Solo días faltan para que el Consejo Constitucional entregue el proyecto de nueva constitución a Gabriel Boric. Un texto que marca la hegemonía lograda por el Partido Republicano y Chile Vamos, y que dejó en la impotencia al sector oficialista que podría no haber estado y el proyecto salía igual.

Ahora, Boric “lamentó” que durante este segundo proceso “se cometieran los mismos errores que el proceso anterior”, refiriéndose con esto a lo que la derecha denominó como “gustitos ideológicos”, "gustitos" que representaban distorsionadamente aspiraciones históricas en términos de derechos sociales, aunque en lo concreto, el proyecto anterior no tocaba profundamente el modelo económico del país.

Durante la visita a la región del Biobío, Boric también se dio el tiempo de señalar, que “acá no hubo propuesta ni de cerca de ser consenso” y la verdad es que la derecha no tenía necesidad de hacerlo tampoco. Tenía las mayorías necesarias para "pasar la máquina" y el oficialismo se contentó con mirar desde la galería, sin hacer carne las amenazas de la movilización para frenar a los sectores más reaccionarios de la política chilena.

Las organizaciones sindicales y sociales ligadas al gobierno, decidieron “no agitar las aguas” para no debilitarlo aún más, y ponerlo en una posición incómoda mientras el propio gobierno impulsaba la agenda de la oposición en materia de seguridad, militarización del Wallmapu, etc.

Con este escenario era de esperar que la derecha se pusiera a la ofensiva mientras el gobierno y el oficialismo se mantuvieron a la defensiva y dando explicaciones.

Desde ya, la clase trabajadora no puede esperar nada del proceso en curso, durante el plebiscito la derecha intentará buscar la “aprobación social” de un texto reaccionario y antiderechos, que ataca cuestiones tan sensibles como el derecho a huelga, busca limitar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las comunidad LGBTI+, un texto xenofóbico que criminaliza la migración, etc.

A partir del 7 de noviembre comenzará la campaña del plebiscito que se realizará el 17 de diciembre, donde una vez más la clase trabajadora y los sectores populares deberán acudir a las urnas para votar contra sus intereses, para legitimar la constitución republicana de Kast o la de Lagos-Pinochet.

Frente a esta disyuntiva imposible, hay que organizarnos para enfrentar a la derecha y levantar una alternativa de izquierda, socialista y anticapitalista, que sea independiente del gobierno y que enfrente la agenda conservadora que está intentando instalarse en el país.