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La Izquierda Diario
3 de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

La gran banca alcanza récord de beneficios mientras millones de trabajadores no llegan a fin de mes
Juan Carlos Arias | @as_juancarlos

En un contexto de crisis inflacionaria y ajuste salarial, la gran banca en el Estado español navega sobre la cresta de la ola de los grandes beneficios.

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Según datos de septiembre sus ganancias alcanzan los 19.761 millones de euros, logrando casi alcanzar los niveles históricos de beneficios del ejercicio anterior (20.850 millones en 2022), pero a la falta todavía de un trimestre más de actividad.

Los seis principales bancos (CaixaBank, Santander, BBVA, Sabadell, Bankinter, Unicaja) llevan han presentado los resultados de su actividad del ejercicio 2023 y no pueden ser más favorables para sus bolsillos. Ha superado ya casi los niveles históricos obtenidos en el ejercicio anterior (20.850 millones), pero a falta de un trimestre entero de actividad, lo que augura que se va a superar ese récord de ganancias. De hecho, se encuentran un 24% por encima respecto al mismo período del ejercicio de 2022.

La economía española ha logrado mantener un ritmo de elevado de crecimiento económico con parámetros superiores a las grandes economías de la UE. Esto se explica como consecuencia del fuerte rebote post covid, el extraordinario empuje del turismo, los bajos salarios que han disparado la competitividad y del tsunami de los fondos europeos para la transición ecológica y digital. Y todo ello en un contexto de estallido de conflictos bélicos que están afectando directamente al nivel de flotación de precios y suministros energéticos, por lo que el BCE ha implementado políticas monetarias muy restrictivas que piensa mantener durante un largo período. Sin embargo, todo esto ha tenido como colofón unos resultados de beneficios estratosféricos para el conjunto de las grandes empresas españolas. Algo que en el caso de ciertos sectores como el sector energético o en la banca resulta hasta insultante.

La ministra de economía en funciones Nadia Calviño decía hace unos días ante las protestas de la patronal por una posible reducción de la jornada laboral -algo que no deja de ser una promesa vacía de campaña del gobierno de Sánchez-, que las empresas jamás han estado tan cuidadas como con este Gobierno. Algo sin duda cierto, porque entre los fondos que se aprobaron contra los efectos de la crisis por la covid y las más recientes ayudas Next Generation de la UE, el trasvase de recursos hacia los empresarios en el último período ha alcanzado niveles históricos de miles de millones de euros, algo sin precedentes.

Por el contrario, los sectores más golpeados y precarizados por la crisis viven cada vez más angustiados por no poder llegar a fin de mes. Cada vez es más difícil hacer frente al pago de las hipotecas, ante las subidas de tipos de interés decretadas por el BCE, por lo que siguen creciendo a buen ritmo, de modo que, sin ir más lejos, en septiembre han alcanzado un incremento de 130 euros mensuales para una hipoteca estándar de 150.000 euros a 25 años. Por no hablar del desorbitado precio de los alquileres, donde en las grandes ciudades resulta imposible lograr un alquiler por menos de 600 o 700 euros al mes. Cuando los salarios han subido muy por debajo del nivel de inflación, en 2022 se perdió un 5,3% de poder adquisitivo de media. Y en 2023, aunque algo menos, se ha perdido un 1,5% de poder de compra medio. Pero la comparativa resulta grotesca si tenemos en cuenta que, según el último estudio de la OCU, en los dos últimos años el incremento medio de los precios de los alimentos ha sido de un 30,8%. Subidas estratosféricas concretas en determinados productos como el azúcar (66%), las zanahorias (56%), las cebollas (40%), el arroz (36%) o el aceite de oliva (21%), dan una idea de lo que ha supuesto para la cesta de la compra de la clase trabajadora y las clases populares hacer frente a la crisis inflacionaria.

