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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

La huelga de "autoworkers" y la clase trabajadora en Estados Unidos
Corresponsal

Una de las luchas obreras más ambiciosas y combativas de las últimas décadas se desarrolla en estos momentos en Estados Unidos, la huelga de UAW (United Auto Workers) refleja, de manera proporcional al aumento de la crisis política en EEUU, el aumento de la confianza en la clase trabajadora como sujeto.

United Auto Workers, es un sindicato que representa a los trabajadores de los sectores del automóvil, aeroespacial y de producción de maquinaria agrícola en Estados Unidos y Canadá. Su nombre completo oficial es "The International Union, United Automobile, Aerospace, and Agricultural Implement Workers of America".

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La huelga se define por la forma en que ha puesto a la clase trabajadora en el centro del escenario, con implicaciones significativas para el régimen bipartidista y la lucha de clases en el próximo periodo. Para entender completamente esta huelga, debemos entender su contexto político.

El régimen de EEUU en crisis

Como hemos desarrollado en otro artículo, Estados Unidos enfrenta una "crisis orgánica", la cual está íntimamente relacionada a la crisis económica del 2008. Para Gramsci, una crisis orgánica se puede crear por el fallo de una iniciativa política importante de la clase dominante. En este caso, la crisis del 2008 significó una profundización de la decadencia neoliberal. Para escapar de la "Gran Recesión", la administración Obama rescató a las grandes corporaciones y bancos; Mientras tanto, la clase trabajadora perdió sus hogares y se vio obligada a pagar por la crisis. El gobierno de Obama atacó a su vez, los sindicatos, privatizó las entidades públicas y dio regalías a las grandes corporaciones. Si bien la economía no cayó en una depresión, se sentaron las bases para una crisis de gobernabilidad, así como para nuevas crisis económicas.

Diversos sectores de la población respondieron a la crisis abierta de diferentes maneras. El movimiento birther, Occupy Wall Street y el Tea Party fueron parte de las primeras respuestas a esa crisis.

Las primarias para las elecciones presidenciales de 2016 abrieron un período intenso en la política estadounidense. Trump arrasó en las primarias republicanas, superando las bajas expectativas de su campaña. La popularidad de Trump fue y sigue siendo una expresión de la crisis que enfrenta el sistema del neoliberalismo; Habla directamente de la ira producida por el empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y sectores medios, culpando tanto a los inmigrantes como a las candidaturas tradicionales.

Al mismo tiempo, Bernie Sanders desató el entusiasmo al denunciar a la "clase multimillonaria" y defender "cobertura médica para todos", además de prometer tomar medidas para acabar con la deuda estudiantil y hacer que las universidades públicas sean gratuitas. El entusiasmo en torno a su campaña fue tan intenso y generalizado, que cuando se combinó con la frustración con la "política de siempre" encarnada en la entusiasta neoliberal Hillary Clinton, el Partido Demócrata tuvo que mover su gran maquinaria para garantizar la victoria de Clinton en las primarias. Clinton perdió ante Trump por un estrecho margen en los estados del Cinturón del Óxido. Michigan, el corazón de esta huelga del UAW, fue uno de ellos.

Aunque parecía surrealista solo un par de años antes de las elecciones, Trump se convirtió en presidente. El trumpismo aprovechó los prejuicios de sectores de la clase trabajadora, la clase media y la burguesía para culpar a los sectores oprimidos de la crisis del neoliberalismo, defender el capital financiero y establecer una estrecha relación con las milicias de derecha. Todos estos procesos revelaron, de una forma u otra, los profundos desafíos que el imperialismo estadounidense y el régimen bipartidista han enfrentado desde la crisis de 2008.

A medida que Estados Unidos luchaba por mantener su hegemonía en el orden mundial, surgieron nuevos rivales. La crisis del neoliberalismo catapultó a China a la posición de ser la principal amenaza para el imperialismo estadounidense. China tuvo un crecimiento extraordinario durante décadas antes de 2008, pero la crisis mostró una instantánea de un Occidente inestable: importantes bancos se hundieron en el corazón del capitalismo mientras el PIB chino seguía creciendo a un ritmo del 7-8 por ciento anual. China no se vio gravemente afectada por la crisis de 2008, lo que le permitió desarrollar políticas más ambiciosas hacia los países africanos y latinoamericanos y establecer ventajas competitivas en industrias importantes, como la fabricación de microchips y baterías de litio, un componente vital de los vehículos eléctricos.

