De acuerdo con la tradición del STRM de realizar su Convención Nacional (congreso) durante las últimas semanas de septiembre, cerca de 500 delegados y delegadas de todas las secciones del sindicato iniciaron trabajos junto a los miembros del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Para hacer un balance de las actividades que desde la Convención anterior realizaron todas las comisiones y secretarías que componen el CEN y acordar la “táctica y estrategia” que seguirá la organización durante el siguiente año sindical.
Sin embargo, esta Convención vuelve a darse bajo métodos muy poco democráticos que buscan inhibir la participación de los delegados y las delegadas de base en los problemas de su organización. Al grado de prohibir, por ejemplo, el uso de la voz para cuestionar los informes del CEN y pidiendo que las “dudas” sean enviadas por correo electrónico a las distintas secretarías.
Democracia de base
Decisiones como la antes descrita, demuestran que un primer tema a profundizar en la presente Convención tiene que ver con la vida interna del sindicato. A pesar de que la dirección de éste se reivindica “democrática” y presume seguir procesos apegados en los Estatutos sindicales, la realidad es que viola estos principios a cada paso que da y los utiliza sólo formalmente para mantener su legitimidad. Pues un sindicato donde se cohíbe constantemente el derecho al uso de la voz y de la réplica a sus miembros de base y delegados, carece de lo más importante para poder afirmar que sus decisiones son tomadas “democráticamente”.
En su lugar, lo que existe en la vida interna del sindicato es una burocracia compuesta por unos cuantos funcionarios eternizados en sus puestos, cuya identidad desde hace décadas dejó de estar con la base telefonista y se enfoca hacia el patrón cada vez más servilmente. Producto de años de estar alejados del trabajo productivo de la empresa y de las necesidades cotidianas de sus compañeros y compañeras de base.
Estos rasgos de autoritarismo y pérdida de conciencia de clase que expresan los dirigentes más antiguos del CEN se encuentran lejos de desaparecer en el STRM. Por el contrario, se han profundizado en los últimos años al calor del incremento de las exigencias del patrón y de la relación “conciliadora” que mantiene con él. Dando como resultado un salto en su subordinación política y económica hacia la familia Slim y en sus métodos burocráticos que rayan en el descaro.
Consciencia de clase
Otro debate muy importante en esta Convención telefonista, para ayudar a que la organización recupere su rica tradición democrática y combativa, es la política de la burocracia fomentada hace décadas, desde la privatización de Telmex, promueve una visión pro-patronal, que busca instalar la idea entre la base de que el sindicato en una especie de accesorio secundario de la empresa y que sin él los trabajadores no existirían.
Esta política lleva a retrocesos al sindicato y permite a la patronal avanzar en su desmantelamiento, más la pérdida de conquistas laborales y sindicales históricas que la dirección del CEN se niega en reconocer, como se ha negado a luchar de forma contundente en defensa del CCT.
Por ejemplo, la nueva reforma a las jubilaciones impuesta por Telmex a finales del año pasado, el bajo incremento salarial (respecto al aumento de la inflación) acordado este año o el incumplimiento de 1,942 vacantes pendientes desde el 2018 hasta el presente. Más los reveses asestados por la empresa en años anteriores, que nos mantienen a la defensiva y con cada vez menos fuerzas para enfrentar al patrón.
Estas ideas impuestas por parte de la dirección del sindicato se muestran en los hechos cada vez más distantes a la función histórica de los sindicatos, llevando a la degeneración burocrática de sus dirigentes y al debilitamiento de la fuerza sindical y política telefonista. En una acción consciente de los "funcionarios" del CEN que parasitan el STRM para llevar a cabo las exigencias financieras de la empresa.
La base telefonista, los que vivimos la presión productivista del patrón, la pérdida de derechos contractuales jubilatorios y del poder adquisitivo del salario, entre otros, es urgente que hagamos un balance serio y profundo para identificar las desviaciones que hacen retroceder a nuestro sindicato y corregirlas desde sus raíces. Sólo así los trabajadores podremos recuperar lo mejor de nuestra organización sindical para la lucha y enfocarla a la conquista de las demandas laborales y políticas más urgentes, como vacantes, reparto de utilidades, jubilación digna y derogación de la reforma en telecomunicaciones y de la orden de “separación funcional” de Telmex, entre otras.
Lucha combativa
La Convención Nacional telefonista ocurre luego de ataques patronales recientes y de años de pasividad impuesta por la dirección sindical, que provocan mayor envalentonamiento del patrón y lo animan a ir por más.
Por eso, pensar acerca de los métodos que utiliza el sindicato para conquistar sus objetivos frente a la empresa o el gobierno, es de vital importancia. Más cuando éstos, en consecuencia con la subordinación patronal y política de la cúpula sindical, priorizan la desmovilización de la base en medio del ataque empresarial y neoliberal en Telmex. Con métodos que desvían el descontento de la base contra el patrón hacia la confianza en las “salidas” legales e institucionales, que termina por apaciguar el enojo y reinstalar el enfoque productivista favorable a la patronal, bajo el engaño de que al ayudar a la empresa “el sindicato se ayuda a sí mismo”.
Muchas veces hemos visto esta política de la burocracia del sindicato y de Francisco Hernández Juárez, en su constante búsqueda de aceptación de la Secretaría del Trabajo para frenar el descontento contra Telmex, o haciendo el juego a los chantajes de la empresa que se dice en “números rojos” mientras aumentan las ganancias del magnate Slim y su familia. Métodos que favorecen a que Telmex imponga sus exigencias, presentados como “ejemplos” de responsabilidad patronal y sindical para ocultar la pérdida de conquistas históricas en nuestro CCT.
Por eso, la dirección del CEN se niega a hablar a fondo del estallamiento y levantamiento de la huelga en julio de 2022, o evita opinar positivamente de cualquier lucha combativa realizada por sectores de trabajadores del país o fuera de él. Esto es un intento por satanizar dichos métodos de combate, donde la base trabajadora puede tomar consciencia de su poder cuando se decide a enfrentar al patrón o al gobierno con paros, huelgas y movilizaciones nacionales.
La huelga de 28 horas que llevó a cabo el STRM el año pasado, pese a su desvío autoritario final por parte de la burocracia sindical, demostró en poco tiempo el potencial político y social que tiene la organización de más de 50 mil telefonistas activos y jubilados, generando amplia simpatía en sectores obreros y populares y obligando a la Secretaría del Trabajo a sentarse de inmediato, después de semanas de prorrogas y diletancia.
Es precisamente ese el camino de lucha que en Desde las Bases Telefonistas opinamos necesita recuperar el STRM, para enfrentar los duros tiempos de avance patronal que vivimos, defender sus conquistas férreamente y arrancar sus justas demandas actuales. También es la misma tradición que llevó a las generaciones de telefonistas anteriores a obtener las conquistas laborales y sindicales del STRM, enfrentando muchas veces primero a sus propias direcciones sindicales pro-patronales y autoritarias que como ahora, igual intentaban imponer la voluntad del patrón inhibiendo la crítica y reprimiendo las tendencias de lucha en la base. |