El irrisorio aumento de impuestos a la banca del Gobierno de Sánchez

Un mínimo test para evaluar las políticas económicas que se autodenominan progresistas son los niveles impositivos que estos gobiernos imponen a las grandes empresas, las grandes fortunas y la banca. Pues bien, en este terreno la actuación del “gobierno más progresista de la historia” como se ha autocalificado el Gobierno de coalición de Sánchez y Unidas Podemos (luego Sumar) es bastante lamentable y no supera la categoría de gobierno social liberal.
Los resultados de récord de beneficios durante 2023 (también durante 2022) de la gran banca se han producido en un contexto de ataques de la banca al impuesto temporal que el Gobierno de Sánchez aprobó poco antes del final de la legislatura. Así algunos representantes de las grandes entidades bancarias como Gonzalo Cortázar (CaixaBank) o Héctor Grisi (Santander) han realizado declaraciones diciendo que el impuesto es “una mala idea” y que “no existen beneficios extraordinarios” y que este tipo de políticas lo que hacen es “estigmatizar al sector”.
Sin embargo, el propio Banco de España, tan poco sospechoso de no defender con entusiasmo y por encima de todo los intereses de la gran banca española, ha publicado un informe el pasado lunes en el que destaca como conclusión que la banca con sus resultados “más que compensa” con creces el impuesto aprobado con la subida de ingresos obtenida. Señalando que ya en el primer trimestre los bancos tenían contabilizado el pago del impuesto que apenas suponía el 8,2% de su beneficio, lo que trasladándose al año completo representaba un ridículo 4,1%. Algo totalmente insuficiente frente a las fuertes necesidades de recursos existentes en el Estado en momentos en que se están degradando todos los servicios públicos, la sanidad, la educación, los servicios sociales, el transporte, las pensiones, etc. Y cuando Bruselas a partir de 2024 va a comenzar a aplicar la disciplina fiscal con la exigencia de nuevos recortes presupuestarios sobre los servicios públicos dado el elevado déficit fiscal existente en el Estado español, según los parámetros de la UE.

El impuesto incluso fue recurrido ante la administración de justicia a comienzos de este año por parte de los grandes bancos, con poco éxito por el momento. Y volviendo a rechazar la idea desde las entidades financieras cuando el acuerdo de Gobierno con Sumar se sustanciaba, para una posible nueva legislatura, con un planteamiento de sostener el impuesto algo más allá de 2024, pero sin plantear en ningún momento como algo permanente. Frente a esta idea salió Gonzalo Cortázar a señalar que “no es una buena idea poner un impuesto a la banca”.
La realidad es que mientras las clases populares se empobrecen cada vez más ante la crisis inflacionaria sin resolver, la gran banca aumenta su margen de intereses (la diferencia entre lo que cobran por los intereses y lo que remuneran los depósitos). Estos han subido un 24% hasta los 63.470 millones de euros. Rechazando, además, como se ha publicado recientemente, el 40% de las peticiones de los clientes que tienen apuros para pagar la hipoteca.

Así, el banco que más ha ganado ha sido el Santander con 8.143 millones de euros (+11%). En segundo lugar el BBVA con 5.961 millones (+24%) y en tercer lugar CaixaBank con 3.659 millones (+48%). Todos estos beneficios en un contexto de reducción brutal de oficinas bancarias y reducciones de personal, con degradación del servicio para el usuario e incremento de comisiones abusivas por doquier. Y mientras el Gobierno de Sánchez regó con más de 150.000 millones de recursos para créditos del ICO durante la Covid, garantizados por el Estado que la banca gestionó y manejo a su antojo cobrando intereses añadidos y comisiones prácticamente garantizados en su totalidad por los recursos del Estado en caso de impagos. Un auténtico pelotazo financiero a costa del Estado español, en definitiva.

Ante los abusos de los grandes bancos, aparece como necesaria la lucha por la nacionalización sin indemnización de la banca bajo control de trabajadores y usuarios. La única forma de garantizar realmente el acceso al crédito para todos en óptimas condiciones y sin que haya que rescatar a la banca cada vez que se da una burbuja financiera por ser demasiado grandes para dejarlos caer. Una pelea difícil, pero por la que merece la pena organizarse y dar la batalla junto a otras reivindicaciones como el aumento de salarios de acuerdo con la inflación, la expropiación de los pisos vacíos en manos de la banca, la paralización de los desahucios y otras más. Medidas que solo la lucha, de forma independiente de este gobierno capitalista, puede lograr imponer.

 
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