Este jueves, los directivos de SanCor tomaron una decisión perversa. Decidieron cargar sus camiones cisternas de una de sus fábricas en Santa Fe y enviarlos a una planta de efluentes que tiene la empresa en Sunchales. Allí abrieron los grifos y la leche empezó a derramarse. Eso sí, se encargaron de sacar una foto y enviar una nota a los medios amigos. “Es terrible, doloroso y espantoso. Lo tuvimos que hacer por las medidas gremiales. Si sigue, podríamos tener que tirar 650 mil litros por día”.
Seiscientos cincuenta mil litros por día. Esa cantidad podría cubrir la porción diaria que necesita un millón de chicos, chicas o adultos, según el Ministerio de Salud.
Sin embargo, SanCor eligió descartarlas y hacer una campaña de prensa. Prefiere tirar leche y pagar salarios bajos antes que dar el brazo a torcer. Un chantaje criminal.
Una empresa malaleche
Para resumir. SanCor es una de las principales empresas lácteas, integrada por decenas de productores y “cooperativas” regionales. Llegó a concentrar gran parte del mercado y facturar millones, pero hace una década entró en una crisis financiera. En los últimos años el Estado la “rescató”, pero SanCor quiere salvarse metiendo la mano en el bolsillo de los obreros lácteos y consumidores. Por eso las noticias más importantes son sus remarcaciones de precios o los reiterados conflictos con el gremio.
SanCor ha cerrado varias plantas, tercerizado sectores, paga salarios por debajo de otras empresas y ahora retiene los aportes patronales y usa esa plata para financiar su negocio. Cuando comenzó la pandemia, en 2020, realizó cientos de despidos.
Aunque el sindicato ATIRLA apoyó el rescate estatal, en estas semanas la bronca obrera impuso un plan de lucha nacional del gremio para que la empresa dejen de robarles. Hubo asambleas, quites de colaboración y piquetes en las puertas.
La empresa, en vez de negociar, prefirió seguir provocando. Siguió reteniendo aportes, sueldos y ahora lanzó una campaña de victimización. Denuncia que los “bloqueos” le impiden el funcionamiento de las plantas, algo que es totalmente falso. La materia prima puede ser procesada para evitar el proceso de acidificación que la convierte en no apta para el consumo. Los bloqueos no están afectando los procesos productivos: los está afectando la criminal especulación patronal.
Por eso, después de anunciar en La Nación e Infobae el “dolor” que le causaba tirar leche, pidió “la inmediata suspensión de toda clase de medidas que afecten la producción y el dictado de una conciliación obligatoria”. ¿Nada más? ¿No querés también unas docenas de esclavos y suspender el derecho de huelga un par de años?
En la Argentina el negocio lácteo está concentrado en pocas manos. Según un informe del CEPA (Centro de Economía Política Argentina), “Mastellone Hnos. acapara 72% del mercado, ubicándose Sancor en segundo lugar con el 15%. Entre estas dos firmas concentran casi el 90% del mercado de leche fluida”.
Estamos hablando de un alimento esencial para el desarrollo humano. El consumo diario de la leche aporta nutrientes, agua y minerales. Es uno de los alimentos más completos e insustituibles por su valor nutritivo, sobre todo en los primeros años de crecimiento. Sin embargo, en la Argentina solo el 15% de las personas consume la porción diaria recomendada, que corresponde a tres vasos de leche (o equivalentes). En 2018 era del 33%. O sea que ya era baja y cayó a la mitad.
La crisis lleva a cambiar la dieta. Menos carne, menos frutas y también menos lácteos. Más harina. Como la polenta que le tira por la cabeza Victoria Tolosa Paz a los comedores populares. Como vienen denunciando las organizaciones sociales: los pibes que no comen bien no pueden crecer bien.
En los últimos 12 meses, a pesar de que es esencial, la leche aumentó un 140% en el Gran Buenos Aires. Ni hablar de otros productos lácteos. Un lujo para millones.
Sin embargo, las empresas y las cadenas de comercialización (Coto, Carrefour, Jumbo) son los grandes ganadores. Los tamberos cada vez cobran menos, los consumidores cada vez pagan más, los trabajadores cada vez reventados.
Basta
Pero el chantaje sigue. “Hay 3 millones de litros en riesgo en lo inmediato” dice SanCor a los medios. Y manda fotos de camiones a la espera de ser llenados para luego abrir el grifo y que el alimento se pierda en las piletas o la tierra.
Esas imágenes son una postal del capitalismo. Donde las tierras, las vacas, las fábricas, las góndolas, son de un puñado de parásitos que hacen fortunas con los músculos, el sudor y los bolsillos de millones. Mientras a los pibes les hace ruido la panza o sus madres eligen cuál se va a dormir sin cenar.
Un sistema criminal. Una campaña asquerosa.
SanCor no puede tirar más leche. Tiene que cumplir con las demandas obreras y terminar con los ataques. Si no, hay que nacionalizar todo su complejo lácteo y ponerlo a producir bajo la administración de sus trabajadores, junto a comités de usuarios y pequeños productores. |