A partir de plantear una falsa oposición entre el Estado y el mercado, en donde el primero está asociado a lo negativo como al robo y al chantaje y el segundo intentan impregnarlo de prestigio ante las mayorías a través del discurso de la ciencia económica y la filosofía política, se presentan a si mismos como una alineación de derecha novedosa, criticando el rol del Estado y defendiendo el rol del mercado. Lo cierto es que la relación entre el mercado capitalista y el Estado capitalista, más que de oposición, es de asociación.

Su definición “anti Estado” es una falacia y tiene una connotación clasista y elitista. Solo son anti estado cuando se trata de acabar con derechos sociales y democráticos de las mayorías, pero reivindican el orden estatal cuando protege los intereses de los empresarios vía las leyes y la constitución, como la propiedad privada de los medios de producción, las políticas de privatización de recursos y políticas de flexibilización laboral. Así como sueñan con ser ellos quienes obtengan el monopolio exclusivo de la violencia del Estado al servicio de la libertad de la burguesía. En todo caso la definición correcta no es “anti estado” sino anti democráticos o antiderechos.

Su definición anti casta también es falsa porque se definen así, no porque propongan algo diferente a los partidos del ajuste, sino porque consideran que el ajuste debe ser aún mucho mayor y que tales partidos, peronismo y macrismo como en Argentina, o como el PRI, PAN y Morena en México, a los que sin importar sus matices tienden a ubicar como “estatistas”.

Opinan que estos partidos muestran su carácter de casta al no llevar hasta el final el ajuste que requieren los empresarios, por ellos los liberales libertarios se autonombran como los “elegidos” para llevar a cabo esos objetivos, es decir, quieren ser la nueva y única casta. Veamos

Las grandes instituciones financieras como el FMI, el Banco Mundial etc, a cuya cabeza está la gran burguesía estadounidense y europea, son los que imponen, desde la década de 1990, las políticas de libre mercado (entrega de recursos naturales como tierras y agua, privatización de empresas públicas, recorte al gasto público, flexibilización laboral) Mientras el Estado (democrático-liberal) le ha brindado la cobertura legal y constitucional a estos procesos de despojo y explotación.

Hay una relación indisoluble entre el mercado y el Estado, pilares fundamentales de la dominación de clase, por lo que, si el objetivo de los libertarios es entregarle más libertad y más poder al sector empresarial, no pueden prescindir del Estado. El Estado capitalista y el mercado capitalista no se oponen, sino que se complementan para avanzar en arrancarles lo que les queda a las clases trabajadoras.

Evidentemente no lo expresan directamente y cuando lo hacen, lo justifican utilizando un lenguaje científico.

Los datos duros y el lenguaje desde la “ciencia”, otra falacia libertaria.

Los libertarios afirman que sus propuestas políticas están amparadas en la ciencia económica y en la estadística. A partir de utilizar los datos duros y el lenguaje “científico”, intentan justificar, en el nombre del bien general, la defensa de los intereses, ideales y valores empresariales sin mencionar nunca bajo que objetivos, intereses, valores y parámetros “científicos” se construyen esos datos.

Esta táctica política, por un lado, les es útil y necesaria para ganar peso electoral -intentan atraer votantes descontentos por el ajuste económico que Juntos por el Cambio y el Peronismo han impulsado- y por otro les sirve para encubrir sus verdaderos intereses: apoderarse del poder del Estado para ponerlo al servicio de la élite empresarial para reafirmar el orden de la burguesía como clase dominante, así como intentan avanzar en sus posiciones políticas contra las mayorías trabajadoras.

Si para justificar sus posiciones políticas utilizan el lenguaje científico y datos estadísticos es porque este lenguaje está prestigiado a nivel internacional, está asociado a la objetividad y a la racionalidad y no a los intereses, valores e ideales de la burguesía como clase dominante.

Valiéndose de ese lenguaje pseudo científico y de datos estadísticos, intentan instalar en la opinión pública un sentido de derecha o ultraderecha, en donde la razón la tiene siempre el mercado, por lo que cualquier crítica hacia el “libre mercado” es evaluada por ellos como irracional, que conlleva a la pobreza.

Su objetivo es movilizar pasiones de la población, descontenta por la situación de ajuste y utilizarla contra la izquierda, que sería la culpable de todos los males sociales para encubrir a los verdaderos responsables, la burguesía y el imperialismo De esta manera se definen en contra de las organizaciones y partidos que se reivindican de izquierda, que son los que critican el mercado, y por lo tanto hay que combatirlos tanto de manera legal-constitucional como por medio de la violencia con el objetivo de defender la “libertad del mercado”.