de las mil maneras de luchar por la revolución, una de ellas es trabajar por acercarse lo mejor posible a la verdad histórica, lo que podríamos llamar, no un combate por una historia revolucionaria, sino un combate revolucionario por la historia”. Combate revolucionario que compartimos, más allá de toda frontera, en vistas a transformar la realidad.
¿Qué relación tienen Trotsky y la Revolución Francesa iniciada en 1789?
Quien haya leído al menos la Historia de la Revolución Rusa de Trotsky, encontrará en sus poco más de mil páginas que conforman los dos tomos sobre la revolución de Octubre de 1917 no solo referencias, analogías y comparaciones entre la Revolución rusa con las revoluciones burguesas del siglo XVII y XVIII de Inglaterra y Francia respectivamente. Pero tal como señala Pierre Broué, también podemos identificar esas referencias en sus escritos tempranos del joven Trotsky. Tal es así en las obras tituladas “Nuestras tareas políticas” (1904), “Resultados y perspectivas” (1906) y también en la biografía del sepulturero de la revolución “Stalin”: fue su último trabajo que no logró terminar de escribir porque fue asesinado en México por un sicario estalinista, Ramón Mercader, en agosto de 1940.
Sin embargo, allí no termina ahí la larga lista de referencias a la Gran Revolución Francesa, sino que continuó a lo largo de los años que conforman las décadas del ‘20 y ‘30 del siglo XX. La elección de la Gran Revolución Francesa como objeto de estudio no fue casual para Trotsky dado que usaba las comparaciones y analogías en medio de combates políticos al interior del propio Partido Comunista de la URSS, encabezando la Oposición de Izquierda y luego la Cuarta Internacional, en momentos en que la revolución de Octubre comenzaba a proyectarse como un film de atrás hacia adelante, es decir, cuando la reacción “termidoriana” -encabezada por Stalin- comenzaba no solo a frenar, sino directamente a traicionar las tendencias e intentos revolucionarios del movimiento obrero Occidental europeo. Tales fueron los casos de las derrotas de Alemania y España sobre todo. Temas sobre los que Pierre Broue escribió y difundió por Europa y América una versión que contrariaba el rol del estalinismo, intentando profundizar un balance serio sobre las derrotas revolucionarias de las clases obreras mejor organizadas del mundo.
¿Qué fue el Termidor en la Revolución francesa?
El 9 de Termidor es la fecha de la caída de Maximilien Robespierre y a la vez marca el fin del periodo conocido como el Gran Terror, cuando todos aquellos sospechosos de conspiración con la aristocracia del Antiguo Régimen fueron pasados por la guillotina. Sobre este aspecto, Pierre Broué cita a Trotsky cuando explicaba este fenómeno político en: “La burguesía termidoriana se caracterizaba por su profundo odio a los Montagnards, porque sus propios dirigentes habían sido tomados entre los hombres que habían dirigido a los sans-culottes. La burguesía, y con ella, los termidorianos, temían ante todo una sublevación popular. Es precisamente durante este período que se formaba plenamente la conciencia de clase en la burguesía francesa: ella detestaba a los Jacobinos y a los semi Jacobinos con un odio rabioso –como los traidores a sus intereses más sagrados, como los desertores que se pasaron al bando enemigo, como renegados” (ver “La reacción termidoriana”) y reafirmando este aspecto señalaba que “Termidor, es la reacción después de la revolución, pero una reacción que no llega a cambiar la base social del nuevo orden” (ver “El caso León Trotsky”). Y es justamente esta reflexión que Trotsky debatía con sus camaradas para interpretar el fenómeno del retroceso de la Revolución rusa. Ese retroceso, llevó a muchos militantes a no defender a la URSS (a pesar de su dirección “termidoriana”, es decir estalinista) en las puertas de la Segunda Guerra Mundial. Tales debates se pueden encontrar en la respuesta que Trotsky da a una fracción del Socialist Worker Party (SWP) norteamericano, compilados en su trabajo En defensa del marxismo y también en el libro La revolución traicionada.