En los años transcurridos desde la crisis de 2008, se ha desarrollado un consenso bipartidista sobre la cuestión de la competencia estratégica con China y un enfoque más agresivo de la política exterior hacia ella. La administración Biden, sin embargo, está a la vanguardia de la transición verde y la reindustrialización en Estados Unidos como parte de esta competencia estratégica con China. Trump, por otro lado, está centrando su campaña en la expansión de los combustibles fósiles, culpando a la energía verde por las malas condiciones de trabajo de los trabajadores de los Tres Grandes. (GM, Stellantis y Ford)

Esta huelga tiene lugar en una desafiante transición industrial hacia la llamada energía verde, que plantea una encrucijada para la clase trabajadora: puede adaptarse a las prácticas de personas como Elon Musk, que justifica las brutales condiciones de trabajo como un desafío para competir con China; También puede luchar por un asiento en la mesa en esta transición, negociando mejores términos con una estrategia defensiva (por mejores condiciones de trabajo en la medida de lo posible) permanente. Pero también hay una tercera forma: la clase trabajadora puede tomar los medios de producción en sus propias manos y orquestar una transición a la energía verde que realmente beneficie al planeta, a la clase trabajadora y a todos los explotados y oprimidos.

La dinámica de la Huelga hasta el momento

La huelga comenzó el 15 de septiembre, la primera vez en la historia que las tres plantas se declararon en huelga al mismo tiempo. Esto hizo que el sindicato tuviera el control de los ritmos de la huelga. Hay que ganar el apoyo popular a la huelga, explicando la irracionalidad de la empresa para con los derechos laborales. Garantizando que permanezca en las noticias nacionales semanalmente, con los patrones, los trabajadores y la población en general sintonizando para ver si la huelga se extenderá y dónde.

Una semana después de que comenzara la huelga, el sindicato amplió la movilización a 38 plantas y centros de distribución más en GM y Stellantis (dos de las tres empresas involucradas en la Huelga), con un total de 18.000 trabajadores paralizados. En ese momento, las negociaciones con Ford habían avanzado. Perdonar a estos últimos y aumentar la presión sobre GM y Stellantis indica que el sindicato recompensará a las empresas que pongan mejores contraofertas sobre la mesa. El viernes pasado, la huelga se amplió en Ford y GM, sumando 7.000 trabajadores.

Uno de los aspectos más astutos de la estrategia del sindicato actual es combinar demandas fuertes y críticas agudas a los Tres Grandes y sus ganancias. Se destaca que las empresas han obtenido ganancias récord y los trabajadores han hecho sacrificios increíbles en los últimos 15 a 20 años. Sin embargo, si el sindicato hubiera mantenido esta posición defensiva (de sólo denuncia a las ganancias empresariales) en medio de un estancamiento de las negociaciones, la huelga se habría debilitado.

La estrategia tiene importantes desafíos. Los patrones han tomado represalias desde el primer día, despidiendo a miles de trabajadores e intensificando el acoso en el taller. Si bien la moral sigue siendo alta, especialmente después de que la huelga se expandió, la naturaleza de negociaciones por arriba hacia abajo de la huelga deja espacio abierto para la desmoralización.

Al comienzo de la huelga, por ejemplo, los trabajadores expresaron su frustración por no saber qué plantas iban a declararse en huelga y por qué. La ampliación de la huelga impone nuevos desafíos, principalmente debido a las represalias de las empresas y a la extensión geográfica de la huelga. Coordinar una huelga de esta magnitud requiere un fuerte esfuerzo político para unir a las diferentes filas de trabajadores automotrices, así como organizar un amplio apoyo popular comunitario y nacional. Cuanto más larga sea la huelga, más difícil será.

Como ha venido diciendo Left Voice, esta huelga debe organizarse desde abajo. Los trabajadores de base son los que mejor saben cómo ganarse a la comunidad e involucrarla en la huelga, así como la relación de fuerzas dentro de una planta (quién apoya y quién no apoya la huelga), hasta dónde están dispuestos a llegar los trabajadores, cuáles son las deficiencias de la huelga, etc. Para hacer frente a la ofensiva patronal, el sindicato debe poner su energía en organizar comités de huelga locales y de fábrica, con la participación de los trabajadores despedidos, en los que trabajadores puedan discutir la huelga y los próximos pasos.

Estos comités de huelga pueden trazar un camino a seguir para expandir la huelga a otras plantas, así como organizar una lucha contra los despidos, utilizando la creatividad y el profundo conocimiento de la producción automotriz que tienen estos trabajadores, muchos después de más de una década de ensamblar piezas para los "Tres Grandes". Estos comités pueden elegir representantes a los comités regionales para expresar sus posiciones y coordinar aún más la huelga, en un esfuerzo por formar un comité de huelga nacional con vínculos estrechos y dinámicos con las bases, donde se escuchen sus voces y se decida la política en la democracia obrera "desde abajo".

Este artículo es una traducción y resumen, mira la nota completa acá.

 
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