En un debate decadente, sin grandes ideas, los candidatos a la vicepresidencia de parte del oficialismo de Unión por la Patria y de la oposición derechista de La Libertad Avanza, cruzaron opiniones sobre distintos ejes preacordados con los organizadores. Ninguno pudo plantear una salida concreta para el escenario actual,más allá de la demagogia de ocasión, cuando quedan apenas diez días para que se defina quien será parte del próximo gobierno.
Por un lado, la negacionista Victoria Villlarruel volvió a generar repudio al insistir con su discurso negacionista respecto de que los desaparecidos no fueron 30.000. Sin embargo, el grueso de su intervención estuvo en apelar al voto de Juntos por el Cambio, especialmente de su sector más afín al PRO y al gobierno macrista, buscando concentrar sus ataques en la figura de la actual vicepresidenta Cristina Kirchner, en los casos de corrupción de sus gobiernos y la necesidad de un cambio. El vacunatorio VIP, el yate de Insaurralde o hasta la insistencia con la muerte de Nisman estuvieron enfocadas en dialogar con ese sector de la sociedad, en un intento de acaparar el discurso de la “grieta”.
Por su parte, el Jefe de Gabinete de Alberto Fernández retomó el discurso del miedo al potencial ajuste que pretende llevar adelante Javier Milei y planteó que este vino a romper el “consenso democrático” establecido luego de la dictadura. En ese camino destacó en repetidas ocasiones la figura de Raúl Alfonsín, en un intento poco disimulado de llamar al voto radical. El “Chivo” finalizó su discurso volviendo a apelar a la unidad nacional, tal como lo había hecho Massa en los debates presidenciales hacia la elección general y como viene repitiendo cada vez que tiene ocasión. Recordemos que en aquellas oportunidades llegó a llamar a que incluso liberales pudieran formar parte del Gobierno.
Villarruel aprovechó la primera parte de la discusión para remarcar los niveles de pobreza que atraviesa la Argentina, afirmando que cada mes hay cien mil nuevos pobres en el país y que gran parte de los trabajadores en blanco vive en la pobreza. La referente de La Libertad Avanza habló incluso demagogicamente sobre las comunidades del norte argentino donde no hay agua potable. Sin embargo, su discurso choca de lleno con sus propuestas para avanzar en la flexibilización laboral y ajustar “mucho más de lo que pide el propio FMI", tal como ha remarcado Milei en varias ocasiones.
En esta primera parte, centrada en Economía y trabajo, Rossi se vio obligado a aceptar la decadencia de los ingresos y prometió mejorarlos, sin clarificar cuál sería el camino para lograr esto. Apeló sí a la campaña del miedo para destacar que el previaje y la obra pública dejarían de existir con un gobierno de Milei-Villarruel, siendo estas las principales fuentes de creación de empleo en la actualidad, en turismo y construcción, según definió el candidato.n
Cuando el debate pasó al eje de Seguridad y Defensa, donde comenzó hablando Rossi, este aprovechó para mostrarse amigable con lo que llamó la “familia militar”, destacando que había reforzado ampliamente sus ingresos y equipamiento. No hay que olvidar que hablamos de la misma institución en la que muchos de sus integrantes siguen reivindicando la dictadura y muchos de los cuales fueron formados por los mismos genocidas.
Villarruel en este punto tomó el guante previsible de la mano dura: planteó que desde hace veinte años hay una devastación en tema de seguridad y en un mismo párrafo fue desde el narcotráfico a atacar a los piquetes, a lo que ella denomina “usurpaciones”, para criminalizar a quienes luchan por un pedazo de tierra para vivir. En el mismo hilo incluso dijo que “pronto hasta tendremos a los iraníes en nuestro país”, en un discurso que parece ajustarse a la islamofobia del momento, a tono con la embestida del Estado de Israel.
Villarruel continuó categórica diciendo que está "del lado de los policías" y repitió el latiguillo al que vienen recurriendo tanto ella misma como Milei: "el que las hace las paga". El "Chivo" Rossi en este punto retomó el planteo de Massa del FBI argentino. Una comparación poco sorprendente viniendo de su candidato a presidente, reconocido como "el hombre de la embajada (norteamericana)".
Sobre salud y educación Villarruel se dedicó a levantar un discurso demagógico, en sintonía con las últimas intervenciones de Milei en los medios de comunicación. El armado ultraliberal pasó de proponer privatizar hasta el mar a decir que la salud y educación pública "no se tocan", puro oportunismo a días del balotaje que nada tiene que ver con sus verdaderos planes que será necesario enfrentar. Volvió tambien con la demagogia derechista al afirmar que auditarán los planes sociales para "ver que no haya gente que se vaya al exterior con los planes" y cargó contra los sindicalistas.
Rossi por su parte aprovechó su tiempo para plantear que ahora van a buscar avanzar en combatir la brecha salarial de género, ampliar la moratoria previsional y buscar una recomposición salarial por las tareas de cuidado. Llamativa ocurrencia la de Rossi, cuando hay un importante desfinanciamiento del ministerio de Mujeres, Género y Diversidad.
Llegado el punto de Justicia y Derechos Humanos, Rossi reivindicó la política que en este terreno llevaron adelante tanto el kirchnerismo y el alfonsinismo y planteó que los desaparecidos fueron 30.000. El jefe de Gabinete hizo para ello una curiosa maniobra argumental, ya que por una parte reivindicó a Alfonsín por lo hecho en los años 80 pero enseguida destacó la anulación, en 2003, de las leyes de Punto Final y Obediencia que el mismo Alfonsín había impulsado tras pactar impunidad con los propios genocidas. En este plano Victoria Villarruel, que ya desde el principio del debate había destacado ser hija de un "heroe de Malvinas" (en realidad un genocida, el segundo detrás del carapintada Aldo Rico), volvió a la carga con su discurso progenocida y negando el número de los desaparecidos. Incluso, ante la pregunta de Rossi, tampoco desmintió su participación en marchas por la libertad de los milicos asesinos.
Mientras Rossi acusó al dúo Villarruel-Milei de faltarle el respeto a Alfonsín, en otro guiño a los votantes radicales. Villarruel acá hizo una larga enumeración sobre la corrupción, mencionando: "el vacunatorio VIP, la AFI paralela de Rossi y compañía, la tarjeta de débito de "Chocolate" Rigau, los bolsos de López, Emerenciano en Chaco, la fiesta en Olivos, el juicio por YPF que nos va a costar millones de dólares", entre otras.
Para finalizar el debate, la candidata del hombre que usa una motosierra como emblema apeló: "somos la esperanza, somos los policías que protegen, el pueblo que no quiere planes, somos La Libertad que Avanza y que va a cambiar Argentina para siempre".
Por su parte, el candidato oficialista apeló al miedo y aseguró: "con Massa te invitamos a vivir en una sociedad que privilegia la palabra, la convivencia, la salud, la educación. El 19 vota con esperanza, votá por la argentina, si dios así lo quiere será una nueva etapa sin grieta con un gobierno de unidad nacional".
Entre tanta demagogia electoral para sacar al país del pozo del Fondo Monetario Internacional y el ajuste, debatieron ambos candidatos. Aunque apuntan a formas distintas de llevar adelante sus políticas, donde el temor de millones por las propuestas del libertario es comprensible, pero también es real la continuidad del ajuste bajo el gobierno del Frente de Todos/Unión por la Patria, queda claro que el próximo período estará marcado por nuevos ataques a los ingresos de las grandes mayorías y la necesidad de los sectores populares de salir a enfrentarlos.
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