Sin el estudio profundo de la Gran Revolución Francesa –y sin un método dialéctico- era muy difícil de entender la reacción estalinista del primer Estado obrero triunfante de la historia. Por su parte Pierre Broué hace notar que cada vez que Trotsky se refería a ella usa la palabra “Gran” para resaltar la importancia histórica que tuvo la Revolución francesa, dando inicio a la era contemporánea de la Historia.
Broué versus los historiadores
Hacia el final del boletín electrónico que hoy recomendamos, el historiador francés diagnosticó un “estado de la cuestión” sobre los autores que critican la relación que establece Trotsky con la Revolución Francesa, poniendo en debate las opiniones de diferentes historiadores como Louis Gottchalk que decía que en Trotsky se jugaba un dilema entre el “historiador” y el “sociólogo”, como si fueran departamentos estancos o disciplinas que nada tienen que ver entre sí. Por otra parte, aparece en la crítica de Broué el gran biógrafo de Trotsky, Isaac Deutscher, y sobre él decía que “en realidad, si Isaac Deutscher no adhiere a la interpretación trotskista del Termidor soviético, no es a causa de los errores históricos que contendría. La refuta porque se inscribe en una política general a la que él no suscribe”.
Finalmente, Broué trata de responder a la pregunta que atraviesa todo su trabajo: “¿Trotsky era historiador o “sociólogo”, teórico o militante revolucionario, todo esto a la vez, o bien finalmente vio mucho más allá este tema que lo apasionaba y que creía comprender a través de su propia experiencia?” y sobre ello contesta que: “En lo que nos concierne, modestamente, y sin buscar rebajar a los historiadores profesionales –que somos- que buscan y encuentran documentos y testimonios y explican acontecimientos únicos o encadenados, mentalidades o modos de vida, no podemos más que constatar cuán viva es la imagen de la Revolución Francesa escrita al pasar por Trotsky. Quizás haya que agregar que este inmenso episodio de la historia de la humanidad que él denominaba ‘la gran Revolución Francesa’, ha aportado al revolucionario ruso elementos para comprender las batallas que ha librado, ganadas o perdidas. Al menos en un terreno en donde la pregunta puede obtener una respuesta, es en el del Ejército Rojo. Por lo que Trotsky ha concluido de la historia de la Revolución Francesa y de sus guerras, los volúmenes de Escritos militares permiten entender que el fundador y jefe del Ejército Rojo de 1918 hasta el fin de la guerra civil siempre tuvo puesta la mirada en los soldados de 1793. Ya se trate de la utilización de “comisarios políticos” sobre el modelo de ‘representantes en misión’, del empleo masivo de oficiales profesionales –por lo tanto, del Antiguo Régimen- castigados con la muerte en caso de derrota, de la combinación entre elección y promoción de los jóvenes jefes que se revelaban como entrenadores de hombres, y finalmente, de la cobertura de la moral de los combatientes por la resplandeciente retórica del “pacto con la muerte”, está claro que aquí, conscientemente, se ha hecho el lazo entre las dos revoluciones. Esta constatación no bastará para hacer de Trotsky un miembro de la Academia de Ciencias Históricas con título póstumo, pero al menos tendrá el mérito de subrayar la importancia de la historia escrita para los hombres que tienen la ambición de hacer historia sin más”.
En un próximo artículo volveremos sobre la apasionante historia de la Gran Revolución Francesa, sobre Trotsky y el marxismo: es un tema que contiene gran vigencia y lucha de interpretaciones y debates. Un mundo contemporáneo que tiene mucho, muchísimo, de barbarie capitalista, necesita de nuevas revoluciones obreras y populares. Por ello, es en la historia donde podemos encontrar nuevos puntos de apoyo, nuevas preguntas y posibles respuestas ante una nueva sociedad por venir. |